¡Han Jisung, un chico de 16 años, estaba acostumbrado a una vida de lujos. Sin embargo, todo cambió cuando sus padres fallecieron en un tragico accidente. De repente, se encontró en una situación desesperada y no tuvo más opción que buscar trabajo e...
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—entonces ¿Cuál es tu nombre?.—pregunto levantando la mirada.
Se quedó bloqueado con su belleza, el chico que tenía enfrenté suyo era la belleza que los ángeles poseían, sacudió la cabeza para quitar todo pensamiento sobre el chico.
—perdón, ¿que dijistes?.—pregunto al no prestar atención a lo que jisung había respondido anteriormente.
—jisung señor, mi nombre es Han jisung.—repitio nuevamente.
—muy bien.—dijo anotando en un papel.—presentate completo.—levanto la mirada de nuevo.
—este...mmm.—empezo a rascarse el cuello nervioso—yo...mmm soy han jisung.
—ya me habías dicho tu nombre, ahora dime ¿Cuántos años tienes jisung?.—pregunto el gerente hacía jisung con la mirada fija en el.
Eso lo puso aún más nervioso.
—16 años.—dijo bajando la cabeza.
El gerente lo suponía, cuando lo vio tenía la certeza que era solo un jovencito, lo supo porqué tenía la cara muy tierna para sus ojos, aunque lo descarto por el cuerpo que poseía el chico, muy atractivo para ser solo un niño.
—creo que hay un problema con tu edad jisung.—aviso cerrando el portafolio dónde apuntaba la información del chico.
Jisung lo sabía, sabía que lo rechazarían cuándo dijiera su edad, estaba preparado para la respuesta, siempre la negativa de permitirle trabajar.
—realmente necesito el trabajo, por favor.—suplico jisung.
—¿tienes el permiso de tus padres?.—jisung negó.— enserió lo siento, pero así son las reglas de esta cafetería.— aviso.
— muchas gracias. —respondio jisung levantándose de su lugar.
El gerente lo vio salir de su oficina muy decaído, por un momento, solo por un momento paso por su cabeza aceptarlo, se cegó por unos segundos por su belleza, aceptarlo le traería problemas, contratar a un jovencito no era permitido y el lo sabía perfectamente.
Jisung salió de la cafetería con pequeñas lágrimas en los ojos, para el no era novedad que no lo aceptarán por su edad.
Miró hacía el cielo y vio nubes negras y con relámpagos anunciado una lluvia fuerte.
Lo ignoro y caminó despacio aún llorando, ese día lloraría junto con el cielo, al menos no era el único triste.
Caminaba y se abrazaba así mismo por el frío que sentía, con toda la ropa mojada sobre su cuerpo, ahora sí se arrepentía de estar en esa situación.
Mientras pensaba que todo se estaba llendo a la mierda, un papel cayó en el suelo, lo levantó y lo tomo entre sus manos con mucho cuidado que no se rompiera.
