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Retocó sus cabellos una vez más para envíale una foto re casual al chico pero no le gustaba mucho como se veían los ángulos de su rostro ya que la luz le daba un aspecto siniestro. Entonces le pareció una buena opción combinar un poco sus ideas, apagó la luz y dejó la de la lámpara encendida, dejó que se viera una parte de su rostro y el resultado fue mejor de lo que esperaba ya que se veía la curva de su trasero a la perfección pero no de una manera taaan obscena sino más bien casual, sip.

Pero quizás si se hubiera quitado la ropa... Joder.

Cuando estuvo a punto de obedecer a su perversa mente, fue el sonido de unas piedritas cayendo en el balcón las que evitaron que lo hiciera, ¿Será que Jay necesita que lo insulte para sentirse mejor o quién coño iba a visitarlo a esas horas en medio de la noche fría?

Envío la foto rápidamente y dejó su teléfono cargándose para guiar sus pies descalzos afuera, se sorprendió al ver la cabellera rubia del japonés quien le miraba con una sonrisa ladina desde afuera. Soltó un bajo jadeo ante la brisa que envolvió su cuerpo.

— ¿Ni-ki?

— Hola, Sun.— susurró con simpleza.

Antes de que pudiera decir algo más, el chico trepó hasta el balcón con agilidad, como si fuera un gato y eso sorprendió al más bajo, solo un poquito porque sí y ya.

— ¿Qué haces por aquí a estas horas? ¿Tienes idea del frío que hace afuera?— susurró una vez entraron y cerró la puerta del balcón.

— Pues... Si.

— ¿Y bien?— pregunta con una sonrisa ladina.

— Quería escuchar tu voz..— confiesa parte de la razón por la que había venido porque si quería y necesitaba escuchar la voz suave del pelirosa para sentirse un poco mejor.

La suave risa del otro inundó sus oídos, luego lo vio inclinarse con sus ojos cerrados, apoyando una mano por encima de su pierna para rozar su nariz con la suya, dejando un suave toque en sus labios abultados y fríos, moviendo sus belfos con lentitud encima de los otros, los cuales correspondían su toque algo idos. Los chasquidos que generaban sus labios al separarse comenzaron a resonar de una manera algo sonora y era en momentos así en los que agradecía que los padres de Sunoo se fueran a dormir temprano.

— Te quiero.— suspiró con algo de pesadez, sintiendo las manos suaves del mayor paseándose por su pómulo.

— Dime de una puta vez que es lo que te tiene así.

— ¿Soy muy obvio?

— No, pero si lo suficiente como para que yo lo notara.— confiesa, apartándose para mirarlo a los ojos, entonces notó el tono rojizo de un hematoma que reposaba sobre su rostro— Oh por Dios..— acunó su rostro para mirar el golpe con el ceño fruncido— ¿Como-.. ¿Quien te hizo eso?— se corrige.

— Discutí un poco con mi papá... Si soy honesto, peleó conmigo.

— ¿Q-qué...?

Supuso más o menos la razón por la que eso pasó y no le alegraba en lo absoluto, sentía que era su culpa sin lugar a dudas.

"Sabes que su padre no aceptará la relación de ustedes dos, ¿Verdad?"

Se mordió su labio inferior cabizbajo, sacudió levemente su cabeza para ir por una crema que supone y tenía en el baño, sonrió victorioso al encontrar su objetivo y se apresuró en regresar a la cama y aplicar un poco en la zona afectada.

— Se enteró... ¿No?

El rubio asintió con detenimiento, por lo que soltaron suspiros de pesadez antes de que él bajara la mirada –una vez aplicó la crema– con algo de culpa.

𝐇𝐞 『ˢᵘⁿᵏⁱ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora