La casa de Styles no podía negar lo raro que notaban a su jefe después de su último encuentro con Ellie.
Harry solía ser serio pero con sus amigos, sus casi hermanos, era otro hombre. Relajado y amigable.
Su última noche juntos definitivamente lo había hecho pensar de otra manera respecto a Ellie. No había podido creer que de alguna manera quiso lastimarla.
¿Realmente quería lastimarla y arruinarla?
No. Esa era su respuesta en su mente. Se sentía culpable y el remordimiento solo llegaba a su cabeza una y otra vez.
Así que después de unas semanas se decidió.
Quería a Ellie.
"Harry... ¿qué haces?" Ellie río suavemente cuando Harry tapó sus ojos entrando a su invernadero.
"Una sorpresa." Harry habló por lo bajo. Había ido a su casa por una reunión que tenía con su padre y tíos, había aprovechado el pequeño descanso para buscar a Ellie. "Cuidado." Rio levemente cuando por accidente, habían pisado una rama del suelo. "Espero te guste."
Ellie sintió sus manos alejarse de sus párpados, permitiéndole abrir sus ojos y observar su invernadero con unas nuevas flores que la hicieron abrir su boca en sorpresa.
"Harry..." Murmuró sorprendida. "¿Tulipanes?" Preguntó con una sonrisa incrédula. "Como..."
"Una vez lo dijiste." Harry dijo, tímido. "Tú... lo dijiste cuando te llevé a casa."
Ellie estaba sorprendida. Pues Harry era el que menos esperaba que pusiera atención en los mínimos detalles que ella decía cuando hablaba.
Recordó el día que Harry la trajo a su casa y Ellie solía platicar acerca de su vivero, pero él no prestaba atención, claramente su mente estaba enfocada en otra cosa que no fuera plantas.
Sin embargo, Harry la miraba, de reojo mientras manejaba, la miraba hablar despreocupada y con confianza.
¿Cómo es que podía sentirse en confianza con él a su lado?
Literal, semanas, casi un mes atrás se odiaba con su padre y Styles no era más que un apellido que gritaba peligro. Pero aún así, Ellie estaba ahí a su lado, sonriendo inocente.
"Ellie..." Harry la tomó de las manos. "Vamos a casa." Le susurró.
"¿Ahora?" Ellie frunció el ceño, si iban a acostarse como siempre, sería en la noche, no en la mañana. "Pero..."
Harry tomó sus mejillas para dejar un beso en sus labios, lento y dulce. Acarició sus mejillas con sus manos mientras disfrutaba de los aterciopelados labios de Ellie. "Ellie, déjame quererte."
Harry no pensó sentirse amado.
Amor.
Aquel sentimiento era uno que pensó, había quedado en el pasado cuando era joven. Alguna novia de preparatoria o que conocía en el negocio pero nunca, ese sentimiento que Ellie lo hacía sentir.
Lo hacía sentirse feliz. Se sentía en confianza, sentía paz.
Y cuando realmente supo que quería a Ellie, quiso enmendar cualquier tipo de acción o pensamiento negativo con ella.
"Harry...." Ellie susurró. "¿Estás bien?" Mordió su labio, preocupada, mientras tomaba su rostro y acariciaba su mandíbula y el pequeño rastro de vello en ella. "Desde la mañana te noto raro."
Harry tragó con nervios, mirando sus preciosos ojos que sólo demostraban sincera preocupación.
En años, alguien que no fuera su familia, había demostrado esa preocupación por él. "Estoy bien, cariño." Susurró pegando su frente con la de ella y sujetándola más cerca a él.
