Epílogo 1: Epel Felmier

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Epílogo 1: Epel Felmier

Epel había cumplido veinte años hace poco. Su cabello llegaba hasta la cintura, lo cuidaba todos los días con tanto afán que parecía que fuese su propiedad más preciada.

Sus amigos se habían alejado de él, evidentemente no querían un afeminado medio trastornado en el grupo de fortachones. Seguido, trenzaba y decoraba su cabello con cintas borgoña, tal como Vil lo hacía.

Todas las mañanas, Epel iba a visitar la capilla donde sus padres de alma descansaban. Epel lloraba, reía o incluso se enojaba ante ellos, recordando tantas cosas que les hubiese querido decir.

Epel continuó siendo jardinero del palacio a pesar de haber amenazado a Neige. En un principio Epel pensó que el nuevo Rey lo mandaría afuera, sin embargo, no lo hizo. Epel continuó besando rosas, pero esta vez sin ocultarlo de nadie. Siguió estudiando francés, aprendió piano y planeaba aprender ballet, a pesar de ahora ser un adulto.

Pero lamentablemente esa mañana, se encontró con Neige en la capilla. Epel estuvo a punto de dar media vuelta y largarse, pero ahora, el más maduro Neige le llamó.

—Su Majestad—dijo Epel con un encanto tal que era incluso motivo para sentirse incómodo—, ¿Desea usted, mi compañía?

—Epel, siéntate por favor.

Epel se sentó en una de las bancas de la capilla y miró al Rey mirar atentamente a Rook.

—¿Sabes?—empezó Neige, con una sonrisa triste en su rostro—, me gustaría volver a escuchar sus voces.

—Es algo imposible, Su Majestad, aunque quizás si le otorga un beso de Amor Verdadero al cazador, su sueño pueda cumplirse—dijo Epel con malicia.

El Rey no le juzgó, solo negó con suavidad.

—No es algo que yo pueda hacer. Ambos están perpetuos en este hechizo y yo soy culpable de ello.

—Oh, si usted lo dice.

Epel llevaba los labios sutilmente rojos. Se había encantado la primera vez que se maquilló, algo que su padre rechazaba. Su madre le miraba con pena, sus compañeros se alejaban de él. Epel comprendió así que Vil nunca fue aceptado, solo rendían respeto por ser el Rey.

—Quiero contarte algo, Epel.

—Adelante, Su Majestad, sin embargo, debo prevenirle que quizás mis oídos están sordos.

Neige soltó una risita y asintió.

—Estoy dispuesto a eso. Solo necesito que... esto salga de mi pecho.

—¿No tiene mejores confidentes?—preguntó Epel, con cierto arrastre de voz.

—No, tú eres perfecto.

Neige tomó aire y ahora caminó hacia el lado donde descansaba Vil. Una lágrima descendió por su mejilla y apretó los labios.

—Yo sabía que mi hermano y Rook tenían algo. Lo sabía, lo supe por mucho tiempo. Deseé profundamente que su felicidad llegara con eso, incluso dejé de insistir con que buscara una novia, solo le deseé felicidad con alguien que amara. Quería darle espacio para vivir esa etapa tan hermosa del enamoramiento. Quería hacerme cargo de cosas en el palacio que... que quizás yo podía hacer, con tal de que él volviera a sonreír.

—Creo—dijo Epel poniéndose de pie, sintiendo de pronto un flujo de rabia llegar a sus sienes—, que su historia no me interesa, Su Majestad, con su permiso.

Neige él detuvo: una frase, una única frase le hizo voltearse. Abrió los ojos sutilmente al ver a Neige.

—Déjame explicarte, Epel, verás...

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Corona de Sangre [RookVil TWISTED WONDERLAND]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora