12. Madrugada.

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Después de que los chicos se fueran, deje dormida a Miri en su habitación. No tenía nada que hacer, así que me di una vuelta por la casa para poder conocerla y familiarizarme mucho mejor. Era bastante amplia para ser un departamento. Tenía tres habitaciones, un baños, una sala, la cocina y una pequeña habitación de descanso en la segunda planta.

Cuando no tuve más nada que hacer, me acosté en el sofá y miré un rato la tele mientras pasaba el tiempo. Cuando el sueño entró en mi cuerpo, luego me fui a dormir. 

( . . . )

Un fuerte sonido me despertó. Mi corazón se alarmó y se apretujo en mi pecho. Cuando miré hacia atrás una silueta era iluminada por la luz de la luna, que entraba desde la ventana, no podía verlo correctamente pero no era necesario ser un genio para saber quién es.

El sonido que me había despertado era el de la puerta abriéndose bruscamente. La persona que entro, empezó a quitarse la camisa, busco en el armario y saco una camiseta, colocándosela. Continuo con los pantalones, imitando la acción. Me voltee y cerré los ojos con fuerza. 

No pienso mirar. No pienso mirar.

Mi respiración se acelero y tuve ganas de gritar eufórica por la emoción. Pero resistí las ganas, jadeando por la presión que sentía mis pulmones de mi corazón acelerado.

Pudo haber tomado la ropa y haberse cambiado en el baño, o yo que se. Pero no. Lo hizo aquí mismo.

Aunque esta en todo su derecho. Es su habitación después de todo.

Guarde la calma, tratando de sincronizar mi respiración pero era casi imposible sabiendo que el estaba detrás de mi.

De repente, se detuvo. 

—Ya se que estas despierta.

Mi cuerpo se erizo de pies a cabeza y quise salir corriendo. Su voz era suave y con un deje de amabilidad, como siempre. Era dulce poder escucharlo, sin embargo al ser un hombre de pocas palabras era pocas las veces que podía deleitarme por su voz de esta manera.

Pero había algo raro en el. Se notaba apagada, mas apagada de lo que ya es. Como si estuviera triste o.. molesto por algo. 

Me di media vuelta en la cama, quedando boca arriba. No resistí las ganas de mirar de reojo hacia el pelinegro, tenía la frente pegada a la tabla del armario, se quedo un largo rato así, inmóvil. 

Iba a hablar, pero de mi boca no salió ni una palabra útil que no sea un balbuceo.

—¿Qué te pasa?— Susurre al final. 

—No es nada.— Alargo la ultima palabra.— Problemas, solamente.

Me quede observando el techo, preguntándome sobre aquellos problemas. ¿Acaso hubo algún inconveniente en la misión?

—¿Qué horas son?— Pregunte.

—Cuatro de la mañana. 

—¿Por qué tardaron tanto?

—Nada que no se pueda resolver.

—¿Al menos... lo consiguieron?

—Salió acorde al plan.

—Me alegro..

Guardamos silencio. Creo que esta es la segunda vez que responde a mis preguntas sin chistar. Me alegró muchísimo por alguna razón.

—¿Vas a dormir?

Esta vez, no salió ninguna respuesta de el. 

—¿A donde iras a dormir?— Volví a preguntar.

—Al baño.

—Eso es poco higiénico.

—¿Dormir en el baño?

—Creo.

El silencio regreso. Me harte de esto y me levante de la cama, me tome unos segundos para colocarme frente a él.

Aun seguía con la frente pegada al armario, sin moverse. Fruncí el ceño y me cruce de brazos.

—Se que no me dirás que mierda te pasa. No tengo ni la menor idea de que hacer ni que tienes, pero ¿sabes que si haré?

No contesto. Ni tampoco se movió. Le di un poco de tiempo y cuando no hubo reacción me acerque lentamente. Me posicione detrás de el y enrolle con dulzura mis brazos por detrás. Tal vez solamente necesite un poco de cariño para sentirse mejor.

—Felicitarte por tu buen trabajo. Lo has hecho muy bien. Debes descansar un poco y mañana celebraremos tu victoria.

Se tenso bajo mi tacto, pero poco a poco se relajo y dejo que lo abrazara. Sonreí por alguna tonta razón.

—Ahora vamos a dormir. Y no, no irás al baño. Vamos a la cama.

—Si nos atacan, la primera opción son las habitaciones. Es más seguro el baño.

—Mmm.. ¿Qué tal si hacemos un trato?

Le di una palmadita en el hombro para que se volteara. Lo hizo y lo mire sin poder presenciarlo por la oscuridad. Pero sentía su intensa mirada sobre mi.

—Que te parece si guardas un arma cerca, y si nos atacan.. podrás reaccionar rápido y agarrar el arma. Así no es necesario que duermas en el baño.

Ladeo su cabeza, dudando.

—Por favor...— Supliqué.

Ok.

Esto está en contra de mis reglas de mantener distante. Pero como eh dicho, siempre tomo decisiones en el momento que en un futuro tal vez me arrepienta.

No importa si dormimos juntos una vez más, ¿no?

Cuando acepto de mala gana, lo jale hacia la cama. Acomodándonos los dos. Cuando estuvimos listos, estábamos encarándonos el uno al otro. Un manojo de nervios paso a mi vientre bajo, haciendo cosquillas.

—Buenas noches.— Susurré.

—Buenas noches.

Ninguno de los dos había cerrado los ojos, nos miramos el uno al otro sin despegar el ojo del otro. Un impulso me domino y tome un mechón de su cabello, enrollándolo en mi dedo y dejándolo caer y así sucesivamente.

—Me gusta mucho tu cabello. Es bonito y sedoso.— Murmuré.

Su mirada me colocaba nerviosa y seguramente estaba roja como un tomate. Alegremente no me podía ver por la oscuridad. Agradecía ese pequeño detalle.

—¿Por qué no duermes?

—No puedo.— Dijo, con una mueca de tristeza.

—¿No puedes?— Hice un mohín.— ¿Cómo hago para que te duermas?

Desvió la mirada. Algo caliente tocó mi cintura y me atrajo hacia el, chillé ante el toque pero no me rehusé. Cuando estuve casi sobre el, coloco su rostro en el hueco de mi cuello. Estaba nerviosa, pero deje que lo hiciera.

Pase mi brazos sobre sus hombros y seguí acariciando su cabello, hasta sentir su respiración pesada y verificar que estuviera por completo dormido. Me reí en silencio, disfrutando de esta dulce noche.

—Descansa, Rei.

Sin darme cuenta, yo también había quedado rendida entre sus brazos.

Rei Suwa - Buddy daddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora