Capítulo 23

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El cielo vuelve a estar nublado, lo que no es de extrañar. Parece que por la noche lloverá un poco pero no es nada seguro, el tiempo aquí siempre tiene vida propia. En mi casa hace calor, para contrastar con el viento frío que te cala los huesos de fuera.

La música resuena por todo mi cuarto mientras mi amiga y yo nos preparamos para acudir a la fiesta de Halloween que ha organizado el instituto. Mi disfraz de bailarina es de color negro, con un corsé que se ajusta a mis curvas y más cómodo de lo que pensaba. El tutú es de tul, con plumas del mismo negro azabache decorando la cintura. Llevo puestos unos zapatos de tacón que me prestó mi amiga y realmente pienso que me voy a romper un pie con estos zapatos.

Clara me maquilla la cara como aparece en la película y la verdad es que le está quedando bastante bien. Ella lleva puesto un disfraz exactamente igual que el mío pero en blanco. Su cara está maquillada de manera que sus párpados brillen en un tono plateado, haciendo resaltar en color de sus ojos. Sus labios están pintados de color rosa y todo en ella irradia inocencia. Yo, en cambio, soy todo lo opuesto. Mis ojos están maquillados de forma que parece que tengo una máscara cubriéndolos y mis labios son rojo pasión, representando la maldad.

Dylan no me ha querido decir de qué se va a disfrazar, quiere que sea una sorpresa. No tengo ni idea de qué se le habrá ocurrido para disfrazarse y tengo mucha curiosidad por verlo. Estoy convencida de que cualquier cosa le quedará bien, nunca he visto a un chico como él al que le quede todo bien y me hace sonreír tontamente.

–¿De que te ríes? –pregunta mi amiga, dejando el pincel con el que maquillaba mis ojos sobre la mesa.

–No es nada –digo, dándome cuenta de que de verdad he sonreído con mis propios pensamientos.

Mi amiga niega con la cabeza, también con una sonrisa en los labios. Son las 19:00, ya ha empezado la fiesta y me pregunto cómo han decidido decorar el pabellón. El colegio estaba lleno de telas de araña y arañas falsas en las taquillas, puertas, etc. La cafetería ofrecía comida de aspecto sangriento y podrido pero que en realidad estaba bastante bueno y había velas por todas las mesas. Algunos profesores habían decidido disfrazarse, al igual que algunos alumnos pero la mayoría ni siquiera prestaban atención a lo que se daba en clase, demasiado ansiosos por la fiesta.

La verdad que es que esta fiesta es la mejor idea para calmar a la gente después de todos los ataques. Al ser en el colegio y con profesores vigilando, la gente se siente más a salvo y, además, nadie le dice que no a una fiesta.

Mi móvil vibra encima de mi mesilla y me levanto del retrete donde me estaba sentando para que mi amiga me maquillara. Salgo del baño, dejando a mi amiga peinándose y cojo el móvil.

Dylan:

Salgo de casa ;)

Sin quererlo, sonrío y vuelvo a dejar el móvil en su sitio. Me levanto y miro mi reflejo en el espejo de cuerpo entero de mi habitación. El disfraz es muy bonito y me queda muy bien. Me gusta lo elegante que se vuelve cuando mi pelo está recogido en un moño y realmente parezco una bailarina. Mi amiga sale del baño, colocándose sus tacones blancos y se endereza alisando su tutú. Me sonríe mientras coge sus cosas.

–¿Está ya?

Niego con la cabeza, revisando mi móvil de nuevo.

–No, pero si quieres vamos bajando.

Ella asiente y cojo mis cosas, abriendo la puerta de mi cuarto y apagando la luz después de que mi amiga salga. Puedo escuchar la voz de mis padres en la cocina, seguramente hablando sobre el trabajo o quién sabe qué. Entramos en la habitación, riéndonos de algo que comenta Clara y mi madre pone su atención en nosotras. Me siento en uno de los taburetes que hay en la isla de la cocina, dejando mi móvil a un lado y le robo una patata frita a mi padre, quien está cenando.

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