8. Rei Suwa.

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Eran las 3 de la mañana y un fuerte ruido me despertó. Me frote los ojos y me levante la cama.

La pereza y mi piel erizada por el frio, pidió a gritos que regresara a la cama pero ignore. Bostece y camine descalza afuera de la habitación. Mire a los lados en busca de algo sospecho y no encontré nada, todo estaba oscuro y en silencio. Baje las escaleras, esperando encontrarme con algo abajo. 

Cuando me asegure que en el camino no había nada fuera de lo normal fui a la sala. Otra vez un fuerte sonido, esta vez de disparo, me sobresaltó. Mi corazón se salió de mi pecho y no sabia que hacer, ¿Qué se supone que haga? Estoy asustada.

Desvié la mirada hacia el televisor que estaba encendido y proyectaba un poco de luz hacia el pelinegro. No me había dado cuenta que seguía allí, pensé que a esta hora estaría ya dormido. Mire hacia el pelinegro que tenia la mirada absorta en su videojuego. Mire la pantalla, estaba jugando un juego donde disparaba y mataba a zombies.

Joder, me dio un susto de muerte. 

Me acerque y tome el control entre manos, me llevé una mano a la sien y le baje bastante volumen mientras me sentaba a su lado.

—¿Te desperté?

Su voz era suave y muy baja, casi inaudible. Todo el sueño y fatiga desapareció de mi cuerpo.

—Me distes un gran susto.

Guardamos silencio. Mire la pantalla y su personaje corría en busca de algo en un tipo de selva.

—¿Qué haces despierto a esta hora?

—Kazuki dice que no puedo jugar esto mientras Miri esta despierta. Dice que después querrá dispararle a la gente.

Me reí ante lo dicho. Después de verla hoy en la sala de cine, no me sorprende que crea eso. Aunque no puedo negar que si se divirtió bastante. 

—¿Es bastante paranoico con su hija, eh? Se nota que la ama.

—Mmm.

Ladeé la cabeza, una duda empezó a circular en mi mente queriendo sacarle directamente pero sabia que seria maleducado de mi parte preguntarlo directamente. Estuve unos segundos en un dilema interna, buscando las palabras exactas indirectamente para saber la respuesta de mi pregunta. Me costo unos momentos y cuando lo hice, me arrepentí de inmediato.

—¿Y tu la amas?— Pregunte.

No respondió. Me gire hacia el, mirando su perfil. Seguía intacto sin cambiar ni mover ni un musculo aun absorto en el videojuego, a diferencia de su leve ceño fruncido que fue lo mínimo cambio.

—¿Acaso tienes un dilema con esa pregunta?

No respondió nuevamente. Eso era un no para mi. Y algo en mi interior se había enojado por eso, ¿Acaso no adoraba aquella niña que era como un sol en cada amanecer? ¿La miel para mis panqueques? 

Hice un puchero, tomándome unos momentos antes de levantarme y tomar el control. Apague el aparato para luego colocar mis manos en mi cintura, dándole mi mejor mirada de reproche.  No podía observarlo en medio de la oscuridad, pero estaba segura que seguramente me miraba con mala cara.

—Necesito una muy buena explicación para eso. Ahora.— Dije.— Y no mas videojuegos hasta mañana. 

En la oscuridad de la noche, sentí su cuerpo alzándose del sofá intentando escapar, no se como logre tomar su mano y guiarlo hasta sentarlo en el mismo lugar de antes. Lo cual resulto ser bastante fácil. 

—Para ser un asesino, eres fácil de controlar.— Me mofe, sonriente. Aun sabiendo que no era capaz de mirarme. 

Me senté a su lado, sosteniendo su mano para asegurarme que no escaparía. Poco a poco mi vista se acostumbraba a la oscuridad y podía apreciar mejor sus rasgos cuidadosamente. 

—¿Por qué no la amas?—Pregunte. 

—Nunca me criaron para amar. Si no para matar.

Achique los ojos, frunciendo el ceño. Eso fue lo mas tonto que eh escuchado en mi vida. ¿Cómo es posible que un hombre tan adorable y sumiso como el diga esas cosas con tanta seriedad? Incluso me rompí unos momentos creyendo que era falso. 

Tome su rostro entre mis manos y lo obligue a mirarme, estaba un poco furiosa con lo que había dicho. 

—Pues el imbécil o estúpido que te crío así, desearía darle una buena paliza.—Dije, fulminante.— No digas que no puedes amar solamente por eso, todos podemos amar, aunque sea la primera vez que lo intentas. 

Giro su rostro al otro lado, tratando de desviar la mirada. Unos segundos antes, pude notar la duda en su expresión, casi impenetrable. Casi. Pero creo que fue un espejismo a causa de la oscuridad que nos rodeaba.

—¿Cómo?

Sonreí.

—¿Cómo? Amándote primero a ti mismo. Después podrás amar a los demás. No eres un arma, ni tampoco un empleado durante toda tu vida. Eres un ser humano que también siente. Tiene una vida, tiene etapas, tiene la posibilidad de decidir lo que quieres para ti mismo. 

Tome su mentón, lentamente deslice su rostro hasta tenerlo frente al mío. Junte nuestras frentes, con cariño. Nuestros ojos se encontraron y aun cuando no podía verlo muy bien, sentía como expresaba todos sus sentimientos a través de ellos.

—Puedes amar a Miri. Nadie puede quitarte ese privilegio. Es imposible no amar a esa niña tan linda. Y si no sabes como hacerlo o expresarlo, yo te enseño.

Le brinde mi mejor sonrisa. Cuando termine me aleje y fui directo a las escaleras.

La mejor manera de tratar este tipo de actitudes es amor y paciencia, así se enseña a los niños. Como lo supuse, es como un niño que no termino una etapa de su joven vida por algún retraso o trauma. Debería de completarla para poder avanzar. 

—Deberías ir a dormir.— Comenté.— ¿Vienes?— Extendí mi mano, esperando.

Espere, sonriente. Me miró unos segundos, y después se levanto viniendo a mi dirección.

Empecé a saltar de la emoción y cuando su mano tomó la mía, no aguante las ganas y le di un abrazo que duro apenas unos segundos de mi parte. Subí rápidamente las escaleras, jalándolo detrás de mi.

Cuando estuvimos arriba en el cuarto, me tire a la cama y me arrope bajo las sabanas. Hice unas palmadas a mi lado para que tomara el lugar. Tal vez no vendría mal dormir en compañía del otro. 

Negó un par de veces e hizo un ademán de irse. Me levante rápidamente y entré chillidos de súplicas logre tirarlo a la cama.

—¿Acaso no duermes aquí?

Negó.

—El baño es mucho mejor.

Me reí ante su tonto y mal chiste, me acosté a un lado y me acurruque entre las sabanas. Me miró unos minutos y espere a que se acomodara en su lado de la cama.

—¿Qué?— pregunté.

Se acomodo unos segundos después, pensé que se iba a dar la vuelta y darme la espalda, pero hizo lo contrario. Me tomo de la cintura y me acerco a su cuerpo. Su rostro se escondió en mi cuello y me envolvió en su brazo.

Mi corazón latía con fuerza y quise tenerlo mucho más cerca. El arrepentimiento me cruzo un momento antes de derretirse en la calidez que me brindaba.

Busque su calor y enrolle mi brazo en su cuello acercándolo mas y ocultando mi rostro en su cabello. Así, logrando quedarme dormida.

Rei Suwa - Buddy daddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora