O24

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—¿Querés una? — me pregunta Enzo sacando una galletita de la bolsa que le di.

Estamos acostados en el sofá, él desnudo y yo solamente con mi ropa interior, recostado boca arriba y yo casi encima suyo apoyando mi cabeza en su pecho, sintiendo como este sube y baja por respirar. También una pierna está sobre él. Estamos cubiertos por una sola sábana. Hace un rato habíamos terminado de coger y después nos dió paja cambiarnos.

Concentrada trazaba círculos insignificantes sobre su piel, pero elevo un poco mi cabeza cuando me habla, conectando mi mirada con la suya. Niego con la cabeza.

—No gracias, solo son para vos. Yo tengo una bandeja llena en casa — murmuro con una sonrisa y él me sonríe. Le da una mordida a la galletita y la saborea por unos segundos. Veo que levanta las cejas.

—Están buenísimas. Decile a tu mamá que cocine más seguido — dice cuando termina de comer y yo me río. Me siento incorporándome y agarro mi ropa para ponermela. Cuando termino de cambiarme giro a ver a Enzo y tiene las cejas fruncidas.

—¿Te vas?

—Me tengo que ir, mi mamá me está esperando — explico mientras cierro mi pantalón.

Enzo se sienta sobre el sillón y me toma de la cintura para acercarme hacia él y terminé sentándome en sus piernas, lo miro directamente a los ojos curiosa.

—¿Vas a venir mañana? Quiero verte, y si es posible, toda la semana — dijo y se acerca a mi cuello para dejar besos cálidos ahí. Sonrío internamente al escucharlo, esto se está convirtiendo en un círculo vicioso que no queremos que termine jamás.

—Y no sé, está semana tengo que ponerme las pilas porque tengo parciales, pero veo si puedo hacerme un tiempo — sonrío ladina y él sonríe satisfecho.

—Okey. Te espero entonces — contesta y se levanta para ponerse su ropa. Mientras yo me acerco a la puerta y me agacho para levantar el canasto que había dejado en el piso. Se acerca a mí ya cambiado y yo tomo la manija para poder abrir la puerta — Igual vos no necesitas invitación, mi cama y yo te vamos a recibir con los brazos abiertos — bromea y yo me río.

—Que bobo — me muerdo el labio inferior, me acerco a él y me tengo que poner de puntitas de pie para poder darle un beso, debido a que él es más alto que yo — Bueno entonces me van a ver muy seguido.

—Chau, coloradita hermosa — me tira un beso cuando ya estoy yéndome para mi casa y yo lo saludo con la mano, cuando llego a mi casa ya él había entrado a la suya. La sonrisa que tengo en mi cara no se me borra para nada.

Espero no estarme enganchando porque me muero.








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Buenos Aires, Argentina.

1 de noviembre, 2022. 16:30






Suelto un suspiro profundo cuando por fin puedo acostarme para descansar un rato. Apenas llegué de la facultad comí algo y directamente subí a mi cuarto para seguir estudiando, los días cercanos a la fecha del parcial te consume la mayoría del tiempo, más que un día de cursada, agradezco que me puse las pilas desde el primer día y por eso no estoy tan atrasada que digamos, pero aún así no es suficiente, son muchos temas que tengo que estudiar y me dan ganas de suicidarme sinceramente.

Agarro mi celular y entro a Instagram para chusmear que onda. Me aparecen algunas historias de los chicos y todas son del entrenamiento, se están poniendo las pilas porque en dos semanas se van a Qatar y deben estar preparados físicamente para eso. A mi me emociona mucho eso porque amo los mundiales, soy muy fanática y amo ver jugar a la selección.

Vecinos | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora