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Bajó a la cocina para asegurarse de que Heeseung se llevará a su hermana a sabrá Cristo donde para volver arriba con el –ya menos desubicado– japonés, quien se había levantado hace una hora más o menos, se encontraba sentado en la cama, bebiéndose una taza de café con el pantalón de pijama solamente.

— Ya se fue..— susurró apresando su labio inferior, restregando su trasero contra la entrepierna de su novio— Tenemos tiempo para estar solos hasta después de la una.

El chico dejó su café de lado para acomodarlo sobre su regazo, dándole una sonrisa ladina para comenzar a dejar un pequeño beso en su frente, aferrando sus manos a su cintura, tanteando encima de la piel descubierta de dicha zona.

El pelirosa rió por lo bajo, dejando sus rodillas a cada lado del cuerpo de Ni-ki para plantar un dulce beso en sus belfos, ladeando levemente su cabeza para comenzar a mover sus labios con lentitud, queriendo darle un toque romántico al ambiente aunque una parte de él quería que fuera solo duro y brusco. Enredó sus manos en los mechones rubios de su novio mientras éste paseaba sus manos por sus muslos, apretándolos para sacarle jadeos bajos y entonces se sintió como si fuera la primera vez que estuvo con él ya que todo se sentía tan irreal.

Se sentía extremadamente sofocado y drogado por los labios del otro, sus toques, los sonidos que lograba sacarle con apenas tocarlo.

De un momento a otro, el chico lo dejó de espaldas en la cama, quitó su camisa para dejarlo en ropa interior solamente ya que era lo único que tenía puesto a parte de la playera que usó para dormir.

Los besos en ningún momento se detuvieron, en cambio fueron incrementando su intensidad y abrieron sus bocas para que sus lenguas se tocaran entre sí, bailando juntas un lento y húmedo vals que se fue convirtiendo en una guerra desesperada para ver quién tenía el control. Sunoo se rindió entre quejidos para dejarse llevar, separando sus labios de los contrarios una vez sintió que le faltaba el oxígeno, dejando que un hilo de saliva fuera el único que los uniera. Un mar de chupetones notorios fue dejado por todo su cuello y clavículas, luego sintió como el chico lo desprendía de su ropa interior para bajar sus besos por todo su torso hasta llegar a estar entre sus piernas, las cuales separó para mirarlo con una sonrisa perversa e ir acercando su rostro a su erecto miembro.

— ¡Ni-ki! A-ahmg~ se estremeció entre gemidos bajos en cuanto el chico comenzó a chuparlo de una vez.

Sin darle tiempo para poder analizar del todo la situación, introdujo poco a poco su dedo medio en su agujero, por lo que gritó en alto su nombre ante la repentina intromisión mientras hundía cada vez más su miembro en su boca, haciendo que la punta golpeara su garganta y mejilla cuando lo sacaba momentáneamente, enredó una de sus manos en sus cabellos para que moviera su cabeza de adelante hacía atrás con rapidez, soltando gemidos de excitación al sentir como ese dedo salía y volvía a entrar en él antes de que otro le hiciera compañía.

Sus ojos se abrieron abruptamente, aferró sus manos a la sábana para comenzar a jadear en busca de aire porque se sentía extremadamente sensible.

El rubio siguió chupando su falo hasta que sintió que su entrada ya estaba lo suficientemente preparada como para que pudiera entrar sin problema, pero antes vertió un poco de lubricante y siguió estirando hasta que el pelirosa comenzó a mover sus caderas en busca de más contacto, debido a que apenas hundió un par de veces sus dedos de manera no tan profunda para evitar llegar a tocar ese punto sensible pero eso es lo que el otro buscaba.

Se separó dejando un rastro de saliva sobre la punta goteante de su miembro, se sacó el suyo y lo masturbó un poco más mientras seguía penetrándolo con los dedos. Luego se inclinó, puso un poco más del lubricante que había comprado días atrás y lo vertió sobre su miembro, separando sus nalgas para comenzar a adentrarse en él de una sola estocada.

𝐇𝐞 『ˢᵘⁿᵏⁱ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora