Parte 8

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Los botones de la puerta comienzan a sonar uno tras otro, luego marca error y vuelven a sonar, marcando error nuevamente. Suelto un bufido porque seguramente el enano pervertido está tan ebrio que no puede poner bien la jodida contraseña. La voz robótica de la puerta se escucha después de un par de intentos más: último intento, al siguiente, se bloqueará la puerta. Por favor introduce correctamente el código.

Me pongo de pie, dejando el libro que estaba leyendo de lado, le echo un vistazo al reloj a mi lado y son las cuatro de la mañana, ruedo los ojos.

Abro antes de que el enano vuelva a intentar poner el código, se asusta, da un brinco hacia atrás y me mira, tiene los labios apretados en una línea.

— ¿T-te despdkdl?

— ¿Qué?

— ¿Te desperté? — consigue decir.

— Si, mierda. Pasa y no hagas ruido, ¿qué no sabes que la puerta se bloquea al quinto intento?

— Pero no se bloqueó. — se ríe. — porque tú abriste jeje, gracias...

Cierro la puerta en cuanto pasa, camina como zombie por la habitación y decide que es mejor tirarse sobre mi cama con los brazos y piernas extendidas, ,como una estrella.

— Hey, hey. Esa es mi cama, vete a la tuya. — ordeno.

Isagi balbucea algo que no entiendo porque tiene la cara entre las almohadas. Suspiro, comenzando a irritarme nuevamente.

— Oye, no voy a dormir en tu cama. Quién sabe qué cosas asquerosas has hecho ahí. Quítate.

Se gira, me mira, se ríe y señala mi cama con su dedo.

— Ni las que he hecho justo aquí... — sus palabras son atropelladas pero las entiendo perfectamente, bastan para que abra mucho los ojos, sorprendido por su repentina confesión, corro hacia él y lo jalo del brazo, obligándolo a pararse.

— ¡Cállate! No digas esas cosas, alguien puede escucharte. — digo molesto. — ¿qué mierda tienes en la cabeza, Isagi?

— Jeje... no sé si tú seas una mierda... no, espera, si eres...

Ya fue suficiente. Pongo la mano en su espalda y le doy pequeños empujones para que vaya a la suya, cuando llega, se vuelve a tirar, pero esta vez se me queda mirando y me saca la lengua.

¿Siempre ha sido así de infantil?

— Oye, qué es eso de que me tienes en la cabeza... —murmuro. — no, eso no. Qué es eso de que soy una mierda.

Me siento en mi cama con los brazos cruzados, mirándolo.

Él se ríe. — ¿Yo? No te tengo en la cabeza... bueno antes si, porque me gustabas, pero ahora ya no...

Me quedo pasmado por lo que ha dicho, luego recuerdo que las paredes oyen y lo callo.

— Shhh, mierda. La gente va por ahí pensando que eres gay y tú sales y dices eso en voz alta.

Me acuesto, me envuelvo con la cobija y escucho que mi libro se cae, aunque no hago mucho por levantarlo, ya en la mañana lo pondré en su lugar. Se forma un silencio en la habitación que pienso que el enano se ha quedado dormido y cuando estoy a nada de darme la vuelta y comprobar si se ha dormido, habla: — Pero no es mentira. — Tiene un tono de voz serio, ya no se ríe ni arrastra las palabras.

— ¿Qué dijiste? — Pregunto.

— No es mentira, Rin... soy gay y no me afecta que las personas vayan comentándolo por ahí.

No digo nada, me quedo en mi sitio, inmóvil.

Me ha entrado el nervio por alguna razón, las manos me cosquillean y siento que los brazos se me ponen fríos, como si se me hubiera bajado la presión o algo así.

Cierro los ojos para intentar dormir un par de horas, pero las arcadas de Isagi me hacen abrirlos otra vez, volteo a verlo y se ha quedado boca arriba, mirando al techo y no hace esfuerzo por pararse, incluso creo que se está quedando dormido.

Me pongo de pie y corro al baño, saco un cubo de debajo del lavamanos y regreso con él, que sigue batallando para no dejar salir el vomito. Lo ayudo a ponerse de lado, pongo sus almohadas en su espalda como le harías a un bebé para que no se de la vuelta y coloco el cubo en el suelo, luego, él solito se gira y comienza a vomitar.

— Mierda. — suspiro tranquilo. — me debes la vida, un poco más y te mueres ahogado con tu propio vomito. ¿No sabes que cuando bebes debes acostarte de lado por si vomitas, idiota?

No me contesta, sigue vomitando y parece que está sacando al demonio, porque sus arcadas son más fuertes que cualquiera que haya escuchado antes, tose y le golpeo la espalda, sus mejillas se han comenzado a llenar de lagrimas por el esfuerzo que el vomito le provoca.

Le escuchó jadear, como si le faltara el aire, me pongo de pie para ir por una toalla al baño y su mano me detiene, con esos ojos rojos parece que ha estado llorando toda la noche.

— No te vayas. — pide con voz muy quedita.

— Voy por una toalla para limpiarte la boca.

Niega efusivamente con la cabeza. — Estoy bien, quédate hasta que me duerma.

Miro mi cama y la suya, la distancia no es enorme, así que no le veo sentido a sus palabras.

— ¿si sabes que duermo a unos metros tuyos, no? ¿A dónde podría irme? Déjame ir por una toalla.

— Podrías dormir aquí. — dice y vuelve a vomitar.

— Ya duermo aquí.

— ¡En mi cama, idiota! ¿Los hetero son tan tontos para captar indirectas?

La cabeza comienza a dolerme, me saco la camisa del pijama y le limpio la boca llena de mierda, cuando está listo, lo alejo de la orilla de la cama para que no se caiga y llevo el cubo al baño, también dejo mi camisa en el cesto de la ropa sucia y saco el desinfectante en aerosol, que comienzo a echar por toda la habitación y cuando no huele a vomito, regreso con él.

Lo miro, tiene los ojos cerrados y se ha acurrucado de tal forma que parece un feto. Hace frío, la calefacción ha estado fallando últimamente y no quiero tener un muerto en mi habitación, así que suspiró y antes de meterme en su cama me maldigo a mi mismo.

— Eres idiota Rin, deberías dar la vuelta e ir a tu cama, no tienes por qué hacer esto.

Termino con mis murmullos cuando Isagi abre los ojos y dice algo que no entiendo, luego me deslizo entre las sábanas, nos cubro a ambos y me acuesto, el corazón comienza a latirme muy rápido.

¿Me estará dando un infarto?

— ¿Qué haces? — Pregunta.

— Cállate y duerme. — Le digo.

No responde nada y se gira, dándome la espalda.

Estúpido error, ¿intencional? [Rinsagi +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora