Capítulo 7

177 16 3
                                    

Escalofríos recorren mi cuerpo cuando me doy cuenta de que estoy sumida en una oscuridad tan densa que no puedo distinguir mi mano de ella, a pesar de que esté a centímetros de mi cara. Hace frío y tengo que abrazarme a mí misma para poder retener el calor. Mis brazos están totalmente descubiertos y cuando mis manos tocan la piel tengo que retirarlas inmediatamente. Mis dedos están helados.

Miro a mi alrededor a pesar de no ver nada y, después de unos minutos debatiéndome, decido comenzar a caminar despacio. No quiero chocarme con nada así que con mis brazos tanteo la oscuridad. Mis pies se enredan con algo y sin poder evitarlo caigo de rodillas al suelo, haciéndome daño en las manos.

Una luz aparece delante de mí y alzo la mirada para tener que cerrar los ojos de inmediato. La oscuridad era tan intensa que ahora tengo que acostumbrarme a esta leve luz pero se apaga casi tan pronto como se enciende.

Otro escalofrío recorre mi cuerpo de arriba abajo y puedo sentir como el miedo empieza a aflorar dentro de mí. Nunca le he tenido miedo a la oscuridad desde que era muy pequeña pero el terror de quedarme aquí para siempre, sin poder ver nada, expuesta a cualquier criatura aterradora hace que los músculos de mis extremidades se agarroten haciendo que me quede paralizada.

La temperatura desciende en cuestión de segundos, un viento helado echa para atrás mi pelo, apartándolo de mi cara y el suelo se vuelve como un bloque de hielo. Me pongo en pie y me doy cuenta entonces de que estoy descalzada, el frío calando la piel de mis pies haciéndome sentir mis dedos volverse azules.

Comienzo a caminar hacia la luz que ahora comienza a parpadear, como si la bombilla estuviera estropeada. Mis pies pisan algo pegajoso y ahogo un gritito asqueado. Sigo caminando intentando no pensar en qué es lo que estoy pisando. Me abrazo a mi misma a pesar del que todo mi cuerpo está frío pero necesito un poco de calor. La luz se enciende unos segundo y veo el vaho salir de mi boca cuando respiro. Se vuelve a apagar dejándome en total oscuridad pero me obligo a seguir caminando.

Cuando se vuelve a encender una sombra se mueve a mi izquierda y me vuelvo de inmediato pero la luz ya está apagada. La boca de mi estómago se cierra con el miedo y el latido de mi corazón empieza a acelerarse.

Vuelvo a caminar y con el primer paso que doy la bombilla vuelve a encenderse y la sombra pasa a mi derecha. Me vuelvo para que, de nuevo, la luz se apague y mi respiración se vuelva agitada.

Estoy aterrorizada.

Vuelvo a caminar y cuando la luz se enciende siento la sombra volver a moverse pero cierro los ojos con fuerza y me obligo a seguir caminando. Me detengo justo debajo de la bombilla, que está colgando del techo y estiro el brazo. Cuando la punta de mis dedos tocan el cristal, la luz impregna toda la habitación, dejándome ciega por unos segundos.

Tengo que parpadear unas cuantas veces antes de acostumbrarme a la iluminación y cuando por fin lo hago deseo haberme quedado en plena oscuridad.

Mi mano cubre mi boca con horro y ahogo un grito. Siento que pierdo el equilibrio pero me agarro a una mesa que está a mi lado para después gritar horrorizada. Me aparto de inmediato sintiendo la sangre bañar la palma de mi mano. Una persona está tirada bocabajo en el mueble, con su cabeza girada a un lado, dejándome ver su rostro.

Sus ojos están abiertos pero sé que está muerto. Un vestigio de terror hace que su mirada brille a la luz artificial de la bombilla. Su boca está abierta y de ella caen gotas de sangre, que golpean un charco en la mesa que cae hasta el suelo y llega hasta mis pies, lo que responde mi duda de qué es lo que estoy pisando.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos pero me obligo a mí misma a mantenerlas a raya y entonces es cuando el olor llega a mis fosas nasales.

El olor de muerte, a podredumbre.

Forbidden CreaturesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora