O22

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En cuestión de segundos, con Enzo estábamos corriendo hacia su cuarto. Me arrastra casi por las escaleras para llegar a su cuarto y cerrar la puerta con llave.

Tengo que admitir que tengo mucho miedo, soy nueva en esto y tengo miedo de decepcionarlo y que después no tenga ganas de hacerlo conmigo, pero voy a tratar de reprimir esos sentimientos y voy a disfrutar el momento.

Con desesperación, se acerca y me besa mientras sus manos estaban acariciando mi cintura y la parte baja de mi espalda. Era imposible que mis manos estén quietas, estas se deslizaban desde su cuello hasta su pecho, de a poco van bajando hasta el borde de su camiseta y se lo saco de una. Me muerdo el labio inferior levemente al ver su torso desnudo.

Mamita. Que calor que hace.

Vuelvo a unir mi boca con la suya y ladeo mi cabeza un poco, no puedo dejar de besarlo, es muy adictivo. Entre besos me hace caminar de espaldas hasta llegar a la cama, pero antes me despeja de toda mi ropa; primero mi remera de pijama y mi short, dejándome en ropa interior. Me mira de arriba a abajo y sonríe antes de volver a besarme.

Me alejo de él para desplomarme sobre la cama boca arriba y le hago una seña para que se acerque, él con una sonrisa de lado se sube encima mío y me come la boca. Abro mis piernas para que se acomode sobre ellas y así puedo sentir su bulto que se asomaba debajo de sus jeans. Suelto un jadeo entre el beso cuando finge enbestirme.

No hacían falta las palabras para describir lo mucho que nos deseamos, era evidente ya eso.

Paso mis manos por su pecho, luego bajo por su abdomen hasta llegar a su pelvis, donde encuentro el cierre de sus jeans, sin miedo se lo bajo y él me ayuda a sacárselo, quedando solo en bóxer.

Enzo baja sus besos a mi mandíbula y luego a mi cuello, dejando leves chupones ahí, que espero que mañana no se noten. Muerde, chupa y besa esa zona y yo cierro los ojos mientras suelto jadeos, por inercia llevo mis manos a su cuello. Una de sus manos baja a mi pierna y la acaricia hasta llegar al borde de mi tanga, donde con un dedo lo saca de un tirón y con la ayuda de su otra mano me lo saca, quedando casi expuesta ante él.

Yo misma llevo mis manos hacia atrás y elevo un poco mi espalda para poder desabrochar mi corpiño, me lo saco y lo revoleo en algún lado del cuarto. Enzo se me queda mirando unos segundos hasta que se acerca directamente a mi pecho y se lleva una teta a la boca, la otra recibía atención de su mano que lo apretaba y la acariciaba mientras que chupaba y besaba una. Jadeo cuando siento su lengua caliente lamiendo cada una de mis tetas, cierro los ojos y tiro mi cabeza hacia atrás cuando siento que nuestras partes se chocan, y yo muevo mis caderas para buscar más fricción.

Cuando deja de darle atención a mis tetas, se pone sobre sus rodillas y se saca el bóxer de un tirón, liberando su pija. Mis ojos se abren al ver lo grande que es.

Que me haga mierda.

Se acerca a mí y me besa con desesperación e intensidad, enredo mis brazos en su cuello para atraerlo más a mí y nuestras lenguas se unen, haciendo que el beso sea más profundo y que lo único que se escuche en el cuarto sean nuestras respiraciones agitadas y el besuqueo.

Sin pensarlo antes agarro su pija y la dirijo hacia mi entrada, haciendo que solo roce ya que Enzo me toma la mano y la aleja. Me muero el labio mirándolo mal.

—Pará un poco, ansiosa — se burla y yo lo miro mal. Pero enseguida lleva dos dedos hacia mi feminidad y lo acaricia, sintiendo lo mojada que estaba.

—D–dale forro — murmuro cansada, hace un rato ya estoy deseando que me coja y él está boludeando.

—Eh, que boquita que tenés — dice con un tono de burla y yo rodeo los ojos. Suelta una risita y alcanza sus dedos a mi boca, apoyándolos sobre mis labios, yo lo miro confundida — Abrí la boca y chupá, dale.

Vecinos | Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora