Parte 30

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ISAGI

Rin volvió a desaparecer después del encuentro con su padre, incluso Sae había perdido comunicación con nosotros y nadie en la escuela sabía nada de ellos.

A Shidou se le habían acabado las uñas de tanto mordérselas, también había dejado de esforzarse cada mañana por su cabello, ahora lo llevaba suelto a los hombros con nada más que una cinta para que no le cayera al frente, ninguno de los dos lo decía, pero estábamos sufriendo y mucho.

Esta vez no fueron tres días, desaparecieron al rededor de una semana y algo, dejé de contar los días cuando llegó el lunes y no regresaron, hoy es... no sé, algún día de la segunda semana sin ellos, las nacionales empiezan la semana que viene y no estoy seguro de poder participar si Rin no está.

Es un poco extremista tal vez, incluso para mi, pero no me siento con ánimos de nada, en realidad.

— ¿Qué hora es?

Shidou llega con una caja de pizza, se sienta en el suelo con la espalda recargada en la que era la cama de Rin, enciende la tv, me pongo de pie y lo acompaño en el suelo y hacemos lo mismo que todos estos días, fingir ver algo.

— ¿Qué hora es? —vuelvo a preguntar, Shidou se encoge de hombros y se saca la pizza de la boca.

— Las cinco, tal vez...

— Ah.

Cuando el programa termina, la pizza también, me acuesto en el suelo y veo el móvil, tengo mensajes de mis amigos que ignoro por completo, mi conversación con Rin es de hace dos semanas. Es un emoji sacando la lengua que le envié en una de nuestras tontas peleas, ojalá le hubiese dicho algo más.

Shidou me patea.

— ¿Crees que... estén bien?

Cuando algo grave pasa, Rin y Shidou evitan gritarse y se solidarizan con el otro, ya pasó en el funeral de su madre y ahora con esto, Shidou parece tan preocupado por Sae como por Rin.

— Lo están — afirmo, aunque no sé si es más para él o para mí —. ¿Cierto? —lo miro —. Están bien.

Shidou asiente.

— Ven aquí.

Me abraza, me echo a llorar porque sé que los dos tememos lo peor, sé que nos hemos imaginado mil y un situaciones en estas dos semanas, han lamentado tanto la muerte de su madre que incluso pudieron pensar en ir con ella, juntos, o tal vez...

Me aparto del moreno, golpeándole el pecho repetidas veces hasta que creo que me he pasado, me mira haciendo una mueca de dolor.

— ¡No la tomes contra mi, que he estado aquí apoyando y todo eso! —me apunta —. ¿Qué te pasa?

— ¡Su padre! —exclamo —. No hemos pensado qué tal vez estén con su padre...

Abre los ojos, mucho, y procede a golpearme también.

— ¡Joder que pueden estar con el viejo!

— Si.

— ¿Y por qué no nos han llamado?

— No sé.

Estúpido error, ¿intencional? [Rinsagi +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora