Capítulo 13

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- ¿Estás durmiendo? - Adrian se sentó junto a la cama y susurró en voz baja hacia Paul. Él no oyó, por supuesto, pero Adrian mantuvo la boca cerrada. Era porque él tiene oídos sensibles y la intuición de un león, parecía poder escuchar este sonido aún en su sueño.

No podemos tener nada. Adrián susurró para sí mismo. Él me compró y yo vine a él. Ya he predicho lo que seré para él. No le importará lo que me pase, no le importará que salga mal mientras tenga a un niño en sus brazos. La idea desprendía humo desde un pequeño rescoldo. Finalmente crepitaba y ardía como una hoguera interior.

Entonces chocó un hecho. Originalmente, era común que los alfas pensarán que la mayoría de los omegas a su alcance eran lindos, jugará con ellos, observará sus reacciones, los mirarán o los tratarán como si fueran caballos a los que cualquiera podía montar.

Si había que considerarlo así, incluso en esté momento, era normal que Adrian estuviera temblando bajo la presión de Paul. Pero, ¿Está temblando ahora por qué tiene miedo a este tipo? No era por eso. No era de él que sentía entumecimiento, emoción y poder extraño. Más bien, el propio Adrian lo sabía mejor.

Una pregunta confusa hormigueaba a través de mi piel. Le producía un dolor invisible, como si le hubiera picado una medusa o una espina de erizo de mar. Adrian apoyó la mejilla en el borde de la cama y parpadeó lentamente.

Hoy es el día en que sale el sol. Sin embargo, no he visto correctamente la luz del sol desde que estoy aquí, susurró en voz baja. Es un lugar lleno de luz pálida. El sol era incapaz de ejercer su poder adecuadamente en las nubes grises y la niebla más oscura que flotaban en esta tierra. Incluso la luz del sol que apenas existía sobrevivía a duras penas.

Adrian volvió a levantarse de su asiento. Mantuvo el sonido lo más bajo posible, preocupándose demasiado en caso de que abra los ojos y lo viera. Aunque era consciente de qué no me hizo ningún daño. Me dolía el corazón el tener que enfrentarlo despierto y me sentía cada vez más intimidado por aquella fuerza extrañamente irresistible.

Era fácil percibir la situación como incómoda. Y el camino fácil siempre estaba abierto de par en par. Tenía que resistir esa tentación. Cuando descorrí con cuidado las cortinas, la brumosa luz del mediodía entró tan larga como un hilo conectado a una rueca. Adrian movió sus fríos pies descalzos y miró por la lúgubre ventana, todavía empañada.

¿Hasta qué punto es injusto y malvado ese fantasma que, rodeado de niebla, permanece junto a las personas vivas? No es diferente de la existencia misma de Adrian. Así que la simpatía y la piedad son como un manantial excavado en tierra seca. De repente pudo entender lo que Paul susurraba en la fiebre y el dolor de sus heridas. A veces el fantasma del pasado visitan a los vivos...
Cuando Adrian se dio la vuelta e intentó volver a la cama, vio que Paul abría los ojos. Poco a poco, la vitalidad y la tez fueron regresando a los ojos que estaban abiertos de par en par. De nuevo, veía volver el poder y la dignidad del león, que parecía inmortal. El corazón de Adrián se hundió.

Paul se movió con un susurro. Se apoyó en la cabecera de la cama. Se aplicó pomada en su brazo y estómago heridos, se puso una venda de tela de algodón absorbente en caso de pus.

A medida que Paul se movía, sus músculos bajo el firme y ancho armazón se movían como si fueran piezas de rompecabezas. Se tomó un momento para recuperar el aliento, luego miró a Adrian con una mirada inquebrantable.

- ¿Quieres un poco de agua? - preguntó Adrian, acercándose con calma al lado de Paul.

- Eso estaría bien. - Dijo él.

Adrian sirvió un poco de agua de una mesa cercana y se la entregó a Paul. Después de humedecer con agua sus labios secos y su boca, dejó el vaso sobre la mesita de noche y volvió a mirar a Adrian, que estaba sentado a su lado, en la silla junto a la cama.

Esperando un voto silenciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora