PARTE 26: CASANDRA

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--¡Marta! ¿Viste mi mensaje anoche? –Reconocí la voz de Virginia detrás de mí.
–Perdona Vir, estaba muy cansada y no me di cuenta. –Me disculpé.

Olivia, Tere y yo estábamos apoyadas antes de entrar al instituto como hacíamos habitualmente. Tenía una idea de qué hacer con el tema de Tere, y estaba buscando la manera más apropiada de sacarlo cuando Virginia interrumpió mis pensamientos.

–No te preocupes, es normal. –El tono de Virginia bajó en cuanto se dio cuenta de la presencia de Olivia clavándole los ojos en la cara. –¿Te importa hablar conmigo un segundo?
–¿Ahora?
–Si no te importa… –Dijo dulcemente.
Me quedé un segundo pensativa, no quería mirar a Oli para no ser muy obvia, pero Tere fue rápida y la agarró por los hombros.
–Ven Oli, necesito un café. –Le dijo agarrándola con suavidad.
–Sí, claro. –Olivia se despegó de la pared de la que estaba apoyada con cierta pesadez. –Buenos días Virginia. –Le dijo pasando por su lado.

La tensión se respiraba más intensa que el humo de una hoguera. Noté perfectamente los pensamientos de mi amiga atravesando mi nuca. Casi suplicaba y gritaba, parecía que tenía algo llenando por completo su mente.
Virginia  se acercó ocupando el sitio que mi amiga había dejado libre y se apoyó a mi lado.
–Te quería pedir perdón por lo de ayer.
–Estás perdonada. –Le dije manteniendo una distancia emocional prudente.
–No quiero que estemos así, es rarísimo Marta. Tú me quieres mucho y yo no quiero seguir machacandonos.
–Es que Vir… –La miré. –No quiero volver a vivir lo de ayer. Esa toxicidad me mata y yo no soy así.
–Es normal que lo vivamos con intensidad, lo acabamos de dejar.
–No, qué va, me dejaste hace meses.
–Sabes de sobra que realmente se está acabando ahora.
–Pues cariño, me cuesta decirte esto, pero creo que hay que dejarlo terminar.
–Lo sé. –Me dijo bajando la mirada. –Pero me duele muchísimo.
–Ya, pero así no podemos seguir. –Seguí mi plan de estar un poco más distante para dejar las cosas más claras.
–Vais a estar juntas ¿Verdad?
–Eso yo no lo sé.
Virginia se acercó a mí mientras la miraba, pero noté una presencia lejana que automáticamente, más bien dos.
–¡Marta! –Me llamó Tere a lo lejos. –¡Toca Historia del arte!
Virginia no se apartó de mí y mantuvo la poca distancia que había acortado entre nosotras. Me mantuve rígida.
–Tengo que irme, tengo clase.
–Sí, yo también llevo prisa. –Se apartó repentinamente y cogió su mochila del suelo.
Caminó delante de mí y no se detuvo a saludar a mis amigas, aunque sí le dedicó una mirada de odio a Olivia que se la correspondió de forma natural, le salió sola.

Ninguna de las tres sacó el tema y lo dejamos pasar, aunque Oli mantuvo mucho la distancia conmigo y parecía distante la mañana pasó sin pena ni gloria.
En el descanso Tere y yo nos sentamos en la acera exterior del instituto fumando un cigarro, mirando al frente y dejando pasar el silencio entre nosotras hasta que lo rompí.
–Tere, quiero que este finde hagamos una ouija las tres.
–Vale. Te dije que te daría una oportunidad y te la voy a dar. Pero quiero que sepas, que confío a medias.
La agarré y la miré. Puse mis manos alrededor de su nuca y clavé mi mirada en la suya, noté el miedo. Tere estaba asustada. Estaba enfadada y triste, pero sobre todo estaba asustada. Observé cómo una pequeña lágrima caía por su mejilla y como respiraba abruptamente.
–Te quiero Tere. –Le dije. –Te quiero como si fueras yo misma, eres mi hermana.
–Ya lo sé, joder nunca lo he dudado.

Tenía bastante claro lo que iba a hacer, lo tenía muy claro. Estaba en mi mente dibujado, era la verdad más absoluta que iba a vivir en mi vida. Y no sólo la conocía yo, Olivia veía lo que pasaba a su alrededor más que nadie, se metía y salía de mi cabeza y también lo hacía de los planos y las situaciones. Nunca lo había compartido, pero estaba claro que Oli tenía algo que los demás no teníamos.
–¿Te has dado cuenta de que Olivia sabe todo lo que pasa?
–Olivia lee las situaciones y la mente de los demás. –Me dijo. –¿Te das cuenta ahora?
–Pues la verdad es que sí.
–A lo mejor estas últimas semanas se ha enfatizado más pero siempre ha sido así. Yo creo que es porque es muy observadora.
–¿Cómo va a ser por eso tía? –Empecé a reírme.
–¿Tú no te acuerdas de cuándo casi tienes un accidente el año que llegó?
–Sí, perfectamente. De eso no me puedo olvidar cariño.
–Pues acuérdate también de qué es lo que hizo que estés aquí respirando a mi lado. No sé si es por ser observadora, o yo que sé pero está claro. Y más contigo.
–¿A qué te refieres?
–No sé, ten cuidado con lo que piensas. Oli sabe de ti casi todo.
–¿Eso es malo? –Le dije mordiéndome el labio con nerviosismo.
–Bueno, es peligroso. Según yo claro.

Tere se levantó zanjando nuestra conversación de forma repentina y me tendió la mano ayudándome a levantarme.
–Hablando del rey de Roma.
–Hola chicas, ¿Tere tienes un cigarro? –Dijo un poco agobiada.
–No, y me voy, quiero ver a Santi antes de clase. Abur. –Tere desapareció tan rápido como el humo.
–Toma. –Le tendí el penúltimo cigarrillo que me quedaba.
–Gracias. –Se lo encendí y nos quedamos un segundo en silencio. –¿Todo bien con Virginia?
–Sí, está un poco triste y la tristeza hace que hagamos cosas raras.
–Dímelo a mí.
–¿Por qué estás triste tú?
–Aún tienes los recuerdos de Vir muy recientes y es una mierda verlo tan claro.
–¿Verlo? –Quería saber exactamente cuál era esa cosa que hacía que Oli supiera todo antes de que pasara o tan siquiera lo pensara.
–No siempre, pero muchas veces veo lo que pasa o lo que piensas. Como Casandra.
–Yo sí te creo, así que como Casandra no.
–Las clarividentes están condenadas a que no las crean por culpa de los mentirosos. Mi abuela también es una Casandra, estamos acostumbradas.
–Conmigo no tienes que tener miedo.
–¿Y tú no tienes miedo?
–¿De qué?
–De mí. –Dijo expulsando el humo y mirándome.
Me di cuenta en ese momento de que no podía mentirle, porque lo sabría automáticamente. Y sí, un poco de miedo sí me daba.
–Sí, impone mucho.
–Lo estás suavizando, hablo de miedo. –Me dijo muy cerca, tan cerca que noté su aliento.

Nos quedamos las dos congeladas por esa atmósfera extraña que últimamente se generaba mucho cuando estábamos juntas, quizás la generábamos nosotras. El tiempo se detenía y a mí me daba la sensación de estar dentro de ella, espiando una parte de su corazón.
Mientras sucedía todo eso entre nosotras, de fondo vi a Virginia pasar hablando por el móvil y cruzando la calle hacia el instituto, el impulso que sentí de besar a Olivia se detuvo por la presencia de mi ex novia, que sabía perfectamente que le podría romper el corazón si veía en directo como Oli y yo nos besábamos, sobre todo sabiendo la forma en la que lo hacíamos. Tan sentimentalmente. Pero ella no se detuvo, y me besó. Escuché como el corazón de Virginia se rompía detrás de mí y como nos miraba dolida aún sin verla en ese momento.
–Lo has hecho a propósito. –Le dije.
–¿El qué? –Se hizo la tonta.
–Besarme ahora mismo, sabes que no es el momento, y lo has entendido en el mismo instante en el que lo he pensado.
–No puedo evitarlo.
–Joder Olivia… –Me di la vuelta y me alejé de ella.

Teníamos dibujo después del descanso así que me fui hacia el taller de arte mirando el móvil tranquilamente y queriendo que desapareciera el drama. Pasados unos minutos, fueron apareciendo todos los alumnos y alumnas, incluídas Tere y Olivia.

El resto del día pasó tranquilo, en general se repasaba una paz agradable que se agradecía.

Las tres tardes restantes, me concentré mucho en nosotras. Había una parte de mí que me instaba a pensar mucho en Tere, en lo que necesitábamos para conseguir lo que tenía en mi mente. Era muy importante mantenernos concentradas y transmitir esa concentración.
Durante varias noches, dejé de visitar a Oli en sueños, para ver a Tere. Habitualmente mi amiga tenía pesadillas. Soñaba que la perseguían, soñaba que alguien la asfixiaba mientras dormía y también soñó con mi cuadro de nuevo. Con las ramas de los árboles trepando por su cuerpo.
Yo aparecía y la tranquilizaba, le agarraba la mano. Lo hacía conscientemente. Cada noche, me dormía pensando en ella para meterme en su mente y protegerla.

Tenía todo claro, Tere tenía guardado dentro de ella una gran cantidad de sentimientos negativos que tenía que sacar. Tenía que abrir esa caja y librar los males.

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