Capítulo 20

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- ¿Adónde vas? - le pregunté a Paul, que se disponía a salir por el mismo camino por el que Adrián se disponía a ir a Berland

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- ¿Adónde vas? - le pregunté a Paul, que se disponía a salir por el mismo camino por el que Adrián se disponía a ir a Berland.

- He quedado con alguien. - respondió Paul secamente. Se puso el abrigo y se acercó a Adrián. Cuando estuvo frente a él, giró la cabeza hacia arriba como si estuviera contemplando una gran estatua.

- Hay todo tipo de engaños y trucos astutos en el mundo social, tú eres listo, así que creo que puedes digerirlos.

- Gracias por verlo así. - dijo aligerando un poco sus labios rosados.

- Al contrario... No creía que estuvieran muy interesados en mí. - No se trataba de escuchar los elogios de Paul, pero en realidad era mejor que que ser regañado. Era una suerte que el hombre no fuera ese tipo de persona, pero eso no cambiaba el aspecto de Paul. Seguía tieso, rígido, atrazaba algunas líneas y no parecía acercarse más con el pretexto del embarazo.

- ¿Adónde vas? - preguntó Adrian para tener una conversación un poco más formal.

- Rausfeldt. - Paul respondió mansamente. Es un lugar cercano al que se tardaba un par de horas a caballo aquí en Nispental. Era un pueblo pequeño con una larga historia y famoso por la fabricación de cerveza.

- Si no te importa, ¿puedo comprarle en Berland una copia del libro que mencioné antes?

- Sigues ávido de conocimientos.

- ¿Qué significa?

- Literalmente. - Paul no dio más explicaciones. - Si te apetece algo, puedes comprar todo lo que quieras en Berland.

Más bien, su expresión parecía decir que lo sabes mejor. Por eso Adrian asintió con la cabeza sin poder continuar la conversación formal. Mirando de cerca, Paul estaba vestido muy elegantemente, como si fuera a encontrarse con una persona importante. La bufanda negra estaba muy pulcra, la camisa y el chaleco eran de color crema y estaban impecablemente planchados sin una arruga. Incluso llevaba zapatos, no las botas habituales, que también estaban muy pulidos. En este momento no era un soldado, sino un caballero que vivía en una civilización perfecta y en un mundo de clase alta.

Sus ojos dorados oscuros, su pelo rubio opaco, quedaron intactos y aceitados. Paul no mostraba descuido ni desorden ni siquiera cuando se quedaba aquí, pero hoy parecía haber prestado especial atención.

Me preguntaba a quién iba a conocer, así que se tomé el tiempo para pulirlo con una expresión común. Sin embargo, Adrián no preguntó más y solo miró a su esposo que saltaba sobre el caballo. Solo miré la figura. Parecía que estaba tratando de decir que algo. Pero al final no dijo nada. Parecía de alguna manera inestable.

Al dar una patada en el costado del caballo, la imponente figura sentada en él comenzó a alejarse en un instante. Adrián se quedó mirando cómo la espalda de Paul desaparecía hacia el bosque poco profundo frente a la mansión, y sólo entonces subió al carruaje. Un lado de su pecho se sentía pesado al ver la apariencia fría de Paul.

Esperando un voto silenciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora