11. Ropa suelta.

2.3K 245 50
                                    

El día paso bastante aburridos. Salimos, compramos, fuimos a buscar a Miri y regresamos a casa ya tocando la noche. Era como volver a convivir con una familia. Pasear juntos, salir, comprar, etc.

Pero con la diferencia que no son familias y son dos asesinos con la hija de un gilipollas que mataron.

No debería de darle muchas vueltas, siendo que mi hermano esta metido en este asunto desde hace años y nunca me molesto. Incluso llegué a ayudarle varias veces. Pero siempre tuve una línea que prometí no cruzar. Desde aquel día.

Sacudí mi cabeza, quitándome esos pensamientos.

—Voy a hacer la cena.— Comento el rubio.

—Me iré a dormir de una vez.— Murmure.

Cerré los ojos con fuerza y apreté mi sien con dos dedos. Estaba a punto de tener una migraña.

Tal vez sea mala idea estar con estos dos chicos. Pero por alguna razón, me niego a tener a otros matones que no sean ellos. Tal vez sea porque se que tienen un buen corazón al cuidar a una niña que ni siquiera es de ellos.

O tal vez tenga razón mi hermano y lo hago por el pelinegro.

En realidad no tengo muchas ganas de pensar en ello.

—¿Qué? ¿Tan temprano? Si apenas son las siete de la tarde.

Busque una excusa rápida, pero como siempre mis excusas son demasiado baratas y fáciles de predecir.

—No me siento bien y... casi siempre me duermo temprano.

Antes de que el rubio objetara en mi excusa, subí las escaleras y me despedí de los tres. Entre a la habitación del pelinegro y la cerré con fuerza. Me lance a la cama y cuando sentí la almohada en mi rostro, grite con todas mis fuerzas.

¿Qué debo hacer? Esto es gracias a mi estúpida mente imprudente que nunca piensa en las consecuencias de sus actos en el momento.

Kazuki y Kyu piensan que siento algo por Rei.

¿Y si...?

No. No pienses en idioteces.

Me iba a cambiar de ropa, colocándome una pijama. Pero me acordé que había dejado el bolso con la ropa abajo. Chillé frustrada y de mala gana baje a la primera planta. Me pareció bastante familiar y creo que incluso me acostumbre de ver a Kazuki en la cocina, Miri corriendo por todo el lugar y el pelinegro jugando videojuegos sentado en el sofá. Sonreí sin evitarlo. Sin duda eran una familia extrañamente amorosa. 

A su manera, claro.

Busque con la mirada mi bolso y lo encontré justo encima del comedor. Lo fui a agarrar y cuando me lo iba a llevar, vi que uno de los bolsillos delanteros estaba abierto.

Oh No. No. No. No. No. No. No. No.

Mire alarmada a los lados. Miri estaba corriendo de un lado a otro con un cuaderno en sus manos y otra cosa negra. No le tome importancia y vi a Kazuki cocinando. Después al pelinegro.

Pero, ¿Como...?

Dime que solamente fue un error mío dejarlo abierto y que seguramente nadie se dio cuenta. Respire hondo y revise el interior del bolsillo.

¡Mierda! ¡Esta vacío!

Mi corazón palpita fuertemente en mi pecho. Busque por el piso para ver si incluso llego a caerse. Pero no había nada. Y si, me tome la libertad de ir de un lado a otro buscando aquello. Cuando estuve agachada buscando en la cocina, pude escuchar la conversación de Miri con el pelinegro.

—¡Mira papi! ¡Que extraño es!

—¿De donde sacaste eso?— Su voz era desinteresada, y luego paso a sorprendida. 

—Lo encontré allí.

Mi curiosidad fue enorme, ¿Qué habrá encontrado? Dime que no es lo que pienso...

Me levante de mi escondite de la cocina. Cuando alce la mirada y vi como Miri le entregaba la tela en las manos al pelinegro se me cayo el mundo. El pelinegro alzó la tela, dejando ver su forma y mis mejillas ardieron avergonzada.

¡Tenia mi maldita lencería en las manos!

Me levante alarmada y corrí hacia el, tirándome encima y quitándole mis prendas de sus manos. Lo mire unos segundos, con la cara ardiendo. Jurando que parecía un tomate si fuera posible.

—¡Pervertido!— Grite.

Tome mis cosas, incluyendo el bolso y subí las escaleras como si mi vida dependiera de eso. Mi corazón golpeaba en mis tímpanos sin dejarme escuchar lo que gritaban a mis espaldas. Cuando estuve segura, con la habitación cerrada con candado, pude dejar salir toda la presión de mis hombros. 

No se porque pero mi estomago rugía. No de hambre. Estaba echa un manojo de nervios y adrenalina.

Adrenalina que por alguna razón me asusta y me gusta a la vez.

—¿Tiny?

Me gire sobre mis talones, para ver la puerta alarmada.

—¿Estas allí?

La voz del rubio era cautelosa.

—Ehmm si.

—¿Estas bien?

—Si, si. No te preocupes.

—¿Segura? Perdona por lo de Miri...

—No te preocupes, es una niña. Es normal que sea curiosa.

—¿Estas enojada?

—No.— Dude un segundo. 

—¿Quieres que te traiga algo de comer?

—No gracias, no tengo hambre. Me iré a dormir de una vez.

—Bueno... esta bien. En dos horas Rei y yo saldremos a la misión. Dejaremos dormida a Miri, cualquier cosa llámame.

—Si, no te preocupes. Tomare una siesta y me despertaré antes de que se vayan.

—Vale. Descansa.

Cuando logre calmar mis nervios y mente, me cambie de ropa y me dispuse a dormir. Coloque una alarma dos horas mas tarde y me quede totalmente rendida.

Rei Suwa - Buddy daddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora