13. Prendas.

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Desperté con el sol alumbrando mi rostro y causaba una combinación de dolor de cabeza. Me quejé y trate de moverme para cambiar de pose. Sin embargo, algo agarrándose fuertemente de mi, me lo impidió.

Miré hacia abajo y encontré al pelinegro durmiendo plácidamente. Me agarraba fuertemente como si fuera un peluche y tuviera miedo de dejarme ir. Nuestras piernas estaban enrolladas bajo las sabanas y era mucho más costoso salir de su agarre.

Forcejeé un rato más y cuando gruñó en protesta, me detuve. Me acomode entre sus manos y pegue mi pecho contra su rostro. Dejando la parte de arriba libre para poderme acomodar.

Suspire y trate de conciliar el sueño, pero se me hizo imposible. Me removí nuevamente y el pelinegro al fin soltó su agarre. Abrió los ojos con pereza y nuestras miradas se encontraron. Rápidamente me arrepentí.

—Buenos días, perdón si te desperté.— Sonreí.

—Mmm.

Se sentó en la cama, de un salto y estuvo a punto de irse. Pero lo detuve, lo tome de la manga de su camisa y lo volví a tirar sobre la cama.

—No te vayas.. Es muy temprano, aun debes de seguir con sueño.— Hice un puchero.— Perdón si te desperté.

Desvió la mirada y frunció el entrecejo, hizo un ademán de irse pero lo abrace por el torso, como el lo hizo anteriormente me tenía atrapada y lo tire bajo de mi. Quedándome encima.

—¡Acuéstate!— Ordené, molesta.

Ladeo la cabeza y se acomodo otra vez en la cama. Sonreí victoriosa y me recosté en su pecho, intercambiando miradas.

—¿Qué pasa?

No contesto, se dio media vuelta, tirando mi cuerpo a la cama pero aún así sin soltar mi agarre. Paso su brazo por mi cintura y me abrazo. Mi corazón retumbó fuertemente en mi pecho y miles de pensamientos a la vez llegaban a mi mente. Muchos de ellos eran sobre que esto no era tan malo y que tal vez deba aprovechar el momento y coquetearle.

No.

No, no, no, no. Estoy perdiendo la cabeza.

Desvié la mirada y oculte mi rostro entre su cuello y pecho. No me lo impidió.

—¿Cómo estas?

—Nunca nadie antes me había preguntado eso.

—Bueno...— Busque las palabras correctas.— Yo te lo preguntaré bastante seguido.

No dijo nada. Espere a que contestara pero no llegó ninguna respuesta.

—¿Cómo estas?— Repetí.

—Bien.— Contesto.— Supongo.

Me regocije de felicidad en sus brazos, eso era lo único que quería escuchar de sus labios. Me prepare para decir lo siguiente, me arrepentí y no lo iba a hacer, pero al final lo terminé diciendo.

—¿Qué te parece si.... Nos escapamos?

Alce la mirada para ver su reacción, no cambio nada, seguía igual.

—Bueno... No escaparnos de verdad. Solamente iremos a buscar al gatito a escondidas de Kazuki, ¿Qué dices?

Me mordí el labio inferior, emocionada para que diga que si. Se me acababa de ocurrir y podría ser que le agrade la idea. Se pensó la pregunta unos minutos y después acepto con un asentamiento de cabeza. Sonreí y me levante de la cama de una vez.

—Iré a vestirme. ¡Ya vengo!— sonreí, emocionada.— Y espero que tu también te cambies, no pensaras ir así.

Señale su conjunto, creo que desde que lo conocí solamente ha usado eso. Dudo mucho que sepa el concepto de cambiarse de ropa o bañarse, pero no entraré en tema. Tome mi bolso que estaba en el suelo, alado de la cama y empecé a sacar prendas y prendas.

Estoy segura que yo lo metí. Segurísima. 

Empecé a tirar prendas hasta que conseguí lo que tanto había buscado.

¡Aja! Una diseñadora de modas nunca sale sin una buena prenda de su propia colección de moda. Bueno, lo que quedo vivo. Un lindo vestido corto de estampado floral. 

Muy llamativo de la colección verano, pero era bonito en combinación de las flores de cerezo.  No importa lo llamativo, siempre debes de lucir perfectamente bien. Es un lema de vida. Aunque, tendría que salir de compras para poder recuperar las perdidas. 

Mire de reojo al pelinegro, quien estaba acostado de lado, observándome. Lo ignore y continúe buscando la ropa, tome prendas interior y el vestido. Salí sin molestarme en recoger lo que había tirado al piso. Después lo arreglare. Me dirigí al cuarto de baño, me quite todo y entre a la ducha. Me tomé mi momento para bañarme. Me vestí y fui a la habitación otra vez.

Cuando entre, no me espere la maldita imagen mental del querido pelinegro.

Tenía en sus manos, con una mueca de curiosidad, prendas por prendas, que había regado por todo le suelo de la habitación. Sin embargo, no me entraba en la cabeza como había tomado con total tranquilidad mi ropa interior, lo cual rápidamente la sangre me subió a la cabeza. 

Y yo pensando que era un maldito santo. Mis cojones.

Me acerque a paso lento y cuando estuve frente a él, le arranque el sostén que tenia en las manos.

—¿¡Que crees que haces, idiota!?

Le di un golpe en la cabeza, aproveche y le quite las bragas que tenia allí de adorno. Tome toda mi ropa y la metí de mala gana en el bolso.

—¡Ya ni quiero ir a ninguna parte!

Cuando oculte todas mis prendas, no fui capaz de levantar la cabeza de la vergüenza. 

—¿Qué tiene de malo? estaba revisando que tenias. 

No aguante las gana y me levante a darle otro golpe.

—¡Estabas revisando mi ropa interior! 

Me aleje, indignada y me fui de la habitación, furiosa. Cuando estaba saliendo, Kazuki salía de su habitación.

—¿TN? ¿Qué haces despierta? ¿A donde vas? ¿Qué haces vestida así?— Su continuidad curiosa solamente me daban más ganas de golpear a alguien. Gruñí de respuesta y lo ignore, bajando las escaleras y sentándome en en el sofá de la sala.

Niño, mis cojones. Ese imbécil solamente finge.

Unos momentos después bajo Kazuki con una sonrisa en sus labios, no dijo nada y se limito a ir a la cocina. Creo que ese es su lugar seguro en esta casa.

Busque mi celular, pero claro, me acordé que estaba arriba con el pelinegro. Me cruce de brazos y prendí la televisión, las noticias nacionales se escuchaban en toda la casa. Alguien estaba bajando las escaleras, pero me limite a solo mirar el televisor. Se sentó a mi lado, pero no era necesario mirar para saber quién era.

Después de unos minutos, pensé que se iba a ir cuando no le dirigía la palabra, pero no. Lo que hizo fue acomodarse en el sillón y colocar su cabeza en mis piernas descubiertas por el vestido.

Lo mire, sorprendida y mis mejillas no tardaron en prenderse.

—¿Qué?— Dije de mala gana.

—Perdón..— Murmuro.

Fruncí el ceño, ¿Qué le pasa?

Desvió la mirada y su expresión era como la de un cachorro regañado. Me dio tanta ternura que no soporté las ganas de sonreír.

No puedo soportarlo, no puedo negarme a esa expresión. 

—Esta bien, tu ganas.— Suspire.— Solamente...

Mis mejillas ardieron, levante la mirada avergonzada y no encontré palabras para poder hablar.

—Promete que no te meterás con mi ropa interior.

Ladeo la cabeza, y unos segundos después hizo un asentamiento de cabeza.

Sonreí, tranquila por su aceptación. Me levante dispuesta a ir otra vez al cuarto a terminar de arreglarme pero me detuve en seco al escuchar sus palabras.

—Prometo volverme a meterme con tu ropa interior.

Hijo

De

Pu...

Rei Suwa - Buddy daddiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora