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Nora

La noche se me hizo larga luego de mi intento de fuga

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La noche se me hizo larga luego de mi intento de fuga. No pude conciliar el sueño de manera natural, así que desistí después de intentarlo.

Quise abandonarme a la lectura de algo para esperar el amanecer, pero hacía demasiado frío para levantarme. Ahuyenté todo el tiempo mis recuerdos para no volver a colapsar. Trataba de pensar otras cosas. Me enfoqué en lo que quizás me podía comprar.

Significó un gran alivio saber que el responsable del dolor en mi rostro ahora estaba muerto. Sentí retornar a mí la valía y el poder. Todo el tiempo ha supuesto un peligro para los demás el que me toquen, y me agrada que eso no deje de ser.

Cuando el alba se alzó en la ventana pude cerrar los ojos. Oí el canto de los pájaros y me derrotó el agobio de mi mente. Dormí toda la mañana. Nadie fue a molestarme. Soñé con que la señora Jiyu me dejaba el desayuno a los pies de la cama, y al despertarme ahí se encontraba.

Me levanté a eso del mediodía a lavarme los dientes y regresé a la cama para comer. Ya el pan y el café estaban fríos por el correr de las horas.

Encendí por primera vez la televisión ese día. Suprimidos estaban todos los canales nacionales. Solo la opción de ver Netflix estaba disponible y apreté lo primero que se me apareció para poder distraerme.

Terminé de desayunar mirando la tele sin verla realmente. Y estaba con la boca llena cuando oí la puerta de mi habitación chirriar.

El pulcro Jungkook apareció y su silueta se recargó en silencio en la primera muralla a su lado. Ni siquiera se molestó en tocar, así como yo tampoco me molesté en corregir mi lamentable aspecto. Mi rostro hinchado, mi pelo desordenado y mis ojeras eran tristes.

—Querías irte —dijo entonces y terminé de masticar—, querías escapar.

Cualquier rehén querría hacerlo, pensé, pero simplemente guardé silencio.

—Pensé que... te estaba haciendo sentir bien, o al menos mejor.

—Este no es mi lugar, Jungkook.

—Afuera tampoco lo es —espetó—, tu padre está preso, Nora. Tampoco tienes dinero. Esta es la mejor forma de vida que tendrás y no sé cómo todavía no puedes entenderlo.

—Porque no pretendo sacar nada de esto —repliqué—. Quiero ir a verlo... y sé que no puedo. Quiero tener vida en libertad, pero en este país no sé cómo hacerlo.

—Lo sabrías si te dieras la oportunidad de vivir un poco. Aquí no te pasará nada malo y eso ya te lo dije.

Hizo una pausa y advertí su intención de continuar. Se presionó el entrecejo y caminó un poco por el cuarto.

—Has estado ayudándome todo este tiempo. Hemos ganado. Sabes que todo lo que se te antoje lo puedes hacer acá. Si quieres comprar algo, conmigo puedes hablar. Esta casa abarca cuatro hectáreas, Nora, cuatro. No actúes como si estuvieras en una celda.

La Mia Ragazza | J.JK - P.JM [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora