16. Regresó.

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—¿Qué haces con mi lencería?— Pregunte, incrédula.

Desvió la mirada, avergonzado. Esta era de esas veces que dejaba al descubierto todos sus pensamientos con solo verle la cara.

—Rei, ¿Acaso te lo guardaste el día que tenias mi ropa interior?

No contesto. Un sonrojo leve empezó a crecer en sus mejillas. Sonreí, sacudí la cadera y me acerque buscando su mirada. Quiero que me mire.

—Rei... te estoy hablando.— Canturreé.

Se tenso y continúe sacudiéndome en mi lugar, hasta que poso sus manos en mi cintura y controlo mi movimiento. Lo estaba torturando.

—Rei.

—Si, lo tome ese día.— Confesó.

Me mordí el labio. No me puedo enojar si me pone esa expresión. No me miraba a los ojos, pero deslumbraba vergüenza e incomodidad. Entre risas burlonas, me acerque y plante un beso en sus labios. Con la lencería en una mano, se la deje en su palma.

—Eres un pervertido, ¿Lo sabias?

No contesto.

—Rei...— Di varios besos en sus mejillas y termine dándole uno en los labios.— si piensas que me enoje por eso, estas equivocado.

Su expresión cambio repentinamente, esta vez estaba interesado en mis palabras. Mi interior se removió de felicidad cuando me encontré con esos ojos.

—¿No estas enojada?

—No estoy enojada.— Aseguré.— Pero si me enojare si no me prestas atención, ¿Entendiste?

Asintió, plante un beso y continúe dándole mimos.

—Puedes quedártelo, pero si te lo pido me lo tendrás que prestar un rato, ¿eh?

Asintió, tal cual un niño pequeño.

( . . . )

—¿Qué han hecho mientras no eh estado?— Pregunto el rubio.

Sonreí con inocencia y me encogí de hombros, restándole importancia.

—Nada, me la pase todo el día durmiendo.

Empecé a guardar las compras que había traído, esquivando su mirada interrogativa.

—Estas más... feliz de lo normal.

—Lo dices como si estuviera todo el día enojada.

—Algunas veces...

Me reí entre dientes, dándole la razón con mi risa.

—Como tu digas.

Empezamos arreglar las cosas de la cocina, Rei había ido a buscar a Miri. Kazuki estaba raro desde el momento que llego.

—¿Cómo te llevas con Rei?

Lo mire, sorprendida por la pregunta.

—Muy bien, ¿Por qué?

—Curiosidad...

Dudé por su respuesta. Este chico sabe algo y no me quiere decir.

—¿Qué cocinaras hoy?— Pregunté.

—Mmm, estaba pensando en comprar pizza mejor, no tengo muchos ánimos de cocinar.

Asentí, que raro. El nunca hace eso.

Bueno, da igual.

—Voy arriba, llámame si necesitas algo.

No contesto, subí las escaleras y me encerré en la habitación. Empecé a revisar mi celular, las redes no había nada interesante.

De repente me llego un mensaje de mi hermano. Que raro.

《¿No crees que es momento que regreses a casa?》

Fruncí el ceño. ¿Qué mierda...?

Oh, cierto. Han pasado 2 semanas desde que estoy aquí. Me eh sentido más en casa aquí que en otro lugar. Ya no estoy en riesgo, no tengo porque quedarme. Una triste desilusión empezó a romper mi corazón poco a poco, agrietándolo.

Iba a contestar con un "ok, creo que es hora de volver a mi vida." Pero un sonido me detuvo.

La puerta principal fue abierta y la voz de Miri llegó hasta a mi. Otra grieta en mi corazón empezó a dibujarse.

—¡Llegaron! ¿Cómo te fue, Miri?— Pregunto el rubio, mas animado que antes.

—¡Muy bien! ¡Aprendí algo! ¡Aprendí algo!

Otra grieta en mi corazón. Esta no es mi familia, ni tampoco mi casa. Solamente me acogieron por dos razones.

Trague grueso, no conteste y salí de allí. El fondo de pantalla vacío, me dio ansiedad por primera vez y me fui a galería.

No tomaba muchas fotos que no fuera de trabajo y ropa bonita que encuentro, pero si tenia varias fotos en dos carpetas personales.

Una de ellas tenía el nombre de Rei. Durante estas dos semanas eh aprovechado cada oportunidad para tomarle una foto, de diferentes situaciones y ángulos.

Tengo una donde come, otra donde esta dormido, otra donde esta jugando videojuegos y otra cuando tiene cara de fastidio y quiere suicidarse.

Me reí con la última. Pero la que llamo mi atención fue la primera de todas, la más reciente.

En la foto se podía ver a un Rei con el fantasma de una sonrisa irónica, en sus manos estaba Tini que cargaba. A su lado me encontraba yo sacándole la lengua a la cámara, más abajo estaba Miri sonriente mostrando todo los dientes. Detrás Kazuki estaba vestido con un delantal y sonreía de mala gana.

No aguante las ganas de llorar y la coloque de fondo de pantalla. Nunca me preocupo personalizar el teléfono, pero me dieron tantas ganas que lo hice por primera vez.

¿Por qué me pongo así con solo la idea de irme?

Debo de irme. Pero no quiero dejarlos.

Me acosté en la cama y abrace la almohada de Rei, si, su almohada. Tenia su aroma y su ambiente impregnado. Una sensación empezó a removerse en mi interior.

Tal vez yo...

Hundí mi rostro en la almohada y solloce en silencio. La risa de Miri llegaba hasta aquí y las respuestas amorosas de Kazuki. No podía escuchar a Rei, pero sabía que estaba allí con los dos. Porque son una familia. Yo solamente estorbaba allí.

Solloce mucho más fuerte y hundí aún más el rostro. Estaba a punto de seguir llorando cuando la puerta se abrió de golpe. Me enderece y limpie mis lágrimas. El pelinegro miró cauteloso la habitación y unos segundos después frunció el ceño.

—¿Qué pasa?— Fue directo.

—Nada...

Frunció aún más el ceño. Entro a la habitación y cerro la puerta, colocándole llave para que nadie entre. Se acerco y se sentó a mi lado, desvié la mirada avergonzada y no quise verlo. Su nariz rozo con mi oreja y un escalofrío de los buenos recorrió mi columna. Mis mejillas ardieron y sus dedos con delicadeza jugueteo con mis mechones de cabello.

—¿Qué pasa..?

Su voz era baja, serena y causaba tranquilidad en mi cuerpo. Lo mire y mis ojos se aguaron y tuve más ganas de llorar. Sin pedir permiso caí en sus brazos y enterré mi rostro en su pecho, desahogándome.

—Yo... no.. quiero, ¡Hip! Dejarlos...— Balbuceé.

Acaricio mi cabello, con ternura mientras susurraba las razones. No dijo nada. Y lo agradecí.

—¡HORA DE COMER!

Me sobresalte al escuchar el grito de Kazuki. Alce la mirada, buscando la del pelinegro y la encontré enseguida. Tenía la misma expresión que el día que lo conocí y me sentí peor.

Iba a volver a llorar, pero limpio mis lágrimas y me obligo a bajar a comer.

Rei Suwa - Buddy daddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora