Capítulo 17

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El timbre que da comienzo a la hora del almuerzo suena con gran estruendo. Los alumnos salen del aula a toda prisa, haciendo caso omiso de las palabras del profesor. Clara camina a mi lado en dirección a mi taquilla. Yo, mientras tanto, miro todas y cada una de las caras de los adolescentes en el pasillo esperando ver aquellos ojos verdes que tanto extraño.

Desde los acontecimientos del jueves pasado, tanto Dylan como su grupo de amigos han desaparecido de la faz de la Tierra. No había rastro de ninguno por la ciudad. No respondían al los mensajes o a las llamadas. Por si no fuera poco, la policía está interrogando a los alumnos del instituto porque prácticamente todos estábamos en aquella fiesta. De vez en cuando vienen por las clases y se llevan a alguien a dirección a interrogarlo.

A Clara y a mí todavía no nos han dicho nada pero es solo cuestión de tiempo que nos metan en aquella sala y empiecen a preguntar.

Mi madre también estuvo a punto de entrar en pánico. Al parecer la aparición del hombre-lobo en la fiesta y la huida de los invitados del recinto provocó que varios de ellos acabaran en el hospital. Mis padres estaban trabajando allí en ese momento y cuando llegaron a casa mi madre estaba perdiendo los nervios. Por suerte Clara estaba conmigo en aquel momento. Ella había decidido quedarse a dormir en mi casa por si las moscas, algo que le había agradecido mucho en ese momento.

Mis padres me cuestionaron sobre los acontecimientos esa misma noche y prácticamente me prohibieron salir después de las ocho y media de la noche.

Después de eso, todo volvió a la normalidad. Más o menos.

Los alumnos parecen no recordar lo sucedido aquella noche y actúan como si nunca hubiese pasado algo. Yo, por mi parte, lo recuerdo como si hubiera sido ayer mismo. Cada noche es una pesadilla. Y la desaparición de Dylan y sus amigos solo empeora más la situación.

Al principio pensé que Dylan intentaba evitarme. El viernes no había acudido a clase y en el fin de semana no respondía a mis llamadas. Cuando el lunes llegó, sus amigos estaban desaparecidos también.

Clara no es de mucha ayuda tampoco. Cada vez que le saco el tema de Adam ella se niega rotundamente a hablar sobre él. Y a pesar de eso sé que a ella también le preocupa la desaparición de los chicos.

–Hayley –me llaman pero la voz suena lejana así que no le hago mucho caso–. ¡Hayley!

Vuelvo la mirada de repente hacia mi amiga y me doy cuenta de que nos hemos parado frente a mi taquilla y es ella la que me ha llamado.

–Lo siento –murmuro y me dispongo a abrir el casillero–. Hoy no es mi mejor día...

–Al parecer esta no es tu mejor semana tampoco... –responde mientras saco los libros–. Hayley seguro que él está bien. Probablemente esté de viaje.

Niego con la cabeza y cierro la taquilla.

–Clara, ha pasado una semana desde el jueves pasado. Si estuviera de viaje habría sido en el fin de semana. Además...

Me callo porque tenía pensado no hablar de ese tema pero al parecer mi día va tan bien que abro la boca de más.

–¿Además qué? –inquiere.

–No es nada...

–Hayley, si no fuera nada no habrías dicho eso.

Suspiro y nos encaminamos hacia la cafetería. Somos las únicas en el pasillo.

–Yo... Fui a buscar a Dylan a su casa –digo en un hilo de voz mientras mis mejillas se encienden.

La escena de ayer se me viene a la mente entonces.

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