PARTE 19: DEJAR DE SER TAN INDIVIDUALISTA

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–Tere, tienes que hacerme caso en esto… no quiero ni que estés sola, ni que te jodas por el camino.
–Oli, ya me han jodido, ya estoy rota. ¿No lo ves?
Tere y Olivia discutían y percibí parte de la conversación al llegar.
–¿Qué os pasa?
–Nada, no pasa nada. –Olivia se fue enfadada hacia la puerta sin saludarme y de mal humor.
Puse los ojos en blanco, y me apoyé en la pared.
–No te rayes, es por mí. –Me dijo Tere dándome fuego.
–¿Qué ha pasado?
–Quiere decírselo a sus padres. Dice que necesitamos a un adulto para gestionar lo de Dani.
–Joder Tere y en parte tiene razón…
–¿Este finde puedo dormir en tu casa?
–Siempre puedes dormir en mi casa.
–Pues ya está. Dejad el tema y dejadme pensar. –Apoyó su cabeza en mi hombro. –Ayer estuve toda la tarde con ella, estoy agotada de que sea tan perfecta.
–Me dijo que pasaría la tarde con sus padres…
–Porque no quería que le dieras la brasa con Virginia y el morreo que os daríais ayer por la tarde. –Me miró a los ojos. –¿Me equivoco?
–Categóricamente Tere… le dije con sonrisa triste.
–Ui, pues a tu amiga le vas a dar una alegría.

Las dos primeras horas, fueron una mierda. En filosofía Olivia estuvo callada como si no estuviera presente, intentaba mirarla y esquivaba todas mis miradas con una habilidad infranqueable. Virginia estaba visiblemente triste, Tere estaba rota desde hacía tiempo y fuera llovía. El frío parecía que había llegado para dejarnos a todas heladas.
Quería controlar este ambiente, y sabía que podía hacerlo. Lo primero era hablar con Olivia.
–Oye Tere, quiero hablar con Oli en el descanso. ¿Te importaría?
–No, quiero estar con Santi, últimamente estamos un poco mal…
–Había pensado que esta tarde podríamos hablar. Tengo cosas que contarte.
–Okei, esta tarde lo hablamos.

Cuando llegó la hora del recreo, esquivé a todo el mundo y metí quinta para alcanzar a Oli, que había recogido todo rapidísimo y salido a toda velocidad.
–Joder, casi no te pillo. –Le dije agarrándola del brazo.
–Marta, tengo que acabar un trabajo. Nos vemos luego.
–¿Qué trabajo? –Le dije extrañada.
–Yo que sé, es una puta excusa para no escuchar nada de lo que tengas que decirme.
Bajó la cabeza mientras la gente pasaba a nuestro alrededor camino al piso de abajo. Noté como Virginia pasaba por detrás de mí y nos miraba.
–¿Vienes conmigo? –Le tendí la mano. –Te prometo que no te vas a mojar. –Dije levantando el paraguas que había traído esa mañana.
–Nunca llevas paraguas.
–Ya, pero sabía que a ti se te había olvidado.
Caminamos un rato hasta una pequeña plataforma cubierta que había en la playa y nos apoyamos mirando al frente. Últimamente yo sabía más, me venían sensaciones, sabía si a Oli se le olvidaría el paraguas, sabía si alguien estaba triste aunque no supiera el motivo…Pasé de no ser consciente de nada, a tener consciencia sobre muchas más cosas.
–¿Y bien? –Me miró. –¿Vas a contarme que te has besado con tu ex o…?
–No me he besado con mi ex Oli. Siento decepcionarte así.
–¿No quería que volvierais?
–En eso no te equivocas. Pero he entendido que Virginia llevaba razón, no es la persona de la que estoy enamorada. Llevo meses triste por su ausencia, pero no estaba enamorada de ella, simplemente echaba de menos que alguien lo estuviera de mí.
–Yo sí.
–¿Perdona? –Nos miramos fijamente.
–Yo sí lo estaba, y lo estoy.
–Ya… ya lo sé. Pero tengo mucho miedo Oli.
–¿A perderme o a tenerme?
–A ambas. –Le dije acercándome.
Por primera vez ella me besó a mí. Nunca había dado ella el primer paso pero en ese momento parecía no poder evitarlo. Su cuerpo se abalanzó sobre mí y su boca en un segundo chocó con la mía. Sentí ese calor, ese hogar, ese volver a casa cuando llueve, sentí que mi corazón latía dentro de mí por primera vez. Cuando quise apartarme sutilmente porque respirar me pareció necesario, ella no lo consideró así y me agarró por la nuca enredando su mano en mi pelo y acercándome más a ella.
Se apartó, pero no se alejó de mí. Besó mi cuello sin soltarme el pelo y un jadeo un poco primitivo y autómata salió de mi garganta. No fue ruidoso, pero Oli sí lo sintió y lo escuchó, suspiró de nuevo sobre mis labios.
–¿Qué vas a hacer con esto Marta?
–Ahora mismo… no lo sé. –Le dije sin apartarme de sus labios.
–Tenemos que volver. Tengo que acabar un trabajo. –Comenzó a reírse y yo con ella. La abracé pegándola a mi cuerpo para darle todo el calor que tuviera en mi cuerpo.
Volvimos y fuimos a clase, y el tiempo pasó lento. Empecé a sentir ese ansia que sentía con Virginia, la necesidad de que pasara rápido el tiempo para que llegaran los dos minutos previos a irnos y poder besarla. Pero ella no era Virginia, era mi mejor amiga y esto era una movida.

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