Capítulo XXXVI

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En apenas un abrir y cerrar de ojos,me encontraba frente a la tumba de mi madre,sosteniendo las pequeñas manos de mis hermanos mientras la gente se despedía de ella por última vez.

-Mami no volverá?- preguntó Gia entre sollozos.

Cerré los ojos,sintiendo una punzada en el corazón que dolía demasiado.

Cómo se supone que les debo explicar a unos niños de 6 años que no volverán a ver a su madre nunca más?

Una mano se topó con mi hombro y,cuando giré la cabeza para ver quién era,pude ver a Pedri, forzando una sonrisa, tratando de demostrarme su apoyo.

Volví mi mirada al frente y,cuando todo el mundo había terminado de darle el último adiós a mi madre, tomé tres flores entre mis manos.

-Vamos chicos,pongámosle estos tulipanes a mamá- sollocé extendiéndole una flor a cada uno de los mellizos.

Ambos la cogieron y nos acercamos juntos hasta el lugar donde descansaría mamá en la siguiente vida.

Una vez quedamos enfrente de su tumba,Gia y Mateo dejaron sus flores sobre la piedra de ésta y se alejaron corriendo a abrazar a Pedri.

Yo por mi parte,me tomé mi tiempo.

Me agaché un poco,dejando la flor en el centro de la piedra y acaricié la losa que estaba grabada:

Lettycia de Luca 06-12-1979/21-5-2023

-Lo siento mamá. Siento no haberte tratado como merecías en todo momento,siento no haberte contado lo que me sucedía cada vez que iba al colegio,siento haber hecho que casi perdieras a tu hija y, sobretodo,siento que te hayas tenido que ir sin ver crecer a tus hijos. Un día te prometí que,si algún día ya no estabas, cuidaría de ellos y pienso cumplir mi promesa y ser la mejor hermana del mundo. Te quiero mamá- dije dejando varias de mis lágrimas sobre la piedra.

Tomé aire y me levanté lentamente,girandome para ver a la poca familia que me quedaba.

Solo tenía a mis hermanos y... A Pedri. A pesar de no ser de mi sangre,ese chico se había convertido en parte de mi familia y anhelaba que jamás se fuese de mi lado porque,cada día que pasaba,estaba más convencida de que era el amor de mi vida.

Me acerqué al canario entre lloros,el cual me abrazó con fuerza y dejó un pequeño beso en mi cabeza mientras lloraba en su hombro.

-Tu madre estaría orgullosa de ti Antonella- susurró con la voz algo entrecortada.

Sonreí como malamente pude y,cuando me separé de él,mi mirada se encontró con la de la persona que menos quería ver en ese momento.

Papá...

-No tienes derecho a estar aquí!- grité dándole un empujón.

-Antonella,lo siento. Yo...- Marc iba a hablar pero,de nuevo,lo aparté de mí.

-Tu no perteneces a esta familia,vete!- exclamé aún llorando mientras seguía empujándolo.

-Antonella, respira- intervino Pedri separándome de mi padre.

Si es que así se le podía llamar.

Ojos Esmeralda•Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora