Extra 3

1.4K 145 40
                                    

RIN

Mi esposo es un cochino.

En toda la extensión de la palabra.

— Isagi, ¿puedes dejar tus bóxer donde deben ir? —grito desde el baño para que pueda escucharme, responde con un "Hmm" y luego no hay más, respiro hondo y meto su ropa sucia en el cesto de la jodida ropa sucia.

— ¿Qué pasa, cariño? —dice cuando entra en la habitación, envuelve sus brazos al rededor de mi cuello y me da un beso en la nariz.

— No hagas eso —me quejo —. No me des besos porque sabes que te saldrás con la tuya, simplemente no dejes ropa tirada por toda la habitación y ya.

Se ríe. — Humm... bueno, creo que debo recordarle a alguien que ayer me arrancó la ropa y la tiró por todos lados, ¿recuerdas? A menos que me haya acostado con un alíen, estoy bastante seguro que deberías recordarlo.

Oh.

— ¿Es esa toda la ropa que tenías puesta ayer?

— Sip.

— ¿Por qué tantas capas?

— Eso mismo dijiste ayer, cuando me la quitabas.

Chasqueo la lengua y le rodeo la cintura con mis brazos. — Supongamos que es cierto, entonces, hmm...

— ¡Estás buscando algo para regañarme! —chilla —. Joder, todo está limpio, lo juro.

— Está bien.

Le beso la frente, entierra su cara en mi pecho y murmura:

— Recibí un mensaje del entrenador, tenemos que estar con los chicos en el estadio en dos horas, ya sabes... evaluaremos la cantera y eso.

Evaluar la cantera no es algo que me guste hacer, principalmente porque tengo que tratar desde niños hasta adolescentes hormonales que no saben mantener sus puños quietos cuando van perdiendo. Yo llevo puesta la camiseta y mientras la directiva quiera mantenerme aquí, aquí estaré, dando todo por el psg, pero eso no significa que me iré a los golpes por perder un partido. ¡Es un partido! Lo sé, soy muy maduro.

— Ya, deja eso. Es solo un juego, ¿ok? Y ni siquiera son rivales, ¡están en la cantera del mismo equipo!

Uno de los chicos bufa pero termina apartándose, suelta a su compañero que cae de nalgas y antes de que se levante y vaya tras él, Isagi interviene.

— Si vas y le sigues el juego, me encargaré de que ninguno de los dos llegue a estar si quiera en la banca.

El chico tuerce la boca y se va al otro lado de la cancha.

— Uy, eso sonó demasiado amenazador —finjo temblores.

Me mira y sonríe, encogiéndose de hombros.
— No sabes lo amenazador que puedo llegar a ser.

Me río pero se lo concedo, puede llegar a ser realmente intimidante si se lo propone.

Luego de un par de horas más, llega la cucaracha y el resto del equipo, hoy somos locales, recibimos al Ajaccio y no sé si fue buena idea del entrenador poner a dos de sus mejores hombres a dar clases a niños porque justo ahora todo lo que quiero es ir a casa y descansar, no sabía que ser entrenador también era cansado, he subestimado a nuestro entrenador.

Los chicos llegan y vamos directo a los vestidores, puedo decir que los aficionados están llegan porque fuera del estadio se escuchan sus cánticos y gritos de apoyo.

El DT nos da sus palabras de aliento antes de salir a la cancha, hemos repasado nuestra formación y la del Ajaccio, sabemos lo que tenemos que hacer.

La fila que se hace en el túnel para salir a la cancha sirve para echarnos la bronca de forma amistosa con el equipo rival, los niños que nos acompañan nos toman de las manos, esta vez es un niño que está conmigo, me toma de la mano y me sonríe, no deja de mirarme con la boca abierta y le devuelvo la sonrisa, me pongo a su altura y le tiendo la mano.

Estúpido error, ¿intencional? [Rinsagi +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora