Mis dedos helados rodean el volante del coche de mis padres con fuerza hasta que el color de mi piel se vuelve blanquecino. El palpitar de mi corazón acelerado resuena por mis oídos mientras mis ojos se mantienen fijos en las escaleras que suben a la entrada del instituto. No sé si estoy esperando a ver la melena rojiza de Amanda o la cabeza morena de Adam subiendo los escalones o simplemente estoy comprobando que no se encuentran cerca. De todos modos, el manojo de nervios que me invade me mantiene paralizada en el sitio.
No he podido pegar ojo en toda la noche y, cuando por fin sonó la alarma en mi teléfono, he tenido que tomarme unos momentos para armarme de valor y salir de la cama para afrontar la realidad. No estaba lista para volver al instituto y encontrarme con aquel grupo de chicos que me defendieron la noche del viernes. Todavía no lo estoy y es por eso que me mantengo encerrada en el coche, sin mover un solo músculo de mi cuerpo.
Sé que es una tontería, que no puedo actuar de esta forma, no ahora cuando la humanidad necesita mi ayuda. Cierro los ojos con fuerza y aprieto aún más el volante mientras tomo una respiración profunda para calmar el palpitar frenético de mi corazón.
–Venga, Hayley. No puede ser para tanto –me aliento a mí misma en un intento de romper la tensión que me rodea.
Cuando abro los ojos de nuevo siento cómo parte de mi cuerpo se relaja y me siento con la capacidad de abrir la puerta del coche. Maldigo por lo bajo en el momento en el que una ráfaga de viento fresco me azota de lleno. Me arrepiento en este preciso momento de no haber traído una chaqueta. En realidad, había salido demasiado apurada de casa, no queriendo escuchar los comentarios de mi madre a la que he estado evitando todo el fin de semana. Desde que apareció Dylan en la puerta de mi casa y yo sollozara sobre su hombro, ella se vio en la obligación de interrogarme sobre lo sucedido y bombardearme con preguntas y comentarios alentadores innecesarios.
No la culpo por preocuparse porque sé que yo no suelo actuar de esta manera. Y no puedo evitar tampoco reñirme a mí misma por comportarme de esta forma tan poco agradecida pero no puedo evitarlo. Cada mención indirecta de mi estado de ánimo sólo hace que me hunda más en mi miseria porque, después de la descarga de ira hacia Dylan y su grupo vinieron los sentimientos contrariados. Estoy hecha un torbellino de dilemas y sentimientos incontrolables porque lo que quiero no es lo que debo hacer. Porque, principalmente, no puedo relacionarme con el enemigo si estoy dispuesta a destruirlo.
Sé que es precipitado pensar de esta forma pero, ¿qué se supone que deba hacer? No puedo negar el hecho de que mi destino ha estado escrito desde mucho antes de que naciera y Lykaios no hace más que recordármelo, enviándome recuerdos de cuando ella todavía vivía.
Ella ha trabajado duro, ha perdido tanto para conseguir la "paz". No puedo negarme a ello, no después de todo. Desearía con todas mis fuerzas que sus razones fuesen inciertas, que todo sea una exageración o que el tiempo realmente hubiera arreglado las cosas pero somos humanos, incluso los hombres-lobo son mitad humanos y seres como nosotros cometemos errores que, a veces nos llevan a la destrucción.
Nosotros fallamos al creer que, por salvarnos del odio de los licántropos, teníamos el derecho a erradicarlos de la faz de la tierra. El odio hacia estos seres se explayó de tal manera que, incluso en continentes cercanos, la purga se convirtió en un símbolo de poder.
Cada vez que me paro a pensar en ello, la decepción comienza a invadir mi pecho. Fueron estas cosas las que provocaron que, aquellos licántropos que sobrevivieron a la matanza atroz, se volvieran en contra de los humanos con más intensidad y odio que nunca.
Me he tomado el lujo de suponer que, los licántropos que me persiguen, aquellos para los que trabajan Dylan y su pandilla son los que buscan la venganza de sus ancestros. Creo que lo que intentan hacer es atraparme y matarme –o quizás sólo quieran convencerme de no ir en su contra–. Pero, en todo caso, no puedo dejar que me capturen, sea para asesinarme o crear un pacto porque, después de atacarme tantas veces, he perdido la poca confianza que tenía en los licántropos.
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Forbidden Creatures
WerewolfHayley Lowell es una chica de 17 años a la que, al empezar el último año de instituto, le empiezan a suceder cosas extrañas. Las pesadillas no la dejan tranquila, un hombre de característicos ojos rojos no para de perseguirla, alguien empieza a habl...