Charles llevaba solo unos días aquí y estaba segura de que ahora era el favorito de mi tía. Se pasaban el día hablando de cualquier cosa y no desaprovechaban ningún momento para sacar a relucir alguno de mis momentos vergonzosos y burlarse de ellos. Mi tía hablaba francés fluido debido a su trabajo, así que claro, se había establecido como idioma oficial entre ellos dos dificultándome aún más el trabajo porque los meses que había estado en Mónaco no habían sido suficientes para aprender casi nada. Tampoco me había esforzado tanto, la verdad.
Stacy ya estaba casi totalmente recuperada y solíamos pasarnos por las tardes a su casa para ver qué tal estaba. A Luke lo había visto poco desde que cruzamos aquellas palabras en el hospital, creo que ambos estábamos de acuerdo en que guardar distancias era lo mejor que podíamos hacer.
Hoy era nuestro último día en Estados Unidos. Mañana tendríamos que volar a Mónaco y Charles salía un par de horas más tarde hacia Maranello para poder trabajar en la segunda mitad de la temporada.
Habíamos quedado con mi tía de salir a cenar a la noche todos juntos para despedirnos. Incluyendo a Luke y Stacy. A ninguno de los dos nos había parecido mala idea así que nos pasaríamos por ahí más tarde. Por ahora ambos íbamos a aprovechar para salir a comer algo y dar un último paseo por el centro.
Todo había estado realmente bien hasta que Charles pronunció esas palabras anoche antes de dormir.
"¿No quieres ver a tus padres antes de irnos?"
No. No quería verlos. Parte de mí los amaba, claro, eran mis padres y así como tenía malos recuerdos de ellos, también tenía muchos otros que me estrujaban el corazón cada vez que recordaba lo deteriorada que estaba nuestra relación. Pero esta vez me iba a permitir ser egoísta y resguardar mi corazón de lo que sabía que podía ser una catástrofe en el momento en que supieran que estaba aquí con Charles. Según nos había comentado mi tía por la tarde, ambos seguían prácticamente igual que cuando me fui, viajando por el mundo evadiendo sus responsabilidades y fingiendo que nunca habían tenido una hija por la que preocuparse. La verdad es que lo prefería de esa manera, que se olvidaran de mí por completo podía ser hasta algo bueno.
Salí de mis pensamientos en el momento en que mi celular comenzó a sonar encima de la sábana blanca de la cama.
Salí al balcón de la habitación en cuando vi el remitente de esa llamada. Aproveché que Charles se estaba peinando y cerré la puerta de vidrio tras de mí para que no escuchara la conversación.
-Marianne, hola. ¿Cómo estás? -escuché al otro lado de la línea.
-Hola, Jhon. Yo... -intenté decir.
-Te han aceptado.
-¿Qué? -debí haber escuchado mal.
-Me lo han dicho ayer en una reunión que tuvimos, como vi que estabas en América me esperé hasta ahorita para darte la noticia, no quería despertarte.
-Pero... ¿Cómo que me han aceptado? Ni siquiera terminé de llenar bien el último filtro.
-A mi jefe le ha gustado mucho tu perfil y me ha preguntado a mí directamente. Le hablé sobre tu trabajo en Haas y me ha dicho que es justo lo que quiere.
-Jhon, yo... no estoy segura de que pueda hacerlo -hable sincera.
-Estoy completamente seguro de que puedes con ello y más. Y si lo que te preocupa es Charles, sabes perfectamente que él lo entendería y no permitiría que desaprovecharas una oportunidad así. En todo caso, esto es semestral, así que si cuando pase ese tiempo ves que las cosas no te van bien, siempre puedes devolverte a Mónaco y seguir estudiando allí -tomó una pausa antes de continuar-. Soy tu amigo, Marianne. Y es justamente por ello que te insisto tanto en que tomes el cupo.
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Realidad ❀ Charles Leclerc
Hayran KurguUna nueva universidad. Un nuevo país. Una nueva vida. Una chica estadounidense. Un piloto monegasco. Muchos corazones rompiéndose a más de 300 km/h.