Luz y Sombra

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Capítulo 43: Luz y Sombra

Epel había comenzado a llorar nuevamente. Corrió hacia las caballerizas, sin embargo, se detuvo a medio camino.

Su corazón latía doloroso, el pecho apretaba como si de pronto algo podría evitarse. Se volteó a mirar la casa cubierta de rosales e hizo una locura: regresó.

Era como caminar nuevamente a la boca del lobo. En un principio caminó y luego corrió. Se adentró, intentando ver en la creciente oscuridad el suelo para no pisar espinas. Subió las escaleras y al doblar por ellas, en la parte superior, veía ríos de blot caer por los escalones, como una endiablada cascada cargada de dolor.

Al llegar arriba, Epel abrió los ojos, horrorizado. Sus manos taparon su boca rápidamente, casi cayendo de espaldas por las escaleras. Se afirmó del barandal y tiritando, llamó:

—¿R-Rook?

Se acercó con cautela a él y se agachó a su nivel, mareándose por el olor a óxido y rosas en el aire. Con cuidado liberó su rostro de su cabello manchado y pudo ver sus ojos vidriosos. Epel soltó un sollozos infantil al girar la cabeza hacia Vil.

Lucía hermoso, rodeado de rosas que habían empezado a crecer desde el suelo, rosas sin espinas. Parecían frescas y rebosantes de vida. Vil llevaba ahora un vestido mucho más hermoso que el que portaba cuando Epel lo vio: un velo negro nacía desde su corona, una cola larga recorría el pasillo, como si una trágica novia hubiese quedado viuda antes de casarse. Una virgen corrupta, un santo olvidado, un ángel caído.

—N-no, Vil, por favor...

Epel, desesperado, apartó el flequillo de Rook y depositó un beso en su frente: a veces, las rosas moribundas recobraban su belleza una vez que las besaba. Nunca lo había intentado con seres humanos, pero no había momento de cuestionarlo. Se acercó a Vil e hizo lo mismo, saboreando en sus labios el espeso blot. Pasó una manga por su boca y continuaba llorando. Tomó a Vil entre sus brazos y le vio con una expresión de paz y quietud que le asustó.

"Solo están dormidos, solo duermen." Se decía constantemente, evitando tocar sus pecho o su cuello, temeroso de no encontrar pulso.

Al ver que las cosas no cambiaban con el pasar del tiempo, Epel se quedó en la oscuridad, llorando ante ellos, sollozando y limpiando su nariz constantemente, sin saber qué hacer.

Las ventanas quebradas dejaban entrever entre las enredaderas, una tenue luz de atardecer. Debía pedir ayuda, huir del lugar, intentar despertar de aquella pesadilla.

Gateó hasta Rook y le miró unos segundos en la penumbra.

—¿Por qué?—le preguntó, sabiendo que no contestaría pero con la esperanza de que lo hiciera—¿Qué fue lo que hiciste, imbécil? ¿Te atreviste a traicionarlo? E-eres un idiota, ¡Vete a la mierda!

Terminó de decir aquello con un pesar y pena tan grande, que le costaba trabajo creer que estaba maldiciendo al hombre que alguna vez, en secreto, consideró como su padre.

Epel seguido se encontraba pensando en una extraña relación familiar entre los tres. Incluso se trataba así mismo de estúpido por creerlo, pero ahora lo sentía todo, menos estúpido. Su madre y padre biológicos eran sus amados familiares, sin embargo, esa pequeña familia ficticia que Vil había creado, se instauró en su corazón.

Alzó la vista y vio un cuadro en la pared que estaba a medio romper: una mujer hermosa, de cabellos rubios, sonreía en la pintura. Epel la reconoció enseguida como la madre de Vil.

—L-lo siento, Su Majestad—murmuró Epel, ya sintiendo que entraba en demencia producto de todo el caos—, no puedo hacer más... no ahora.

Epel había calmado su llanto. Cerró los ojos de Rook y se puso de pie. Para bajar antes de que la poca luz que quedaba le cegara.

Corona de Sangre [RookVil TWISTED WONDERLAND]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora