– La Magia del Caos es una meta-práctica mágica que pone las limitaciones del poder en manos del practicante. Por lo tanto, sería nuestro propio inconsciente el que impone que algo se cumpla o no. – Leía Olivia de su libreta mientras terminaba una manzana.
– ¿Y eso que tiene que ver con el pive este... Astaroth? – Le pregunté interesada.
– Básicamente la magia del caos tiene un componente muy importante que son los sigilos, y lo que tú tienes, es un sigilo.
La miré entornando los ojos. Yo era una persona muy mística y amante de las historias de terror y fantasía, pero nunca había estado tan interesada en magia y elementos de brujería. Supongo que porque mi madre me decía que con esas cosas era mejor no jugar. En Galicia somos muy supersticiosos y cautelosos.
Olivia parecía estar de buen humor, Virginia había pasado aquella mañana por delante y me paré a hablar con ella, haciendo un esfuerzo sobrehumano para "ser maja" recordando lo que le había prometido. Sus amigas, a cambio, dejaron en paz a la mía y en cuestión de unas horas parecía que las aguas volvían a su cauce y nosotras intentábamos romper el tedio del día volviendo a nuestros temas místicos. Las últimas novedades que estaban haciendo que las horas fueran un poco más interesantes.
– A mí de esto me encanta el tema del concepto del caos. Me parece más filosofía y física que otra cosa la verdad. – Me comentó ella.
– No soy yo mucho de física Oli...
– Bueno, intentaré sintetizarlo para que lo entiendas. – Se rio guiñándome un ojo.
Tere llevaba todo el día mosqueada y durante la primera pausa no salió hasta después de un rato. Se apoyó en la pared y mirándonos soltó:
– ¿Ya estáis aprendiendo a hacer círculos en el suelo y a recitar mierdas en latín?
– No tengo ni idea de latín Tere. – Le dije.
– ¿Ah no? ¿Pensé que Virginia te había enseñado a usar las lenguas muertas?
– Ella era más de lenguas vivas. – Le contesté sonriendo.
Hizo una pausa aguantando una sonrisa que no quería darme para no romper el enfado que tenía por lo del día anterior. Finalmente se carcajeó y susurró un "imbécil" entre dientes que me hizo sonreír de vuelta. Tere no podía estar mucho tiempo enfadada conmigo, porque me quería, porque no tenía muchos más amigos y porque sin mis comentarios de mierda se aburría infinitamente.
Tere acabó la pausa hablando como siempre, bromeando con Olivia e intentando cambiar de tema diferentemente cada vez que podía, parecía que realmente sí que le daba miedo el tema del sigilo.
Yo sin embargo, había tenido la necesidad de metérmelo en la mochila aquella mañana. Mi mente había tanteado dejarlo en casa, guardado en un cajón hasta saber qué hacer con él, pero un impulso nervioso de última hora hizo que lo cogiera y lo guardara en la mochila. A la vista de nadie, pero yo me sentía un poco más segura.
Aunque yo solía sentarme con Tere en filosofía, ese día me senté con Olivia, también por una decisión impulsiva de última hora. Casualmente ese día el profesor decidió algo que no estaba planificado, tendríamos que trabajar en parejas para un comentario de texto y para no complicarlo nos emparejó por cómo estábamos sentados. Tere nos miró con pánico en los ojos al comprobar que le tocaría pasar aquella tarde con Santi (un tipo con el que se llevaba muy bien pero que le tiraba la caña sobremanera). Por supuesto a Olivia y a mí no nos importó quedar esa misma tarde para hacer el comentario de texto y quitarnos de encima el trabajo.
Escogimos El Mito de la Caverna, porque éramos unas vagas y lo teníamos dominado.
– ¿Pero por qué me he tenido que sentar justo hoy con el petardo de Santi tío? – Se maldijo caminando por el pasillo hacia el aula de historia del arte.
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Akelarre
General FictionEn una ciudad de Galicia, tres amigas comparten el mismo secreto. Quieren cambiar su vida, quieren ir más allá. Todo cambia a partir de una experiencia paranormal de Marta, que convencerá a todas las demás para empezar a vivir una vida totalmente di...