¡Han Jisung, un chico de 16 años, estaba acostumbrado a una vida de lujos. Sin embargo, todo cambió cuando sus padres fallecieron en un tragico accidente. De repente, se encontró en una situación desesperada y no tuvo más opción que buscar trabajo e...
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La luz roja iluminaba cada vez más el lugar, la puerta en forma triangular se iba abriendo poco a poco. empezando a sonar la canción muy lentamente, haciendo que el ambiente se sentíera como la pluma de una ave, tan suave, como si la música te seduciera completamente.
El chico tenía una prenda muy exclusivo y reveladora.
Consistía en un pantalón de cuero ajustado a sus piernas, una camiseta transparente con adornos, el cabello lo tenía desordenado y lo más importante... su antifaz que cubría su identidad.
Bailó bajo las luces rojas. Su abrazo cautivador es llamativo y su talento hipnotizante junto con su mirada irresistible crean una atmósfera simplemente fascinante.
Su apariencia sofisticada y seductora desprende un aura de elegancia. Sus movimientos de baile sincronizados y la iluminación roja vibrante llenan el ambiente de energía. Cada paso grácil y preciso que da cautiva a los espectadores, atrayéndolos a su mundo.
Con la mano se tocaba la pierna hasta llegar a su cuello, cayendo de rodilla mientras hacía la cabeza hacía atras.
Seguía moviéndose como todo un profesional, haciéndo que todos los presentes lo desearán.
Con sus manos agarró el tubo, la espalda pegada en ella y se deslizó lentamente hacía abajo, haciéndo que sus nalgas tragara el tubo.
se podían escuchar los gritos y silbidos de los presentes por todo el lugar.
Tirándole fajos de billetes, rosas hacía el chico.
Minho ni siquiera pestañeo, su mirada estaba fija en el chico, en su mente retumbaba la música y los movimientos obscenos que lo hacían delirar completamente.
No podía ver su rostro, pero si disfrutaba ver como el chico sacaba la lengua mientras lamia aquél tubo.
No quería, pero se le fue imposible no imaginár que su pene fuera el tubo, le tuvo tanta envidia a ese palo de metal que se metía en las nalgas del pelinegro.
Lo quería joder, lo deseaba tanto, lo quería en su cama, quería hacerlo suyo, completamente suyo.
Ahora comprendía a changbin, lo entendía perfectamente, changbin tenía razón al decir que ese chico volvía loco a cualquiera.
Pues lo estaba, se estaba volviendo loco, aquel chico se movía tan bien, todo era perfecto en el.
No se dio cuenta que el show terminó por estar metido en sus sucios pensamientos, las luces moradas y verdes se encendieron nuevamente.
El chico entro por aquella puerta triangular nuevamente y el público se volvió loco.
Gritándole que no se valla, que querían verlo bailar de nuevo.
Minho estuvo de acuerdo con el público.
Lo quería ver de nuevo allí, en el escenario, robandose toda su atención, llevándolo a imaginar miles de cosas con el.
