40. Café

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El mayor de los errores es creer en la humanidad fingida del ser humano. Tiendes a dar por firmado que si mantiene una conducta amable es porque es una buena persona, pero no siempre es así.

El mundo se rige a través de mentiras, grandes, pequeñas, hirientes o salvadoras.

Pero, qué sería de los mentirosos sin una persona que les creyera todos sus intentos de engaño?, tan solo terminarían en palabras vacías carentes de credibilidad.

La ingenuidad es parte de la ignorancia frente a la naturaleza del ser humano. Y esto es sin excepciones, nisiquiera a los asesinos, psicópatas o cualquier persona con trastornos mentales.

TN siendo una mujer carismatica y optimista, carecía de prejuicios hacia los demás, la definición de inocencia e ingenuidad se adaptaba a su personalidad sin embargo para Helen esto distaba mucho de la realidad, simplemente era una mujer estúpida, crédula, con demasiada mala suerte, no podía asimilar que con una sonrisa fingida o una personalidad mediocre se pudiese engañar a alguien cualquiera. Pero así fue.

Según el relato de Jack; la mujer le brindo más de una sonrisa, fue amable y simpática, todo lo contrario a lo que Helen habria recibido de su parte.

— Por qué tienes que actuar así con él? —. Pensaba el asesino mientras imaginaba los gestos de aquella víctima que permanecía en sus pesadillas. Podía dar por jurado que la sangre hervía en sus venas.

— Ser engañada así. Idiota —. Dió la última estocada contra el rostro de la muchacha.

El acto brutal que Helen estaba llevando a cabo demostraba el enojo acumulado que al ya no tener espacio para retenerlo debía salir y efectivamente así fue contra una mujer, probablemente de treinta años.

Cabello rubio, largo y lacio, de estatura promedio aunque los zapatos de tacón le brindaban varios centímetros de más, llevaba el maquillaje descuidado, el vestido corto de un color rojo intenso parecía cubrir apenas las partes suficientes para no parecer desnuda. El asesino la observó bajarse de un taxi bajo los efectos del alcohol, sus pasos eran torpes y a duras penas se mantenía en pie.

Helen se acercó con pasos tranquilos por su espalda, el auto se perdió de vista al girar hacia la derecha por una calle entonces aceleró su caminar y de un solo corte sobre los tobillos de la mujer la hizo caer de rodillas generando dos heridas más por roce contra el suelo de cemento.

Estaba demasiado molesto para ser delicado aunque su terquedad no le permitía admitir que se debía a los celos del trato de TN con alguien que no fuese él. Cogió del cabello a la chica arrastrándola hasta unos arbustos frondosos, suficientemente grandes para que nadie mirase.

— La salvé sabes? —. Helen comenzó a hablar en voz alta.

— Ahhhhh! Ayuda! —. La víctima comenzó a gritar lo más fuerte que su estado le permitía.

— No, no grites —. Alzó aún más la cabeza que sostenía entre su mano y le realizó un corte limpio a lo largo de su cuello cortando asi su garganta. La mujer intento gritar otra vez pero como consecuencia del cuchillo, no salía nada más que gemidos sordos que se ahogaban con la sangre, luego solo silencio.

El arma atravesó una última vez el rostro deformado de la mujer, ahora todo lo que quedaba de su maquillaje no era más que una mezcla de piel, sangre y carne molida, aún así Otis no sintió compasión o lastima por el acto que había cometido.

Estaba tan confundido que comenzó a reír.

— Acabo de desfigurarle el rostro. Y a ti, te vendé un maldito corte —. Sonrió nuevamente tratando de entender.

¿Que me has hecho? - Bloody Painter-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora