Me pasé tres días con sus tres noches pensando en cómo ayudar a Tere. Olivia insistía en ver vídeos sobre psicología para lidiar con el problema, tenía toda la intención de hablar con sus padres más pronto que tarde y estaba dispuesta a hacerlo aunque luego Tere la odiara de por vida.
–Marta, es que no podemos consentir esto. Te guste o no, necesitamos a un puto adulto.
–Nena, no me hagas esto... Sé que llevas razón pero es que también sé que Tere no se siente protegida por los adultos. Su experiencia no es la que has tenido tú.
–Pero mis padres pueden ayudarme. Estarían dispuestísimos de contratar un abogado, y ayudarla en todo el proceso. ¡Pero claro, para eso tengo que contárselo!
–No grites, que mi madre está abajo y te va a oír. –Le dije agarrándole la mano.
Esa tarde Oli y yo habíamos quedado para repasar historia. Después de más de tres horas estudiando y mientras Oli me ayudaba con el temario, que era lo que tenía pendiendo de un hilo, salió el tema que obviamente nos estaba perturbando a ambas.
Olivia siempre me había ayudado con algunas asignaturas, a ella le venía bien explicar las cosas en alto y a mí me venía bien escucharlas y sintetizarlas así que no era nuevo que estuviéramos en casa ocupando el estudio.
Ese fin de semana Tere se había ido con Santi a un apartamento que sus padres tenían como segunda residencia. Era el momento perfecto para intentar trazar un plan, pero no sabía cómo contarle a Olivia que quería hacerle magia negra al cabrón de su hermano.
Justo cuando estábamos concentradas cada una con sus apuntes entró mi madre, al menos no nos pilló de charloteo.
–Marta, tu padre y yo nos vamos a ir. Boro ha quedado, pero me ha dicho que vendrá pronto. –Yo levanté las cejas interrogante. –No me mires así, es lo que me ha dicho.
–Bueno, entonces a las cinco más o menos. –Oli se rió sin levantar la cabeza de los apuntes.
–Sí, eso supongo yo también. –Se acercó a mí. –¿Necesitáis algo más? Os he dejado la cena, no comáis mierdas con azúcar porfa.
–Vale ma, te quiero. –Le di un abrazo despidiéndome.
–Olivia, quédate a dormir eh, que así Marta no se queda sola.
Mi madre salió por la puerta antes de que a mi amiga le diera tiempo de contestar.
Mis padres ese fin de semana se iban de escapada a un balneario y mi hermano pues estaría de aquí para allá como todos los findes. También se lo merecía, al fin y al cabo se pasaba toda la semana trabajando fuera.
–¿Quieres que me quede? No me lo habías dicho. –Me dijo Oli.
–No, no te había dicho nada...
–Si quieres que me quede dímelo. –Se acercó a mí.
–¿Te quedas y vemos una peli tranquilitas? –Le dije mirándola.
–Claro. –Se separó y cogió el móvil para avisar a su madre.
Oli salió de la habitación con el móvil en la oreja, supongo que para mantener la conversación medio en privado, era una costumbre que tenía cuando hablaba por teléfono, ya me había fijado.
Entró a los dos minutos y se tumbó en el sofá donde yo estaba sentada, poniendo su cabeza en mis piernas. Otra cosa más que antes era normal y que ahora se había convertido en un acercamiento romántico.
–¿Le contaste a Tere que nos habíamos besado? –Le dije acariciándole el pelo.
–Si, le he contado muchas a cosas, también es mi amiga. –Se rió y me acarició la mano con la que le estaba tocando el pelo.
–¿Te ha dicho que no le gusta esto verdad?
–Me lo dijo la primera vez que me sinceré, tengo bastante aprendida la opinión de Teresa.
–¿Y tú qué piensas?
–Que ya intenté evitar sentirlo y fracasé. No puedo evitar que llueva, ni hacer que las plantas crezcan y no puedo evitar estar enamorada de ti. No lo he escogido.
–Entiendo... –Le dije sin saber qué decir a continuación.
–Tere lo sabe, y ya le prometí que si tú no sentías lo mismo no iba a poner nuestra amistad en riesgo. Tú tampoco puedes evitar lo que sientes. Nadie puede. Hacía tiempo que había asumido ya que no estabas enamorada de mí, así que supongo que si es así pues... no sé. –Se incorporó sobre los brazos y yo bajé la cabeza instintivamente mientras iba hablando.
–No me hagas esto que no puedo aguantarlo.
–¿Lo qué?
–Esa cara... –Le acaricié la mejilla –Esa cara que pones cuando hablas de lo que sientes.
–Creo que es la cara que pongo siempre. –Me dijo acercándose más a mí.
–Estoy preocupada por lo que siento cuando estás tan cerca Oli.
–¿Qué te preocupa?
–Que no me pueda apartar ya en lo que queda de tiempo en la tierra.
–El tiempo es infinito, somos nosotros los que tenemos las horas contadas.
–Vale, ahora tengo que besarte. –Terminé con el poco espacio que había entre nosotras y la besé acariciando sus labios de manera suave.
El beso en un principio fue lento y como una caricia en el alma, pero como todos los que nos habíamos dado hasta ese momento, mutó rápido para convertirse en un beso necesitado y voraz lleno de una pasión que parecía haberse contenido durante años. Era muy complicado resistirse a Olivia, no sé si era yo, o era ella. Quizás fuéramos las dos.
Me aparté lentamente porque lo necesité, para no explotar.
Cuando me aparté, Olivia se incorporó y se sentó a mi lado mirándome.
–Sé que estás planeando algo para ayudar a Tere, y sé que no estamos de acuerdo en lo de pedir ayuda a un adulto. Así que porfa, cuéntame qué quieres hacer tú para poder ayudarte.
–Quiero que intentemos controlar el sigilo y ayudarla a cumplir su deseo, pero desde la distancia.
–Has estado leyendo sobre la magia del caos... –Me dijo.
–Sí, muchas horas.
–He hablado con mi abuela, me ha dicho que tiene que hablar contigo.
–¿Sobre qué?
–Esa información no la tengo, pero ella sí.
Oli y yo planeamos que al día siguiente volveríamos al pueblo para hablar con su abuela. De pronto, me pareció importante conocer lo que Encarna tenía que contarme sobre el sigilo o "meigallo" como ella le había llamado. Algo me decía en mi interior que era de lo que me quería hablar, y sobre todo, si alguien podía guiarnos y conseguir lo que quería en aquel momento, me parecía sumamente necesario hacerlo.
Al día siguiente Olivia y yo cogimos el bus e hicimos el recorrido casi en silencio, pero cogidas de la mano como si nuestra relación ahora dependiera de tenernos cerca. De nuevo estábamos paradas frente al portal de la casa de su abuela, y una sensación extraña recorrió mi cuerpo.
–¡Abuela! ¡He venido a verte con Marta! –Gritó mi amiga al entrar por la puerta.
–Estoy en la cocina, niña. –Le contestó ella.
Recorrimos el espacio que separaba la entrada de la cocina dónde habíamos estado la semana pasada. Su abuela estaba sentada en la mesa con una taza caliente y dos más en las otras sillas. Era como si nos estuviera esperando.
–¡Llegáis justo a tiempo! –Dijo ella incorporándose en la mesa y abrazando a su nieta. –Sentaos. –Cuando fui a sentarme como había dicho, alzó una mano y me detuvo. –Marta, tú a la izquierda.
Le hice caso y me senté en la otra silla, tal y como me había pedido.
–Es muy importante, que las cosas sucedan tal cual tienen que suceder. –Dijo revolviendo su infusión. –La realidad es frágil.
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Akelarre
General FictionEn una ciudad de Galicia, tres amigas comparten el mismo secreto. Quieren cambiar su vida, quieren ir más allá. Todo cambia a partir de una experiencia paranormal de Marta, que convencerá a todas las demás para empezar a vivir una vida totalmente di...