6. Maratón en espera.

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—¡Quiero ver esa película!

Miri señaló la nueva película de terror, muchos habían dicho que vomitaron e incluso se desmayarse con las escenas fuertes, era muy violenta y sangrienta. Aparte que había un fantasma caníbal que le encantaba comer corazones. Con solo pensarlo me da un revoltijo en el estómago. Trague en seco y miré a la niña con calma.

—¿Qué te parece la del perro?

—No me gusta, quiero ver esta.

Hice una mueca, una niña no puede ver esto. O yo no quiero ver esto, en realidad.

Mire a Kazuki en busca de su decisión, si el decidía que no la veríamos, no la veíamos. Ilusionada mire al rubio quien miraba la portada de la película en la pared del cine. Sonrió y miró a su hija.

—Voy a comprar las entradas.

Mi alma abandono mi cuerpo, parecía haber visto un fantasma. Chille como una niña pequeña. Pero el ni Miri ya no estaban. Estaban en la fila de la compra.

A mi lado el pelinegro revisaba su teléfono sin preocuparse por mi presencia. No lo revisaba. Jugaba.

¿Acaso es enfermo en jugar o..?

—¿Te gustan mucho los juegos?

No contesto. Mi paciencia como niñera no sirve para estos momentos. Ni para niños de su tamaño y edad. Mire a un lado, aburrida. No quería ver esa película, pero tampoco podía negarme en estos momentos.

—¿No te gustan esas películas?

Aturdida, mire a mi lado. El pelinegro seguía jugando sin siquiera mirarme y me había hablado.

—¿Eh?— jadeé.— ¿Las de terror? En absoluto. Las detesto. Me causan mucho miedo.

No volvió a hablar, se mantuvo callado y quieto. A unos cuantos pasos había una banca desocupada. Soy bastante tímida, pero en estas ocasiones no me interesa a quien toco o quien sea.

Tome el brazo del pelinegro y lo arrastre hasta las bancas. Me senté y lo jale para que se sentará, lo cual lo hizo como todo un sumiso. No se porque me alegraba que fuera así. O porque mi estomago empezaba a sentir las características mariposas con saber que era bastante obediente.

—¿Eres así de callado?

No contesto. Fruncí el ceño e hice un puchero, cruzándome de brazos y mirando al frente. Odio cada vez que no me contestan. 

—¿Te gusta la sangre?— Pregunto.

Lo mire, extrañada por su pregunta.

—Mmm, si y no.— Gire mi cabeza hacia el, prestando atención a sus rasgos mientras seguía interesado en la pantalla del móvil.— Podría decirse que le tengo una fascinación. Sin embargo no me gusta cuando manchan mi cuerpo o ropa.

—Eres bastante abierta. O directa.— Exaspero, en un suspiro.

—Podría decirse.

—Muy alegre...— Susurro.

Los dos fuimos sumados por un insoportable silencio incomodo, quise romperlo casi inmediato.

—¿Eres el padre de Miri?— Pregunte.

—No, pero ella me dice así.

—Mmm.— Aproveche que estaba bastante hablador.— ¿Y te gusta ser su...?

Apago el celular y llevo su cabeza hacia atrás, dejándome la vista de su cuello y como se marcaba la manzana de Adán. Apreté los muslos y mi estomago empezó a arder.

Rei Suwa - Buddy daddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora