Parte 2

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La luz del sol comenzaba a molestarme, pegándome directo en la cara. Me remuevo molesto, gruñendo por no querer despertarme, ni siquiera ha sonado la alarma.

Abro los ojos de golpe, el cuarto completamente iluminado por la luz del día, los rayos del sol anunciándome que ya es más tarde de lo que imagino, rebusco mi móvil debajo de las almohadas e intento encenderlo, dándome cuenta de que está apagado, el reloj de mesa de mi compañero ausente de habitación me dice que ya pasan de las nueve de la mañana, me bajo de un brinco de la cama y corro al baño, unto un poco de pasta de dientes sobre el cepillo y comienzo a cepillarme lo más rápido que puedo, me enjuago la boca y la cara, rebusco en los cajones un pantalón cómodo y una chamarra por el frío, termino de ponerme los tenis y salgo corriendo de la habitación.

— Mierda, mierda... no puede ser

Salgo corriendo del edificio, chocando con alguien a medio camino y grito un «lo siento», pero no me doy el tiempo de voltear a verlo. Al llegar al salón, entro cuidando de no hacer demasiado ruido, el profesor está de espaldas, diciendo algo a lo que no le presto mucha atención hasta que azota la mano contra su escritorio, haciéndome dar un saltito a medio camino.

— Señor Isagi Yoichi, la clase de las nueve comenzó hace veinte minutos, ¿nos quiere compartir por qué llegó tarde?

La clase entera voltea a verme, algunos riéndose y otros serios, como si de verdad estuvieran interesados en saber por qué llegué tarde.

— Yo... tuve qué hacer unas cosas antes... — miento.

El profesor asiente, vuelve a tomar el libro que llevaba en la mano y se da la vuelta para escribir algo en la pizarra.

— Vaya al baño y peínese, al menos intente fingir que no se quedó dormido.

Suspiro, dándome por vencido y vuelvo sobre mis pies, saliendo del salón de clases.

Desde el pasillo que da a los baños se puede ver perfectamente la cancha de fútbol del patio trasero y me detengo a observar a los chicos que están jugando, ningún rostro me parece conocido, por lo que intuyo son los de primer año, me recargo sobre la base de la enorme ventana y apoyo la barbilla sobre el puño, siguiendo cada movimiento con la mirada.

— Son buenos, ¿no?

Bachira aparece a mi lado, me palmea el hombro y luego imita mi posición, mirando el campo con una sonrisa.

— ¿Ya viste lo que yo, Isagi?

Ladeo la cabeza sin entender muy bien a qué se refiere y, como siempre, lee perfectamente mi rostro porque me señala afuera, al campo.

— Pon atención al número uno. Marcará en cualquier momento.

Y como si el número uno estuviera esperando a que Bachira dijera eso, lanza un disparo desde el medio campo, un tiro directo de una jugada que él comenzó y decidió terminar desde el medio, dejando a sus compañeros y contrincantes sorprendidos, incluso mi reflejo en la ventana denotaba sorpresa.

— ¿Cómo se llama? —Pregunto boquiabierto.

— Aún no lo sé, no han recibido sus uniformes personalizados, así que nos referimos a él como número uno.

Asiento. — ¿Por qué yo no sabía nada de él?

— Bueno... — Bachira se encoge de hombros. — esta semana has estado demasiado pendiente de Barou y no vivías en las residencias. Ese chico vive aquí, así que lo hemos visto jugar por más tiempo.

— Vamos, Bachira.

— ¿Eh? ¿A dónde?

— A la cancha, ¿a dónde más? Quiero jugar contra él.

Estúpido error, ¿intencional? [Rinsagi +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora