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— Déjame ayudarte.

— Puedo hacerlo yo solo.— bramó sin dirigirle la mirada.

Chasqueó su lengua con desagrado ante el tono tan cortante que el pelirosa utilizaba, se comenzó a preguntar si era así con él solamente o con todos porque ya sentía que podía agarrar ese libro de contextura gruesa y lanzarlo en su cabeza pero eso sería muy agresivo de su parte.

Atinó a recoger y amontonar una pila, alzando estos para dirigirle una mirada interrogante a la que poco le importó la cara de pocos amigos de Sunoo.

— Ni-ki, te dije que yo-..

— ¿Son para la biblioteca?

— Si, pero yo puedo...— gruñó cuando el otro lo dejó con las palabras en la boca y se giró sobre sus talones en dirección a la biblioteca— Mierda.— se agachó para recoger los otros tres que quedaron e ir tras él.

La biblioteca estaba vacía, lo guió a unos estantes que estaban en un rincón apartado y acomodaron los libros para así hacerle un favor a la señora de la biblioteca que descansaba sobre su escritorio tranquilamente.

Se apoyó en la pared sin apartar sus ojos de los brazos del japonés, quien se veía concentrado en poner los libros en su lugar correspondiente. No pudo evitar morderse su labio inferior al ver como sus venas se marcaban cuando alzaba los libros más pesados.

— Eres un maldito terco.

— Eso debería decirte a tí.

— ¿Eres consciente de que soy mayor que tú? ¿Verdad?

— Seis meses.— aclaró, dejando el último libro que faltaba y Kim maldijo por lo bajo porque ya no se iba a deleitar observando sus brazos— ¿Te hablo con formalidad?

"Hazlo como tú quieras." Pensó, sacudiendo su cabeza un poco para aligerar el calor que abarcó sus mejillas.

— No hace falta, solo me parece... Tan tú.

Por primera vez en toda su jodida vida lo vio reír por algo que él dijo, se sintió repentinamente mareado ante ello pero evitó pensar demás.

— ¿Enserio? ¿Tan yo?

— Ajá.— apartó su mirada.

— ¿Okey?— negó con una sonrisa ladina— ¿Esos libros eran de tu última clase?

— Parte de mi castigo de hoy fue traerlos hasta aquí, aparte de limpiar el salón. Claro.

— ¿Castigo? ¿Qué hiciste?

— Solo le dije algo al hijo de la profesora y el muy chismoso corrió como nenita y le dijo... Ella se molestó y aquí estoy. O de lo contrario estaría en casa de seguro.— aclara, riendo al ver la expresión anonadada del otro— ¿Qué?

— Por lo visto no te guardas lo que piensas.

Sabía lo necesario de cada persona en esa universidad y tenía información valiosa solo para evitar conflictos como los de minutos atrás.

— Puede ser.— asiente— Solo no dejo que los demás me jodan..— murmuró, caminando hasta él solo para ponerlo nervioso, lo que consiguió— ¿Es eso malo acaso?

Sus miradas se conectaron por un largo rato que pareció eterno, los pequeños ojos oscuros del otro lograron intimidarlo de alguna manera, por lo que quiso apartarse pero el japonés lo acorraló contra la pared.

— Creo que no está mal.— murmuró, acercando su rostro al del sonrojado pelirosa— Pero deberías saber medir un poco más lo que dices.— se apartó finalmente.

𝐇𝐞 『ˢᵘⁿᵏⁱ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora