Perfume

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Capítulo 3: Perfume

El día era radiante, muy por el contrario como las novelas describen cómo son los días de entierro.

Una mariposa blanca se posó sobre una de las flores del arreglo funerario mientras que el sepulturero cerraba la puerta del panteón. El cementerio tenía un lugar especial destinado a la noble y leal servidumbre del palacio, el cual siempre estaba lleno de flores frescas. La iglesia del cementerio tenía también un monasterio pequeño, y sus habitantes se encargaban de las labores de limpieza y orden del cementerio.

Vil se encontraba bajo la sombra de un manzano y Neige a su lado recibía los rayos del sol, que no eran suficientes para levantar sus ánimos apagados. Llevaba un ramo de rosas blancas pequeño entre sus manos enguantadas y mantenía la mirada fija en el suelo. Algunas mujeres lloraban, otros miraban con lamento como el candado cerraba la puerta del panteón.

Una de las cosas que más le llamaban la atención a Vil era lo cambiante que podía ser la animosidad de Rook. Era evidente que estaba afectado, pero sonreía a quien le hablara, respondía con amabilidad y sus ojos tenían cierta chispa de vida, algo que la gente que perdía un ser querido no tenía. No lo perdía de vista ahora que su rostro estaba sombrío con los ojos perdidos en el suelo, sopesando ideas y liberando otras. Como si lo sintiera, Rook sabía que había capturado la atención de Vil.

Apenas Rook miró a Vil, él desvió la mirada del cazador.

Vil se fijó en uno de los jardineros más jóvenes del palacio: un chico de cabellos lilas del cual desconocía su nombre. Parecía demasiado delgado para talar o para hacer rutinas pesadas de jardinería. Le había visto hablar como lo hacían en el pueblo en las tabernas y siendo acallado por las cocineras. Vil le miraba fijamente, observando la forma de su cabello y el color de su piel hasta que, al parecer, el joven se sintió observado y giró la cabeza hacia el Rey. Parecía alarmado, pero lo disimuló arreglando las mangas de su modesta camisa blanca.

Neige se acercó al panteón cuando los demás comenzaron a retirarse y dejó las flores blancas a los pies de la puerta, para luego retirarse.

—Vamos Vil—dijo Neige, esbozando una pequeña sonrisa—, Ernest no le gustaría saber que estamos tristes por su partida.

Vil no dijo nada.

El camino de vuelta al palacio fue tranquilo. La carroza de los hermanos era amplia y acomodada, lo que permitió que Neige se recostara, cosa que a Vil no le gustó.

—Siéntate—ordenó, mientras miraba por la ventana.

—¿Sabes?—dijo Neige, acatando la orden—, creo que tu manera de vivir un duelo es diferente a la de todos los demás.

Vil frunció el ceño y giró su cabeza para encontrarse con los grandes ojos de Neige. El joven príncipe se encogió de hombros y comenzó:

—Creo que te cierras. Desde que supimos que Ernest nos dejó no me has dicho mucho. Anoche... Sé que fui algo inmaduro, pero debes reconocer que tengo algo de razón. Ya tengo edad para enfrentar las cosas, Vil. Pero por otro lado, debes saber que tú tampoco estás solo, intentas llevar todo a cuestas y mantenerte inquebrantable.

—Es la labor de un rey y soy capaz de hacerlo, ¿Qué te hace dudarlo?—Vil parecía extrañado, sin embargo, permitió que Neige continuara con la conversación.

Neige negó un sinfín de veces, sonrojándose.

—¡No, No! ¡No he dicho eso!—Neige suspiró y colocó la mano sobre la frente, como si estuviese buscando palabras para expresar lo que quería—, intento decirte que cuentes conmigo. Hazme parte de tus pensamientos, somos hermanos. Ahora mismo no sé qué piensas.

Corona de Sangre [RookVil TWISTED WONDERLAND]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora