Capítulo 32

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Decidió armarse de valor cuando vio a la yegua de Peter y a su potro masticando y comiendo una manzana que cayó bajo la base del árbol.

Paul no podía borrar las huellas dejadas por los pensamientos que pasaban suave pero fuertemente por su cabeza. Ya no podía ignorar esta sensación dinámica que sacudía su vida.

Sin embargo, temía que las cicatrices dejadas en su interior y en su alma avanzaran, y se mantenía en su sitio como un cobarde o un desertor de los que tanto odiaba el general Ludwig.

Pero Paul von Autenberg no era un hombre que diera un paso atrás sólo porque tuviera miedo. Esperó a que Adrian llegara, agradeciéndole las cosas cotidianas que le aportaban cierta determinación.

¿Cómo es capaz de amar a Adrian Autenberg? ¿Con qué ojos, con qué palabras, con qué acciones, con qué alma puede amar?. Se preguntaba constantemente. En cambio, decidió añadir sinceridad a lo que podía hacer, es decir, que Paul von Autenberg mostrara lo mejor de sí mismo. Quería demostrar que era fiel al vínculo de pareja y también agradecido.

Paul veía mejor fidelidad vital, afecto instintivo y pasión que él mismo en el potro que quemaba sus ganas de vivir mamando vigorosamente la leche de la yegua. Quería ser como él. Así que quería ser un alfa, un omega y un nudo de almas que se combinaran perfectamente en la pareja.

Hacía mucho tiempo que no deseaba tanto algo. Tenía que admitirlo con franqueza.
Como resultado, todo lo que tengo es un alma herida, un corazón inesperadamente frío, y un deseo insatisfecho. Aún así, se dio cuenta de que no podía ignorar sus sentimientos por su cónyuge.

Paul, nunca había esperado a nadie. Nunca había esperado un momento de encuentro constante. Por eso, en el momento en que fue consciente de sus emociones, le temblaron las manos y le barrió la cara.

Cuando volvió a la mansión, estaba tan tranquilo que se enjuagó la cara con agua fría. El aroma a lilas persistía por toda la casa. Paul siguió el aroma y finalmente olió la sábana del dormitorio de la pareja.

Pasaron aquí la prometida primera noche en pareja. No estoy haciendo alarde de mi orgullo, pero terminé los momentos a salvo después de pensarlo mucho en aquel momento. Recordando aquel momento, Paul escudriñó la sábana con la mano. La piel de Adrian era más vibrante que esta.

Pero Adrian no volvió esa noche. Paul estaba convencido de que enviaría a alguien. Sin embargo, le preocupaba que le diera a Adrian, que está luchando allí en vez de a mí, lo que pronto hizo que el hombre mostrara su habitual paciencia. Paul esperó, esperó y esperó.

*** 

Adrian estaba disgustado por no poder pasar juntos el resto de la semana antes de que Joachim volviera a la unidad. Ni siquiera podía tocar el piano porque estaba abrumado por el agotamiento físico. Para empezar, no había piano en el hotel. Incluso tenía un piano.
Los que querían un hotel tranquilo no habrían querido oír al intérprete enfurruñado y tocando el piano.

Adrian tenía un alfa y un marido. Estaba casado y era cónyuge del Conde. Como, la gente realmente no permitía a los omegas tener su propio gobierno, así que el amor entre Adrian y Joachim se convirtió en lo que el público llama un asunto ardiente.

Yo lo resentía. Adrian lo pensó todo el tiempo. No eran honorables, pero eran sinceros.
Hubo innumerables susurros de almas en esta frase con juego de palabras.

Hablaba de la razón profunda de la filosofía religiosa que exploraba, de las lenguas elegantes como un hechizo mágico y de su amor a la sombra de nobles y grandes eruditos.
Se preguntó y se respondío. ¿Este amor es amor? Y el filósofo de Adrian respondió a esto. Todos llevamos las cosas que nos podemos permitir. Entonces Adrian se sintio un poco aliviado. Y se estableció una cierta estrechez de miras.

Esperando un voto silenciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora