Cuando cierro la taquilla me permito unos segundos para mirar a mi alrededor. El pasillo ya está prácticamente vacío, las pocas personas que quedan se dirigen a la salida, ansiosos por llegar a casa o a donde sea cuanto antes. La decepción traicionera me llena el pecho y cierro los ojos en un intento de reprimirla. Siento cómo mi corazón intenta moverse hacia el lado contrario que mi mente, haciéndome sufrir al recordar las palabras de Dylan.
Sé que me he comportado mal con él. La mayoría de las cosas que le dije fueron intencionadas para que viera que no podemos estar juntos. Sin embargo, también había verdad en ellas. No puedo ni siquiera explicar la manera en la que me hizo sentir cuando me di cuenta de lo tonta que había sido al negarme a ver lo que tenía delante de mis ojos y darme de bruces con la realidad. Realmente me rompe el corazón que él no tuviera la valentía de decirme la verdad cuando realmente importaba. Me duele saber que, por esta misma razón no puedo confiar en él. ¿Qué era lo que pretendía si no engañarme?
Tomo una respiración profunda en un intento de despejar mi mente y meto mi mano en uno de los bolsillos delanteros de mi pantalón, acariciando el pequeño trozo de papel. Milagrosamente, mi mente viaja del chico de ojos verdes a la realidad y me doy cuenta de cuán urgentes son los asuntos que debo tratar hoy.
Agito mis hombros antes de comenzar a andar decidida hacia la salida. La lluvia no ha parado desde que llegué al recinto escolar y ahora mismo ha cogido más intensidad. Aprieto mis labios juntos formando una fina línea de disgusto al darme cuenta de que me voy a mojar en mi trayecto hacia el coche. Antes de que me arrepienta, me echo a correr escaleras abajo, agarrando las correas de mi mochila para evitar que rebote demasiado contra mi espalda.
La lluvia no tarda en empaparme completamente y la fría agua cala mis huesos con intensidad, traspasando la tela del jersey que llevo puesto y humedeciendo mis vaqueros. Agradezco al cielo haber decidido ponerme una botas negras de invierno porque por lo menos son resistentes al agua.
Me apresuro a sacar las llaves del coche del bolsillo externo de mi mochila y lo desbloqueo en los últimos centímetros que me quedan para alcanzar el vehículo y me meto dentro a toda prisa, cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria. Una vez dentro dejo escapar un largo suspiro mientras restriego mi cara con mis manos, apartándome el pelo empapado que se me pega a la mejillas. El frío todavía sigue presente en mi cuerpo aún cuando ha dejado de lloverme encima así que no tardo en meter la llave en el contacto y encender la calefacción.
Echo mi cabeza hacia atrás en el asiento y cierro los ojos. Siento que todavía no he asimilado del todo lo que está pasando y sé que necesito concentrarme si quiero que esto funcione. Siento la actividad de Lykaios en mi cabeza y un leve pinchazo ataca mi sien. Frunzo el ceño por la molestia pero no hago nada por evitarla.
"Hayley, debes mantener tus sentimientos a raya o esto acabará siendo un caos", me regaña Lykaios y frunzo los labios.
No me gusta que me recuerden las cosas como si tuviera cinco años. Sé lo que tengo que hacer y lo que no. El problema es que no consigo evitar hacerlo de igual modo. No puedo evitar sentirme de la manera que lo hago hacia lo que está sucediendo, hacia lo que debo hacer y los riesgos que eso tiene.
Bufo y levanto la mirada. El aparcamiento está prácticamente vacío y no me sorprende. Son ya pasadas las cuatro y media de la tarde. Muerdo mi labio inferior y me digno de una vez por todas a meter mi mano en el bolsillo del pantalón que contiene el trozo de papel y lo saco con cuidado.
El pequeño cartón apenas tiene más que un par de letras escritas pero son suficientes para reconocerlo. Mi corazón empieza a acelerar su pulso con anticipación y tengo que tomar una respiración profunda para calmar mis nervios, que hacen que las puntas de mis dedos hormigueen. Cojo mi móvil con manos temblorosas y vuelvo a mirar el número de teléfono que indica la tarjeta bajo el nombre de Detective Richard Reed.
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Forbidden Creatures
WerewolfHayley Lowell es una chica de 17 años a la que, al empezar el último año de instituto, le empiezan a suceder cosas extrañas. Las pesadillas no la dejan tranquila, un hombre de característicos ojos rojos no para de perseguirla, alguien empieza a habl...