Capítulo 2

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Mi mirada viaja de foto en foto, mirando la multimedia de mi cámara.

Me encanta la fotografía, es mi hobby. No puedo evitar sentir la necesidad de sacar mi cámara de fotos cada dos por tres y plasmar aquello que llama mi atención. Pero nada de lo que fotografío es demasiado bueno. Es solo una foto normal, no tiene el arte necesario para que alguien se pare y diga: ¡Que preciosidad! Debería de estar expuesto en algún sitio.

Ojalá.

Intento no chocarme con nadie mientras presto atención a la pantalla del aparato que tengo en manos y casi me caigo varias veces al tropezar con quién sabe qué.

Una vez que levanto la mirada, veo que estoy sola en la calle aun que no me parece raro. Es domingo y está a punto de hacerse de noche, por no decir que estuvo lloviendo.

Apuro el paso, intentando llegar a casa antes de que caiga la noche o vuelva a llover, pero esta vez apago mi cámara y camino con la mirada puesta en mis zapatos. Mi corazón empieza a palpitar deprisa y no entiendo por qué, tampoco es como si estuviera haciendo mucho ejercicio físico. Frunzo el ceño al sentir una sensación rara, como si alguien tuviera puesta la mirada en mi nuca. Miro por encima de mi hombro pero no hay nadie.

Entonces, en mi mente se empiezan a reproducir escenas de películas de miedo donde "supuestamente" nadie seguía al protagonista en una calle vacía.

Niego con la cabeza intentando no pensar en eso. Todos saben que no se deben pensar esas cosas en momentos así. Sigo andando, pero mi paso es todavía más apurado que antes. Solo por si alguien en verdad está siguiéndome.

Puedo jurar que mi corazón está a punto de desbocarse y entonces oigo un sonido detrás de mí. Mi corazón pega un salto y me doy la vuelta inmediatamente simplemente para ver que todo sigue igual, la calle desierta y el sol poniéndose a lo lejos.

Un perro empieza a ladrar y se me escapa un pequeño grito mientras me vuelvo. Mi corazón late con tanta fuerza que parece que está a punto de salirse de mi pecho y mi respiración es agitada. Cierro los ojos y me llevo la mano a la frente, limpiando el sudor frío de ella. Tomo un inspiración profunda y me obligo a tranquilizarme.

A veces me sorprende lo asustadiza que puedo ser.

Una vez me calmo, reanudo mi caminata pero por alguna razón sigo alerta, como si mi conciencia no quisiera que me relajara todavía.

Cuando llego a la calle más cercana a mi casa y me paro en seco, enciendo la cámara y enfoco el objetivo. La foto se plasma en la pantalla, pero no aparto mi vista de la mirilla del aparato.

Mis manos comienzan a temblar.

Por fin, después de ese pequeño shock, me atrevo a mirar atrás y, a unos metros detrás de mí, hay una sombra.

Cualquier persona pensaría que es alguien que está paseando, pero yo sé que no es así. Está parado, como si esperara algo y su mirada está puesta en mí. Puedo sentirla.

Mis piernas se mueven antes de que yo lo ordene y me encuentro corriendo hacia mi casa. Miro hacia atrás.

"¡No mires atrás, idiota! Sigue corriendo."

La voz de mi conciencia me hace volver la vista hacia delante pero un cuerpo se interpone en mi camino, haciéndonos chocar con fuerza.

"Demasiado tarde".

Estoy a punto de caerme pero alguien me coge por los codos y me ayuda a estabilizarme. Cuando levanto la mirada me encuentro con unos ojos marrones muy conocidos.

-¡¿Adam?! -digo, extrañada.

Él sonríe al verme tan agitada.

-¿A que se debe tu alteración? -arquea una ceja y yo frunzo las mías.

Forbidden CreaturesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora