O26

6.4K 377 78
                                    

Buenos Aires, Argentina.
Lunes 7 de noviembre, 2022. 08:02


Miro la hora en mi reloj y suelto un suspiro frustrada. Estoy llegando muy tarde a la facultad y encima debo caminar dos cuadras para tomarme un colectivo porque mamá y Matias se fueron temprano por trabajo. Yo podría ir con ellos si no fuera porque me quedé dormida. No había descansado bien aún de la noche anterior. Me había quedado a dormir en la casa de Enzo después de haber cogido en su cuarto. Me prestó ropa seca de él y con eso me quedé hasta la mañana que me desperté y enseguida volvimos con Kiara a mi casa, porque si mamá se enteraba que duermo con el vecino me mata.

Ahora estoy desesperada porque debería tomar el colectivo sabiendo que estoy llegando tarde y no saber a qué hora va a pasar el que me deja en la facultad. Volteo un poco para verlo a Enzo que estaba saliendo justo conmigo, hacía girar su juego de llaves con su dedo índice y tararea una canción mientras llega a su auto del lado del volante. Toma la manija del auto pero ladea su cabeza y me ve. Sonríe en forma de saludo y yo levanto mi mano agitandola.

—Me parece que vas un toque tarde — me dice ladeado una sonrisa.

—Algo así, me quedé dormida — admito obvia. Quiero pegarme la vuelta para dejarlo ahí e ir corriendo hasta la parada pero él me habla.

—¿Querés que te alcance?

Me doy la vuelta denuevo para verlo. No era mala idea, es más, me ahorraría esperar el colectivo y no llegaría tan tarde. Pero no me gustaba molestar a los demás tampoco. Tal vez él también tiene cosas que hacer, estos días entrena mucho porque ya quedan pocos días para el mundial y necesita estar muy concentrado.

—No dejá, capaz vos estás llegando tarde como yo y no quiero que te atrases por mi culpa — le sonrío en forma de agradecimiento pero veo que él niega con la cabeza.

—Nada que ver, además veo que estás muy apurada e ir a esperar el colectivo ahora vas a llegar en una hora seguro.

Bueno en eso tiene razón, no sé cuántos minutos tardará el colectivo en llegar y eso sería peor para mí. Pienso varias veces en la invitación que me había propuesto y resignada suelto un suspiro.

—Si no te molesta... No me gustaría llegar más tarde de lo que ya estoy yendo.

El morocho suelta una risa — No me molesta, tonta. Por algo me estoy ofreciendo. Dale, vení.

Sin esperar más tiempo camino a paso rápido hasta el auto y me subo del lado del copiloto. Luego sube él y enciende este para salir de ahí.

—¿A dónde queda? — me pregunta sin sacar su vista del camino y yo le indico. Asiente y no me dice nada más.

El camino fue tranquilo, aunque deseaba que fuera más rápido porque estaba llegando muy tarde. Enzo iba como si no tuviera apuros y me cuenta lo emocionado que está por el mundial. Aunque no quiero que este viaje termine, verlo a él manejando con una mano sobre el volante y la otra apoyada sobre la ventana, mirando concentrado el camino hace despertar mis pensamientos más impuros y me hace desear miles de cosas que me encantaría hacerle si no fuera porque estuviera manejando.

Este chico me calienta muchísimo, cada mínima cosa que hiciera lo veo de otra forma a la que lo veía antes. Desde que tuve no primera vez con él una parte de mí había cambiado. Antes me importaba muchísimo mi virginidad y la cuidaba bastante para tener que perderlo con la persona que amaba, pero tampoco me arrepiento que haya sido Enzo la persona con la que lo haya perdido. Él era un Dios para eso y gracias a eso ahora deseo el sexo más que nunca.

Vecinos | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora