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Preparó el desayuno aprovechando que el japonés seguía en el quinto sueño todavía y dejó los dos platos en la encimera, le dió un pequeño vistazo al chico que dormía tranquilamente abrazando una almohada y decidió esperar un poco más para despertarlo quizás, ya que se veía muy cansado. Dobló la ropa que habían tenido que lavar el día anterior, la dejó entre los cajones de ropa limpia y en los armarios pero aún así, Ni-ki seguía durmiendo.

Salió de la ducha después de un baño y paseó su mirada por el cuadro que estaba colgado en una parte de la casa, en un pasillo triste y vacío que daba hacia el garaje.

Apreció con cautela el como se veía a un pequeño niño al que le faltaba uno de sus dientes frontales pero aún así sonreía con una alegría que se lograba transmitir a la cámara estando junto a sus padres al parecer, quienes se veían igual de felices.

Suspiró con melancolía ajena ya que se veía que en ese tiempo Ni-ki si era feliz con solo cuatro años según la fecha que estaba marcada en una parte de la foto con números pequeños.

Caminó por el pasillo hasta que llegó al garaje, encontrándose un par de herramientas en una parte, latas de pintura, una pelota de fútbol en mal estado y un ¿Auto? ¿De quien era?

Se acercó con detenimiento, inspeccionando el vehículo que era bonito si era honesto. No sabía mucho de autos pero la neurona que compartía con su hermana seguramente le decía que era un Suzuki por el logo de la marca y un Vitara por el modelo ya que varias veces escuchó a su papá hablar de autos como si fuera su pasatiempo.

No se veía nuevo pero estaba en muy buen estado, era de un color blanco que no sabía si eran cosas suyas o se veía muy brillante.

Se sobresaltó y pegó un grito en cuanto sintió como alguien tomó su cintura repentinamente, giró su rostro para encontrarse con la sonrisa burlona del otro.

— ¿Te asusté?

— Tonto.— rodó los ojos— ¿De quien es?— pregunta, dejando que lo envolviera entre sus brazos para tomar sus manos por delante de su pecho.

— ¿Ese? Lo compré cuando comencé la universidad.

— ¿Enserio? Nunca lo había visto.

— ¿Qué? Lo llevé al menos unas ocho veces por que llegaba tarde.

— ¿Porqué sigues caminando o pagando un puto servicio público de transporte cuando puedes ir en auto?

— ¿Mañas?

— Ni-ki, sabía que eras pendejo pero no sabía que tanto.— lo miró de manera filosa.

— Ya~ Solo me da terror que alguien lo llegue a rayar o algo así mientras no estoy.

Soltó un jadeo bajo ante sus palabras, miró una vez más el auto que por algún motivo hipnotizó sus sentidos y los dos se terminaron subiendo por que él tenía la curiosidad de verlo un poco más.

— Es lindo.

— Eso veo.— rió por lo bajo, observando el brillo inexplicable en los ojitos miel de Sunoo.

— Oye.— golpeó su hombro con un puchero— No es por interés.. Solo que me recuerdo cuando mis padres nos prometieron a Sunhee y a mí comprarnos un auto a cada uno cuando fuéramos "adultos responsables".— hizo comillas— Pero eso se fue al carajo porque éramos dos y dos autos eran demasiado, ¿Donde coño los íbamos a dejar? ¿Afuera?

— Tienes razón.— asiente.

— Pero en tu casa si hay espacio para estacionar dos autos.— murmuró— Bueno, vamos a comer. Muero de hambre.— dijo con una sonrisa ladina, siendo seguido por Ni-ki.

𝐇𝐞 『ˢᵘⁿᵏⁱ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora