Bemol en sostenido

26 9 0
                                    


Capítulo 38: Bemol en sostenido


Vil decidió esa tarde guardar sus lágrimas de blot.

Seguido se encerraba en su laboratorio, escribía durante mucho tiempo sus pensamientos en el grimorio que Neige le había regalado. A veces eran rayones sin sentido, otras eran palabras escritas con rabia, incluso tenía hojas rasgadas.

Él no era una persona que llorase mucho, sin embargo, últimamente no podía controlar las veces en las que terminaba mirando a la nada, llorando en silencio.

Llevaba al menos medio mililitro de lágrimas. no era mucho, pero el aroma que desprendía le gustaba tanto, que quizás podría hacer algo de él. Miró el pequeño matraz corazón con la sustancia negruzca, de esos matraces que se utilizaba para destilar los solventes de los aceite extraídos. Lo tapó con un corcho y lo dejó en una pinza, asegurado para que no se cayera.

Mediados de junio. Hace cuatro noches que Rook no le visitaba en la habitación. Vil entregaba su cuerpo con la intención de olvidarse por completo de su realidad y sumirse entero en el placer, abandonarse al hedonismo, a la lujuria.

Dios le había abandonado, le daba igual enviciarse con el sexo.

Le pediría que esa noche volviesen a encontrarse.

Solo había llorado dos lágrimas, ya no existían energías para seguir haciéndolo, solo una mente borrosa, de espejos quebrados que reflejaban su desgracia.

Miró por la ventana y observó el árbol de manzano que estaba cerca. Los frutos estaban creciendo, aún muy inmaduros y verdes, pequeños y débiles.

Una manzana se había desprendido de su rama.

Vil se quedó observándola atentamente. Sintió pena, ¿Pena por una manzana? La recogería y la dejaría en su laboratorio, para ver cuánto viviría sin estar en el árbol.

Caminó a la salida, para dirigirse al exterior por la puerta más cercana. Al sentir la brisa fresca en su rostro aún húmedo, pensó en cuánto tiempo había transcurrido en el laboratorio.

Ahí estaba la manzana verde, entre la hierba, rechazada por la vida.

Vil la tomó entre sus manos y regresó a su laboratorio para dejarla dentro de una desecadora de cristal.

Hace mucho que no iba a reuniones. Había dejado de frecuentar el comedor y de firmar cartas. Neige se estaba comenzando a ocupar de todas esas cosas y Vil sentía tanto rechazo al hecho que seguido intentaba volver a su despacho a terminar las labores que le correspondían.

Pero estaba perdiendo el control de su vida.

"Mañana estaré bien. Asistiré a la reunión con la primera ministra."

"Lo hará, querida Reina." Le contestó un espejo sobre una mesita adornada con flores. "Su supremacía sigue siendo absoluta."

Por ahora simplemente iría a tocar piano.

Caminó hacia el salón de baile, nadie le molestaría ahí si quería tocar algo. Empujó la puerta y se encontró con los lustrosos pisos desprovistos de alegres parejas que se dedicaran a girar y danzar, prometiéndose amor entre cada vuelta, en donde el vestido de las damas dejaba a su paso la brisa primaveral de un sueño.

No había nada de eso, solo él, los espejos de los laterales y el piano.

Avanzó, escuchando las reverberaciones de sus pasos. Tocaría algo de piano, se relajaría, iría a cenar y dedicaría su rutina diaria de belleza, para intentar atenuar esas ojeras producto de la maldita hora que tomaba sus sueños: las cuatro de la mañana.

Corona de Sangre [RookVil TWISTED WONDERLAND]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora