Capítulo 19

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Mis ojos se empiezan a cerrar por el cansancio. Llevo tres horas metida en la sala de espera del hospital y todavía no han informado sobre Dylan. Intento evitar quedarme dormida pero el sueño me puede y decido cerrar los ojos por unos minutos.

La cara de los tres chicos que me atacaron viene a mi mente, un escalofrío recorre mi cuerpo al recordar aquella escena y mis ojos se vuelven a abrir de golpe. Suspiro pesadamente y me inclino hacia delante en la silla, apoyando los codos en mis rodillas y llevando mis manos al pelo, apartándomelo de la cara.

Los recuerdos de esta noche no paran de venir a mi cabeza, haciéndoseme imposible pegar ojo para descansar un poco.

Por el rabillo del ojo capto un movimiento a mi derecha y levanto la vista para encontrarme con Adam. Camina hacia mí con las manos en los bolsillos y los hombros levantados. Sé que está tan preocupado como yo y por eso actúa de esta manera.

Se sienta en el asiento que está a mi lado y se queda mirando el suelo de baldosas blancas como si guardara todos los secretos del mundo.

–¿Se sabe algo? –pregunto en un hilo voz.

No sé por qué hablo en susurros pero siento que si levanto la voz demasiado alguien vendrá a reñirme. Todo está tan callado a excepción de algunos quejidos de pacientes y murmullos de los acompañantes.

Adam sólo niega con la cabeza sin apartar la vista del suelo. Suspiro y me echo hacia atrás apoyando mi cabeza en la pared. Desde que la adrenalina se ha esfumado de mi sistema, el cansancio ha aparecido de golpe multiplicado por mil. Los músculos me duelen y todavía no me he limpiado la sangre de las manos.

–¿Quieres que te lleve a casa? Ya es tarde –pregunta el chico y giro la cabeza para mirarlo.

Me pregunto cómo será mi aspecto en este momento. Probablemente terrible pero quién no estaría así en un momento así.

Niego con la cabeza y miro mis manos en mi regazo. No pienso irme hasta que sepa algo de Dylan.

El chico de ojos marrones asiente con la cabeza y se echa hacia atrás imitando mi postura. No puedo evitar que mi cabeza se incline hacia un lado y se apoye en su hombro pero se siente tan bien que no voy a alejarme. Mis ojos se cierran poco a poco y sin que me de cuenta me quedo dormida.

(...)

Alguien agita mi hombro con delicadeza y me despierto de mi agradable sueño. Abro mis ojos con tanta pesadez que parece que mis párpados se han pegado con pegamento e intento enfocar mi vista. Paso mis manos por mi rostro para despertar y miro hacia la persona delante de mí.

–Ya está en la habitación –me informa Adam y asiento, cansada, todavía sin procesar la información del todo.

Me levanto del asiento y vamos hacia las habitaciones a esperar por el médico. Un par de enfermeras entran y salen de la habitación con cosas extrañas en las manos, bastante apuradas. Me acerco a la puerta cuando esta se cierra y miro por la pequeña ventanita en el centro, mientras Adam habla con los chicos que acaban de llegar de la cafetería. Miro a través del cristal y en lo primero en que me fijo es en las máquinas y tubos que rodean la camilla. Los médicos y enfermeras revisan todo, incluido el cuerpo inconsciente del chico. Me aparto de la puerta incapaz de seguir mirando y vuelvo hacia dónde está Adam.

–Ya la he llamado yo –comenta Amanda. Su aspecto se ve muy cansado–. Parecía asustada pero me dijo que no tardaría en llegar.

Frunzo el ceño al no entender nada pero sólo me acerco al grupo en silencio. No estoy de humor para hablar ahora mismo.

Forbidden CreaturesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora