XI

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La mafia coreana es el principal motivo por el cual yo no quería venir a este lugar

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La mafia coreana es el principal motivo por el cual yo no quería venir a este lugar.
Tras unas cuantas lecturas a ciertos artículos y prestándole breve atención a las noticias
supe que aquellos grupos contaban con el dominio absoluto del país.

No sabía en qué grado ni a qué nivel se podían reducir las abominaciones de sus prácticas, pero a mi mente perturbada no se le hacía difícil de imaginar.

—Estás distraída, Nora —me dijo Jimin.

Su voz me hizo regresar al presente y darme cuenta de que hace rato me había hecho una pregunta que no contesté.

—¿Eh? No, estoy... estoy bien.

—Sé lo horrible que ha sido esto para ti —continuó con el lado izquierdo de su rostro aún muy hinchado—, pero te juro que lo voy a arreglar. Buscaré la manera de conseguir más tiempo y de cobrar unos cuantos favores.

Asentí y en silencio admiré su entereza. No se veía alterado, a pesar de que era inminente que si no entregaba la suma adecuada, lo iban a matar.
Eso él lo sabía, en su sueño inquieto lo podía sentir, pero aun así trataba de convencerme de que lo iba a solucionar.

—El que lo ha pasado horrible eres tú, por mí culpa —respondí y le di un sorbo a mi taza de té para calmar mi dolor de estómago—. Nunca debí venir a este lugar —susurré al final.

—Conocerte fue lo mejor que me ha pasado desde que dejé todo atrás —replicó—, y voy a pelear por eso, que no te quepa la menor duda.

Aquel jueves por la mañana, luego de que Jimin se fuera a trabajar, vi por última vez el mar.
Observé con cuidado cada detalle. Sentí en mi corazón el reventar de cada ola, tal y como lo hice al dejar Corleone. Cerré los ojos y me imaginé de nuevo en mi hogar. Recordé a mi padre, por supuesto, pero ni siquiera pude llorar.

Sabía que la decisión que acababa de tomar implicaría mi fin, sería fatal. Pero sería también el último acto de bondad hacia la primera persona en mi vida que, sin esperar nada a cambio, me quiere ayudar.

Cuando ya hubo pasado demasiado tiempo, caminé distraída y sin ninguna pertenencia hacia el barrio viejo. Merodeé por la antigua casa pareada ignorando las miradas y luego caminé hacia el huerto.

Me senté sobre aquel pedazo de tierra en silencio, tratando de coleccionar al tacto los pequeños buenos momentos.

Coseché la diminuta nueva lechuga que ya comenzaba a perder fuerza y torpemente retiré raíces muertas para que la porción pudiera ser ocupada por alguien más.

De pronto, advertí a mi costado el cansino andar de la señora Hyori, y me sacó una sonrisa su permanente actitud de mandamás.
Me dedicó unas cuantas miradas nuevamente y se detuvo a mi lado. Observó sin juzgar lo que hacía, y entonces volteé a verla. Sin mucha esperanza, pero deseando que de su curiosidad algo pudiera sacar.

La Mia Ragazza | J.JK - P.JM [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora