– Una cosa rarísima ya te lo digo. – Escuché que le decía Tere a Olivia mientras me esperaban para entrar en la puerta del instituto.
– ¿Qué es rarísimo? – Pregunté interesada.
– Buenos días Marta, estás guapa hoy. – Me sonrió Olivia.
– Tu también beib. – Le contesté dándole un beso en la mejilla.
Tere nos miraba acabándose un café que tenía en la mano derecha mientras que con la izquierda tiraba el cigarro al suelo y lo pisaba con ese clásico estilo suyo.
– ¿Hacer el trabajo juntas ha hecho que ahora seáis todavía más Olsen? – Dijo irónicamente.
Le agarré fuerte de la cara y le di un sonoro beso en la mejilla mientras ella me apartaba insultándome y obligándome a que me alejara de ella.
Caminamos hacia dentro del instituto con nuestra tranquilidad habitual, el profesor de técnicas caminaba detrás de nosotras escuchándonos. Fran me caía bien, era un profesor muy simpático y bonachón que intentaba ayudar en todo, era de los mejores junto con el de historia del arte.
– Chicas, venga, que vamos tarde hoy. – Nos metió prisa.
– Sí ¡perdón Fran! – Le dije.
Caminamos más rápido hacia el taller de técnicas para que el profesor no se molestara y cuando llegamos ya estaba prácticamente todo el mundo en su puesto avanzando en la obra. Me dirigí a mi caballete y observé lo que estaba pintando. A mí me solía pasar mucho eso de hacer algo y luego revisarlo y sorprenderme de haberlo hecho yo, sentirme un poco disociada de lo que creaba era muy habitual en mí.
Tere se puso a mi lado, era la mejor de la clase en artes plásticas, tenía un talento natural tanto como para ver como para crear.
– Joder... – Dijo en bajo.
– ¿Qué pasa? – Le pregunté.
– Es exactamente igual que mi sueño de ayer.
La miré, me quedé paralizada pensando en los sueños lúcidos, la Escalera de Penrose y todo ese rollo del que había hablado ayer con Oli.
– ¿Qué sueño tía?
– Cuando llegabas se lo contaba a Olivia... me ha puesto una cara muy parecida a la tuya. El caso es que me sonaba de algo, quería comprobar que estaba en lo cierto. Es una cosa rarísima ¿eh?
– Sí, la verdad es que sí.
Mi cabeza estaba empezando a trabajar rápido, empezaba a obsesionarme el asunto y por un momento me quedé bloqueada. Olivia me miraba desde su sitio, que estaba bastante alejado, casi en la otra esquina de la clase. Nos miramos fijamente, intentando no alarmar a Tere que ya había vuelto a su caballete y estaba trabajando ya en su obra. Miré la mía, llevaba ya unos días trabajando en ella, desde el día que la señora me había dado el sigilo. Era tenebrosa, densa, oscura. Un paisaje con un camino lleno de árboles, niebla espesa y nubes como brea. No había pensado en nada mientras lo hacía, era pintura automática, lo hacía mucho.
La clase pasó y yo intenté abstraerme hasta el momento de poder hablar con Tere sobre su sueño y que me contara qué era lo que veía en mi cuadro que se pareciera a lo que ella había vivido la anterior noche.
En cuanto salió por la puerta del taller la intercepté para que no se escapara camino al cambio de clase.
– ¡Tere! – Le grité para que se detuviera. – ¿Qué querías decir antes cuando me dijiste lo de mi cuadro?
– Pues que justo anoche soñé con él, bueno, que estaba en él más bien.
– Cuéntamelo porfa.
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Akelarre
General FictionEn una ciudad de Galicia, tres amigas comparten el mismo secreto. Quieren cambiar su vida, quieren ir más allá. Todo cambia a partir de una experiencia paranormal de Marta, que convencerá a todas las demás para empezar a vivir una vida totalmente di...