¡Han Jisung, un chico de 16 años, estaba acostumbrado a una vida de lujos. Sin embargo, todo cambió cuando sus padres fallecieron en un tragico accidente. De repente, se encontró en una situación desesperada y no tuvo más opción que buscar trabajo e...
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"Pequeña secuela"
Minho despertó sobresaltado al no sentir a Jisung a su lado. Buscó con la mano en vano, abriendo los ojos con angustia. La ausencia de su novio lo llenó de preocupación. ¿Dónde estaba Jisung?.
— ¿Jisung? — preguntó, parándose repentinamente al darse cuenta de que sus prendas no estaban en ninguna parte. Con un gesto de preocupación, se apresuró a colocarse la ropa rápidamente y salió a buscarlo afuera, con la angustia creciendo al no encontrar ni rastro de él en ninguna parte. Recorrió cada rincón sin éxito, sin tener la oportunidad de vislumbrar a Jisung en ningún lugar.
Pronto su oído captó una melodía suave y armoniosa que provenía de la cabaña, y sintió una chispa de curiosidad que lo impulsó a correr en su dirección para descubrir el origen de esa música que le resultaba tan familiar. Al llegar, se percató de que era el móvil de Jisung el que emitía esa melodía, indicando una llamada entrante. Sin dudarlo, lo tomó entre sus manos y observó atentamente el nombre que brillaba en la pantalla.
<JUDE LAW>
Ese nombre se le hacía conocido, como si lo hubieran escuchado de alguna parte que aún no recordaba con claridad.
Deslizó al botón verde y espero a que contestaran.
— ¿En dónde demonios te has metido, Jisung? ¡No puedes simplemente desaparecer así como si nada y hacer lo que se te antoje!.
— ¡quien carajos eres! y, ¿porque le hablas así a mi chico?. — la voz demandante resonó en el oído de Jude. — ¿que eres de jisung?— Jude se quedó perplejo ante la pregunta, sin comprender del todo el tono desafiante que el hombre había adoptado de repente.
— JAJAJAJA. — carcajeo. — así que esta contigo, ese maldito me las pagará.
— ¿Quien eres?. — grito nuevamente.
— Soy la persona que se encuentra disfrutando de la compañía de tu chico en cada noche, haciéndolo mío apasionadamente sobre la cama, en la mesa, en mi escritorio y en cualquier rincón que se me antoje. ¿Acaso desconocías esta verdad que ahora te revelo?.
La mandíbula de Minho se tensó con ira, sintiendo cómo la rabia se apoderaba de todo su ser. Cada palabra difamatoria pronunciada por ese bastardo resonaba en su mente, avivando el fuego que ardía en su interior. — ¿DEJA DE DECIR ESTUPIDECES!. — grito apretando el aparato con sus manos.
— no son estupideces, míralos por tu propia cuenta. — colgó.
En medio de ese torbellino emocional, su móvil vibró, indicando la llegada de un mensaje de un remitente desconocido. Con precaución, Minho deslizó su dedo sobre la pantalla, abriendo las imágenes adjuntas con una mezcla de curiosidad y temor.
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Y su espíritu dejó abandonado su cuerpo cuando vio todas las imágenes de Jisung con poca ropa. En la mayoría de ellas, lucía trajes de encaje en colores como el rojo, blanco, negro, azul y una variedad de tonalidades que desafiaban la imaginación. Cayó de rodillas en la arena, dejando escapar todas las lágrimas que había reprimido durante años. Lloró por segunda vez por alguien que no merecía su amor. Una vez más, se vio envuelto en mentiras y traiciones. Tanto su madre como Jisung lo decepcionaron por completo, dando la impresión de estar hechos del mismo material: mentirosos, manipuladores y traicioneros. Sentía que no merecía ser tratado de esa manera, especialmente después de haber entregado su amor de forma incondicional. Confío en ambos por amor, solo para verse defraudado y herido en lo más profundo de su ser.