Capítulo 25

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Acaricio con delicadeza la suave tela que rodea mis bazos, agarrándola para poder cubrirme mejor con ella. La tarde es fría y nublada, el invierno se está aproximando y la gente comienza sus preparativos para la estación. Observo cómo algunos comerciantes hablan animadamente con sus compradores, vendiendo las últimas provisiones y telas. El tenue viento alborota algunos mechones de mi oscuro cabello, que se han soltado del recogido que sujeta el resto de mi pelo.

En realidad no siento el frío del ambiente, estoy demasiado enfrascada en todas las cosas que rondan mi mente ahora mismo que ni siquiera soy capaz de darme cuenta de que alguien se está aproximando.

Te estás helando –dice una voz familiar en mi oreja y me vuelvo sobresaltada hacia el hablante.

Lyall me mira preocupado y por primera vez no me encuentro reconfortada por su presencia. Mis manos comienzan a hormiguear y oscuros pensamientos surcan mi mente sin control. Pongo mis manos sobre el borde de la barandilla de la torre y miro hacia abajo de nuevo, hacia los habitantes del lugar. Trago duro antes de separar los labios, sin mirar a mi hermano.

Lyall, esto no me gusta nada –confieso en un hilo de voz pero gracias a la gran audición del hombre lobo, puede escucharme a la perfección.

Lo sé, a mi tampoco me gusta. Parezco un paisano –responde, sacando a relucir una sonrisa divertida para animar el ambiente pero la mueca de preocupación no abandona mi rostro.

No quiero que vayas –objeto, decisiva, cogiendo uno de sus brazos y agarrándolo con fuerza como si eso fuera suficiente para impedir que se alejara de mí–. Me prometiste que haríamos algo, juntos.

Su sonrisa se transforma en una mueca y se aparta de mí, haciendo que mi brazo caiga, sin vida. Siento como si una parte de mí se estuviera desgarrando y por primera vez en mucho tiempo, tengo miedo. Miedo de lo que será de mí sin mi hermano, de lo que le podría suceder a él mientras esté fuera, de lo que Padre podría hacerme en la ausencia de Lyall pero, sobretodo, miedo de perder a la única persona a la que realmente le importo.

Cojo una gran bocanada de aire, intentando mantener bajo control el cúmulo de sentimientos que se aglomera en mi interior. Miro expectante la figura de mi hermano, quien me da la espalada y puedo percibir el debate mental que está teniendo en estos momentos. No quiero presionarlo pero la desesperación que siento por no recibir una respuesta es demasiado grande. Tengo que apretar mis manos en puños para controlarme y no comenzar a hablarle bruscamente.

Espero lo más pacientemente que puedo a que alce su cabeza y se gire lentamente hacia mí y entonces, sin más, mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas porque ya sé cuales serán sus palabras:

Lykaios... –me mira intensamente y se acerca lo suficiente como para posar la palma de su mano sobre mi mejilla. Cierro los ojos, no queriendo ver su expresión y perder el poco control que me queda–. Sé que te he hecho una promesa y pienso cumplirla, lo juro.

No jures algo de lo que no estás seguro que podrás cumplir –digo en un hilo de voz, abriendo los ojos y provocando que una lágrima resbale por mi fría piel.

Pero estoy seguro –mira mis ojos con sus orbes grises y un sentimiento cálido comienza a recorrer mi cuerpo a través de mi venas–. Volveré en unos días, de eso estoy seguro. Volveré por ti y nadie ni nada me impedirá hacerlo.

Muerdo mi labio inferior intentando evitar hacer un puchero mientras más lágrimas caen por mi rostro. Me abalanzo sobre mi hermano y lo abrazo con fuerza. Mi corazón me pide que no lo suelte jamás, que me aferre a él como si mi vida dependiera de ello aun que ya no estoy segura de si eso es realmente una metáfora o no.

Forbidden CreaturesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora