Vecinos | Enzo Fernández

O19

Abro mis ojos con pesar, se me parte la cabeza del dolor e inconscientemente llevo una mano a mi frente, sobandola un poco. Enfoco mi vista y noto que no estoy en mi cuarto. Reconozco de quién es.

¿Otra vez acá?

Giro mi cabeza hacia mi costado y lo veo a Enzo durmiendo profundamente, tiene el torso desnudo y eso me alerta. Levanto las sábanas y veo que no tengo mi ropa puesta, eso comienza a desesperarme. Habíamos cogido y yo no me acuerdo de casi nada. La puta madre.

¡También me olvidé de Kiara!

Me levanto de la cama sigilosamente para no despertarlo y busco mi ropa que estaba tirada por todo el piso del cuarto, de a poco voy encontrando una prenda mía y me voy vistiendo. Mientras me llegaba a la mente todo lo que había pasado la noche anterior y estaba arrepentida por haber tomado, por culpa de eso tuve sexo con Enzo. Aunque admito que no la pasé mal, él se portó bien conmigo y no me lastimó, pero me hubiera gustado que no tuviera alcohol en la sangre para hacer tal cosa, había cuidado mi virginidad como oro porque quería que mi primera vez fuera especial, con la persona que amaba. Pero al final las cosas no se dieron así, tal vez no es todo como en las películas.

Me visto pero todavía no encuentro una bota, me pongo a buscarla entre la oscuridad y veo que Enzo se remueve en la cama y de a poco se despierta. Puteo por lo bajo porque no quería hablar con él, no sé de cómo lo voy a poder ver a la cara de hoy en adelante.

—El otro está cerca de la puerta, fíjate — me señala a la puerta y su voz es ronca. Miro para ese lado y efectivamente la bota estaba ahí. La agarro y me la pongo. Agarro mi celular y salgo casi huyendo del cuarto. No quería hablar con Enzo.

Bajo rápidamente las escaleras y busco con la mirada a Kiara, habían chicos tirados durmiendo en el piso como la otra vez. Me desespero no poder encontrarla hasta que la veo recostada en el sillón. Camino rápidamente hacia ella y la sacudo para que se despierte.

—Kiara, Kiara, levantate dale — la sacudo y ella se remueve, apenas abre los ojos y me ve.

—¿Qué pasa? — susurra con los ojos entreabiertos.

—Levantate que nos tenemos que ir, dale que son las siete de la mañana — le digo mientras le levanto el brazo para que se ponga de pie. Se levanta a cuestas y paso mi brazo en su cintura para agarrarla porque no se puede mantener de pie. Salimos de la casa y se me cierran los ojos al ver el sol que ya estaba saliendo. Caminamos a paso rápido hasta mi casa y abro la puerta con la llave. La cierro apenas para no hacer tanto ruido y con Kiara subimos las escaleras. Cuando llegamos a la mitad de los escalones escucho una voz que me hace frenar.

—Buenos días — Matías aparece en mi vista y estaba parado cruzado de brazos mientras nos mira. Yo lo miro como si le estuviera pidiendo que no dijera nada. Enseguida escucho la voz de mi mamá.

—Matías, ya está el desayuno — dice ella desde la cocina.

—Bueno amor, ahora las levanto a las chicas y les aviso — le contesta él y yo agradezco internamente que no le dijo que estábamos llegando recién. Se acerca a mí y me ayuda a llevar a Kiara hasta mi cuarto. Una vez que llegamos abro la puerta y los tres entramos a mi cuarto.

—Bueno ahora peguense un baño y duerman un poco, yo después las voy a levantar para desayunar. — nos dice y yo asiento. Kiara está re en una. Agarra sus cosas y entra al baño para bañarse primera.

—Gracias por no decirle a mi mamá que llegué recién — le agradezco a Matías con una sonrisa y él asiente.

—Sí, agradece que ahora te encontré yo, pero si te encontraba tu mamá eras pollo. Que sea la última vez que hagan eso — me advierte.