O16

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Victoria

Me despierto con pesar, me duelen los ojos y la cabeza, giro quedando boca arriba y no sé donde estoy. Enfoco mi vista y miro al techo, luego miro las paredes y hay posters de Messi, y algún que otro retrato, pero la mayoría de cosas de fútbol. Me doy cuenta que no estoy en mi cuarto.

Siento que alguien se remueve a mi costado. Abro mis ojos asustada, no me digas que...

—Dame sábanas, tengo frío — dijo la voz ronca de Enzo mientras estiraba la sábana con la que yo me tapaba. Miro su pecho, no tiene remera y rápidamente entro en pánico, levanto la sabana y miro debajo de ella, me alivio cuando veo que tengo la ropa puesta, menos los zapatos. Todo esta en orden entonces. Enzo también tiene su pantalón puesto. No hay nada de qué preocuparse.

Trato de levantarme de la cama con sigilo, no quiero hacer mucho ruido para no despertarlo. Cuando por fin salgo de la cama de Enzo, busco mis zapatos por todos lados, uno lo encuentro al lado del armario y me lo pongo, me pongo a buscar el otro y no lo encuentro, me agacho para buscar debajo de la cama y estiro mi brazo para tantear. Entre la poca iluminación de la pieza y las luces bajas no veo nada y se me hace más difícil encontrar así.

—Creo que el otro está al lado de la puerta, fíjate — me dice Enzo con la voz adormilada. Camino hacia la puerta como me dijo para fijarme y efectivamente estaba ahí. Lo tomo y luego me giro para verlo a él, tiene el pelo revuelto, apenas abre los ojos y tiene una sonrisa leve en su cara.

—Perdón, no quería despertarte — le digo apenada, calzandome el otro zapato.

Él solo sonríe.

—¿Podes creer que ayer ninguno de los dos tuvo una buena noche? — lo miro sin entender. Ni siquiera recordaba lo que había pasado la noche anterior. Me acuerdo que estaba hablando con Paulo sobre que faltaba poco para el mundial, después ya no me acuerdo nada más. No sé por qué amanecí en la cama de Enzo — Encima me debes una noche de sexo, ayer me quedé con ganas — me dice y mis ojos se abren a tope.

¿¡Qué carajos?!

—¿Cómo? — le pregunto casi exaltada, en un hilo de voz.

—Si, me arruinaste la noche, iba a estar con una mina linda pero estabas vos en la cama y no te iba a mover para estar con ella, no daba. Pero bueno, la pasé bien con vos igual — dijo con una sonrisa pícara y enseguida entro en pánico ¿¡Qué mierda pasó ayer?! Dios me da bronca no acordarme de nada. Veo que él se ríe — Tranquila virgen maría, no cogimos, solo dormimos, no iba a dormir en otro lado que no sea mi cama, así que tocó dormir juntos — confiesa y siento que me volvió el alma al cuerpo.

—Tarado, no jodas con eso — lo golpeo levemente y él se ríe divertido — No me acuerdo de nada, te juro — digo y él asiente.

—Digamos que ayer alguien puso algo en tu bebida que hizo que te pusieras re esquizofrenica — explica y yo lo miro sin entender, trato de recordar algo de lo que pasó anoche pero es imposible, no me acuerdo de nada — Por cierto, para esos ex novios, mejor no tenerlos.

—¿Qué hizo Leandro? — digo recordándolo. Enzo se recuesta sobre la cama — ¿Puso algo en mi vaso?

—Él fue el de la idea, pero mis amigos fueron los que pusieron pastillas en tu vaso, sinceramente no sé qué querían hacer — dijo Enzo y comienzo a enojarme.

Leandro y la puta que te parió. Sabía que no tenía que haber venido.

—Pero gracias a mí no te pasó nada, estás sana y salva. Mínimo un gracias merezco, ¿No? — dijo divertido y yo sonrío.

—Muchas gracias.

—De nada, aunque espero que me presentes a una amiga, para sustituir a la que se me fue anoche, digo — dice Enzo y yo ruedo los ojos. Otra vez volvió a ponerse en modo pesado.

Vecinos | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora