Capítulo XXVII

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-Te echaré de menos Leclerc- dije, manteniéndome aún abrazada a él.

-Y yo a ti princesa,no te haces una idea de cuanto- respondió antes de posar sus labios sobre los míos.

Charles debía volver a Mónaco ya que tenía que prepararse para la siguiente competición.

Odiaba no poder acompañarlo pero debía quedarme en casa,con mis padres y mis hermanos.

Cada día que pasaba,mamá y papá peleaban más,incluso por cosas absurdas y,a mi gran pesar,sabía que lo mejor era quedarme en Italia.

Al fin y al cabo,mi familia me necesitaba más que Charles en esos momentos.

-Si necesitas cualquier cosa no dudes en llamarme vale?- preguntó mirándome con atención.

Asentí lentamente y volví a besarlo de manera lenta,quedándonos varios segundos en esa posición hasta que su representante lo llamó,indicando que su vuelo estaba a punto de salir.

-Estaré aquí en 3 días amor. Te amo- dijo dejando un húmedo beso sobre mi frente antes de irse.

Bufé viendo como a cada paso que daba,el monegasco,se alejaba más de mí y no me quedó otra que girarme y volver a mí coche,tomando el camino correcto para dirigirme a casa.

Apenas acababa de llegar cuando unos sonoros gritos,procedentes del interior de la casa,resonaron en mis oídos.

Otra vez no...

Aceleré mi paso,tratando de llegar a la puerta de mi casa lo antes posible y,cuando por fin llegué,la abrí y entré en la casa apurada.

-No,basta! No quiero escucharte!- escuché alzar la voz a mi madre.

-Letty, porfavor, escúchame. Te lo suplico- rogó mi padre.

-Qué pasa?- pregunté acercándome a ellos con el ceño fruncido.

-Nada Antonella,vé con tus hermanos- volvió a hablar mi padre.

-Tienes el descaro de decir que no ha pasado nada Marc? Antonella ya tiene una edad,debe saberlo!- exclamó mamá mientras gesticulaba con sus manos,mostrando su nerviosismo.

-No creo que...- mi padre iba a volver a hablar cuando lo interrumpí.

-Saber el qué?- pregunté esta vez yo,más confundida que nunca.

-Diselo,o se lo diré yo- amenazó mamá.

Mi padre tragó duro y miró fijamente al suelo sin pronunciar palabra.

Mi madre por su parte,al ver la reacción de su marido, rió irónicamente y me miró a mí.

-Tu padre ha estado manteniendo unos furtivos encuentros con otra mujer desde que volvimos de España- dijo enfatizando todo su enfado en la entonación de cada una de las palabras que salían de su boca.

En ese momento me quedé en shock,no entendía nada.

-Es eso cierto?- pregunté dándole el beneficio de la duda a mi padre.

Su mirada se mantuvo fija en el suelo y,su silencio,fue la respuesta que necesitaba para saber que era verdad.

-Hija, lo siento yo...- una vez más,Marc iba a volver a hablar pero volvió a ser interrumpido por mí.

-No! No tienes derecho a llamarme así! Jamás vuelvas a decirme hija. Mi padre jamás hubiese hecho eso- grité furiosa.

Las lágrimas se amontonaban en mis ojos y estaba segura de que,en cualquier momento,iban a desbordar sobre mis mejillas.

Ojos Esmeralda•Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora