39. Amabilidad

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El resto de la noche me mantuve sin poder dormir, el insomnio que me generaba el tan solo pensar que estuve al borde de morir por tercera vez en tan pocos días, ya no podía tomarlo a la ligera.

En el espejo se reflejaba una TN pálida con dos bolsas bajo los ojos de un tono violáceo debido a las escasas horas de sueño.

— Me veo horrible —.

Alcé el borde en dónde terminaba mi camiseta para chequear el estado de la nueva lesión. Está vez dolía mucho más.

El vendaje se acomodaba torpemente sobre las gasas cubriéndolas apenas. Solté el nudo y estás se deslizaron hasta el suelo dejando al descubierto el apósito manchado de sangre ya oscura, parecía que se había adherido a los bordes del corte.

Coloqué mi pierna bajo la ducha para que el agua caliente pudiese facilitar la separación de la venda con mi herida.

— Mierda —. Ahogué un grito por el ardor que me generaba el contacto con el agua. — Creo que necesito puntos —. Está vez el corte no era extenso pero los bordes se encontraban separados uno del otro enrojecidos demostrando la profundidad de la estocada y si no la manipulaba con cuidado esto podría verse aún peor e infectado.

— Eres un experto utilizando ese maldito cuchillo pero bastante torpe si de curar se trata — Sonreí con ironía recordando el temblor de sus manos al colocar cada material de tela, como si sintiera miedo de causarme más daño, tan solo bastaba ver el vergonzoso intento de vendaje para asegurar que no era lo suyo.

Un desquiciado cómo tú solo puede herir, y esa máscara. — Quién diablos eres que debes utilizar una máscara —. No es como si pudiese distinguir su rostro, y de ser así el caso, tal vez solo debería matarme.

Cubrí el corte con una venda simple luego de aplicar antiséptico, antes del trabajo pasaría por el hospital para que me trataran mejor y me pudiesen brindar algún analgésico que alivie el dolor.

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En total conté ocho puntos los que no dolieron si los comparo con el filo de su cuchillo sobre mi piel. En los registros médicos mentí explicando que fue un accidente casual porque yo era bastante torpe y utilicé la cicatriz en mi otra pierna como parte de la historia para sonar más creíble.

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— Te sucedió algo? —. Laura me observó preocupada por mi estado actual. Parecía un muerto viviente, el corrector de maquillaje cubría apenas el color morado bajo mis ojos, y aunque me aseguré de darle un poco de color a mis mejillas junto con el de mis labios, no había mucho que salvar con mi mirada cansada y mi caminar lento.

El medicamento funcionó, al menos podía caminar sin tanto esfuerzo.

— Es solo que apenas pude dormir —. Confesé soltando un bostezo.

— No será por lo qué me contaste ayer o si? —.

Asentí tapando mi boca con una de mis manos. — Sigo preocupada, pero creo que con el tiempo podré olvidarlo —.

— La próxima vez que no puedas dormir deberías llamarme. Es más, hay que programar una pijamada — Su voz sonó aún más animada frente a dicha idea.

— Claro que si —. Sonreí sosteniendo las ganas de volver a bostezar.

— Te llamo más tarde entonces, para ponernos de acuerdo —.

— Lo hablamos en unas horas más —.

Mientras colocaba las bandejas en orden una sobre la otra, Laura se acercó con el ceño fruncido.

— Por qué ese rostro? —. Le pregunté secando la humedad de mis manos contra el delantal.

— Recuerdas que hace días tuviste una discusión con unos sujetos? —.

Comencé a hacer memoria pero nadie llegó a mis recuerdos. — No recuerdo, pero por qué lo preguntas? —.

— Es que pude distinguir a uno de ellos en el mesón frente a la ventana —.

Ambas alzamos nuestros rostros por sobre la ventana de la cocina, el chico se mantenía de espaldas a nosotras, vestía con una sudadera azul, color que últimamente me atormentaba de forma sobrehumana.

— Helen —. Pensé aunque rápidamente descarté esa opción por el tono de su cabello, este era de un marrón más claro.

— Son las mesas a tu cargo —. Comentó nuevamente preocupada. — Pero puedo atenderlo por tí, ya sabes que yo puedo sin problemas —.

— Gracias bebé, pero me haré cargo, solo es un cliente más —. Esa mirada lastimosa es lo que no quería ver, odiaba que las personas más cercanas a mi se preocuparan por culpa mía.

— De todos modos estaré atenta —. Cogió el pedido de una de sus mesas y se alejó.

— Solo es un chico TN, tu puedes —. Avancé con pasos firmes asegurando no forzar demasiado mi pierna herida.

Carraspeé antes de saludar.

— Buenas tardes, soy TN y te atenderé está tarde —. El muchacho volteó y clavó sus ojos negros sobre mi.

— Ya lo sé —. Sonrió pero está vez se mostraba avergonzado y más callado que la última vez. — Creo que tomaré un café y algún sandwich de carne —.

— Si, si claro —. Respondí extrañada por su cambio de conducta. — Enseguida estaré aquí con tu pedido.

Habrá estado ebrio o drogado quizás? Casi parecía otra persona, una más agradable.

— Y? —. Laura se acercó impaciente.

— No me creerías, pero no se parece en absoluto al cretino de antes —. Confesé aún aturdida.

— Perfecto entonces —. Sonrió satisfecha. — No tendré que sacarlo a patadas —.

Ambas reímos y continuamos con el trabajo.

— Aquí tienes —. Coloqué la taza y el plato frente a él.

— Gracias —. Cogió el envase de azúcar  quitando su vista de mi.

— Jack, no es así? —. Lo ví elevando levemente la comisura de sus labios. Quizás está vez no quería intimidarme con sus dientes puntiagudos.

— El mismo —. Parecía pensar que palabras decir para continuar la conversación. — Me disculpo por la última vez que charlamos —.

Inspeccioné su mirada y no detecté malas intenciones. — Descuida, ya está olvidado —.

— Eres muy amable — Le devolví la sonrisa agradeciendo su comentario.

— Llámame si necesitas algo más —. Añadí antes de continuar atendiendo las demás mesas.

— Te agradezco, TN —.

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— Ya te lo dije, solo fingí ser amable —. Reiteró Jack agotado por el interrogatorio que estaba recibiendo de Helen.

— Y ella te creyó? —. Insistió escéptico al relato de su compañero.

— Es bastante ingenua. En mi opinión diría que hasta estúpida —.

A Helen no le pareció agradable oír ciertas palabras si no era él mismo el que las pronunciara.

— Solo se le da bien ayudar a los demás —. Respondió sin ganas de continuar hablando del tema.

— Entonces crees qué si le pido ayuda para comerme sus entrañas me dé el permiso? —. Sonrió ampliamente inclinándose cómodamente sobre el sofá.

— Creo haberte señalado explícitamente que ella no estaba disponible para ti, Jack —. La mandíbula de Helen se encontraba tan apretada por el enojo que podía desencajarse en cualquier momento.

— Solo bromeaba Helencito —. Le brindó unas cuantas palmadas al chico de cabello negro. — Hasta que la mates claro —.

¿Que me has hecho? - Bloody Painter-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora